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Kenny Clark nunca se caracterizó por ser especialmente expresivo o mostrar sus emociones, después de todo no es como si pudiera, pues sus músculos faciáles no funcionaban. Aunque ésto nunca le importó, prefería expresarse por medio de sus distintivos juegos de palabras, mismos que según el se le daban muy bien.
Fuera de eso, el solía referirse a si mismo como un "chico frío".
Sin embargo todo ésto cambió hace aproximadamente dos años, un día de febrero, el día que lo conoció a él: Lovie Rosequartz.
No era alguien que creyera en el amor a primera vista o cosas así, pero la vida le enseñaría que no se manda en el corazón. Y fué así como una mañana de febrero lo vió atravesar los pasillos en compañia de otro chico similar a el pero con un aura y porte totalmente opuestos.
Desde que el moreno vió al rubio de larga cabellera caminar por los pasillos, no pudo quitar sus ojos de él. ¿Qué le estaba pasando? Ni el mismo lo comprendía, se suponía que su tipo era "alguien con un punto de ebullición de risa significativamente bajo" y se suponía que le gustaban las chicas, pero entonces....¿Por qué su corazón latía con tanta rapidez? ¿Por qué sentía como una extraña sensación de calidez se formaba en su interior? ¿Por qué sentía que sus mejillas ardían cada vez más? Y más importante aún, ¿por qué no dejaba de verlo?
Era cómo si los rayos del sol hubieran alcanzado a un cubito de hielo y éstos hubieran comenzado a derretirlo poco a poco.
Ahí fué cuando lo entendió y fué aún más claro cuando el rubio pasó por su lado y pudo ver su sonrisa.
Aquel día supo que Lovie era su sol, él sol que había conseguido derretir su corazón de hielo, si tan solo pudiera sonreír lo hubiera hecho, pero al no poder hacerlo, se limitó a admirar al rubio desde lejos, y mientras lo miraba, sentía como su corazón se aceleraba más y más.
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