LOS ELEGIDOS: LA BÚSQUEDA DEL DESTINO

CAPÍTULO1

Hermione y Neville corrían en medio de esa noche oscura alumbrada sólo por los destellos de los hechizos que estallaban detrás de ellos como bombas.

—Falta poco—prometió el mago.

Sostenían sus varitas, pero la oportunidad para defenderse nunca se presentó. Sus enemigos seguían saliendo de todas partes sin darles un respiro; enfrentaban a uno, cuando otros dos llegaban de la nada.

El chico sacó de su chaqueta sucia y roída una pequeña botellita y le arrancó un pequeño cabello a su compañera.

—¿Qué haces?

Sin responder, lo vertió dentro, lo agitó como una madre a un biberón y bebió ese amargó sabor que podría ser más cercano al de una sopa de acelgas, tras un gesto de asco, su rostro redondo comenzó a cambiar, igual que el resto de su cuerpo que dejó de lado su apariencia masculina para convertirse en una copia exacta de su amiga,

—Pero...

—¡Vete ahora!—a Hermione le pareció extraño escuchar su propia voz.

Con lágrimas en los ojos y en contra de su voluntad, huyó por ese bosque oyendo el enfrentamiento que dejaba atrás.

Un brillo verdoso le congeló la sangre, sabía de qué hechizo se trataba.

Tropezó a causa de una raíz que emergía del suelo como una garra que buscaba capturarla, se levantó sólo para verse rodeada por un montón de hechiceros que ya la tenían acorralada.

—Hola Granger.

Le abrieron el paso a un hombre pelirrojo y capa negra con un rostro fanfarrón que provocó un vuelco en el corazón de la chica.

—Ron—masculló.

—Oye, sé que tengo la orden de eliminarte, pero creo que él te dará una oportunidad si tú te unes a nosotros—la invitó.

Le extendió la mano y le brindó una sonrisa de complicidad, Hermione lo miró como si lo considerada, con temor parecía aceptar la oferta cuando de pronto...

Lo golpeó con un hechizo que lo lanzó por el aire.

De inmediato se protegió de todos y cada uno de los ataques que le arrojaron, movía su varita con la delicadeza de un pintor que agita su pincel por todo el lienzo, parecía agotarse, pero resistió hasta que la golpearon en el hombro, no fue algo mortal, pero si cayó arrodillada al suelo, sentía como su cuerpo comenzaba a entumirse, era como volverse una roca.

Lo último que alcanzó a ver era a Ron aproximándose, sintiéndose victorioso.

—Es una pena que esto acabe así—alcanzó a escucharlo.

Su varita estaba por lanzar un último ataque cuando...

Del cielo emergió una criatura alada enorme de aspecto tenebroso pero que aún así le daba confianza a la joven bruja; sólo ella parecía verlo, no pudo sentir como la tomaba entre sus patas y la cubría con sus alas para que nada la lastimara y luego salió disparado hacia el cielo nocturno sin luna, deslizándose entre las nubes.