|•| Capítulo 2

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Todos en el lugar comenzaron a gritar, estaban horrorizados y no era para menos. Mi alma se convirtió en un hilo.

Voy a morir, voy a morir, oh dios moriré de forma tan patética.

Estaba tan ocupado hiperventilando que no había notado un pequeño detalle y era que aún sentía mi cuerpo, es más, me sentía completamente vivo. Entonces ¿Por qué...?

— Upsi, calmados todos. ¡Esto no es sangre! — gritó Nikolai sobre la tarima en un intento vago de tranquilizar al público. — Era mi jugo de tomate.

Silencio.

Un silencio demasiado incómodo y tenso. El peliblanco comenzó a hablar consigo mismo entre murmullos incoherentes maldiciéndose por haber colocado su jugo de tomate en las cajas.

— Nuestro querido gerente está bien ¿Ok? — me volteó a ver con una sonrisa.

Estaba congelado dentro de los cubos de magia, apenas pude asentir con la garganta seca y luego simplemente me desmayé.

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— ¡Estás demente! ¡No! Corrección, ¡Eres un maldito sádico demente! — grité tan fuerte que resonó por toda la oficina.

— Ya, no te alteres pajarito. — Se sentó cómodamente en una de las sillas con el codo sobre la mesa y los ojos con una diversión genuina. — Querías darle emoción a tu casino ¿No?

Tras despertar de mi desmayo mis empleados me comentaron que Nikolai siguió con sus trucos en la tarima, mientras ellos intentaba revivirme detrás del telón.

Sin embargo los clientes luego de ver que me sacaron corriendo de las cajas medio muerto no pudieron sentirse tranquilos con el resto del evento que el payaso estaba presentando.

— ¡Quería que salieran de sus habitaciones no generarles un trauma! — ataqué con furia.

— Emoción, trauma, casi igual ¿No? — se encogió de hombros sin dejar ese aire de disfrute.

— ¡No debí confiar en tí! No sé porque lo hice. — tomé una bocanada de aire.

— ...

Me sorprendí cuando se quedó callado, tenía el semblante serio con los ojos en mi dirección y la mirada un tanto vacía. Por alguna extraña razón llegué a sentir una punzada de culpa, pero ¿por qué? El demente salido de control era él.

— Tienes el cabello desordenado. — dijo al fin rompiendo la espesa atmósfera.

— ¿Qué?

— Qué tienes el cabello como un hermoso nido de aves. — aseguró poniéndose de pie. — ¡Yo lo arreglo! — hizo que me sentara en la silla delante de mi escritorio y antes de poder alegar algo ya tenía las manos sobre mi.

— Eres un tonto. — aseguré con más tranquilidad.

— Puede que tengas razón.

Otra vez el lugar se había quedado sin sonido alguno. Las manos de Nikolai danzaban entre mis cabellos largos con rapidez, ni siquiera estaba viendo lo que hacía, pero podía sentirlo. Él también tenía un cabello largo, el cual peinaba con frecuencia a diferencia de mi que prefería mantenerlo suelto o en temporadas de calor atarlo con una coleta.

Fyodor por alguna razón amaba los cabellos largos y creo que era uno de los motivos por los que se estaba permitiendo el cabello hasta los hombros, sin embargo nunca pasaba de ahí.

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⏰ Última actualización: May 12 ⏰

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