"Café Helado"

212 22 10
                                    

"¿Y ahora qué?”

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


"¿Y ahora qué?”

Esa duda no dejaba la cabeza de Santiago, envuelto en el nudo de ideas que era su mente. Tanto en que pensar y el no saber qué hacer con ese sentimiento, que cada vez lo consumía más y más. Estaba forzado a tragarse toda esa mierda que traía acumulada y seguir adelante; no tenía con quién hablar, su mejor amigo, el que siempre estuvo ahí para él, ahora lo único que le transmitía era querer irse y no volver jamás.

Nadie estaría dispuesto a escucharlo… o tal vez se estaba olvidando de alguien.

Tomó su teléfono y marcó, esperando con ansias de que contestara.

—Hola Santiago, ¿qué te pasó para que me llames? –preguntó Ricardo desde el otro lado de la línea.

—Riki… ¿Puedo ir a tu casa? Necesito hablar con vos –eso fue suficiente para alarmar al de rulos. Su voz se notaba desanimada y hasta se podría decir triste, de seguro algo muy malo debe de estar ocurriendo.

—¡Claro! Vení ahora sí es muy urgente.

—Bueno, voy llendo, gracias –colgó la llamada.

Clavó su mirada en el vacío de su habitación, con los ojos cristalizados y una gran angustia en el pecho. Se levantó dispuesto a dirigirse a la casa del de rulos.

—Hola San, tanto tiempo, ¿qué te trae por aquí? –pregunto amablemente mientras guiaba al contrario al sofá de la sala, para luego ir a la cocina por un poco de café

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


—Hola San, tanto tiempo, ¿qué te trae por aquí? –pregunto amablemente mientras guiaba al contrario al sofá de la sala, para luego ir a la cocina por un poco de café.

—Tengo la cabeza hecha un lío y estoy seguro de que con nadie podría hablar sobre lo que me está ocurriendo –hizo una pausa para recibir la taza caliente e incorporarse en el sofá junto a Riki—. Sos el único al que le puedo contar lo que me pasa.

—No sé si sentirme halagado o preocupado –rió un poco para calmar las aguas, pero la seriedad de Tavella aún seguía vigente.

El antes mencionado sólo miraba su taza, sin darle un sorbo, no tenía ganas de consumir ningún alimento por el momento, así que dejó el objeto sobre la mesa. Volteó a verlo, esforzando una sonrisa que borró al instante para reemplazarla por un suspiro pesado, tan pesado como el martirio que abundaba en su cabeza.

"Café Helado"  -Rivella-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora