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Douma sonreía de lado en la esquina con un top de encaje rojo que apenas cubría sus pectorales y una minifalda negra brillosa que cubría apenas sus nalgas.

-Hola precioso~- Un hombre calvo sonrió de lado bajando la ventanilla de su auto. -Qué hace una belleza sola a esta hora? Quieres pasar el rato conmigo?-

El ojiarcoíris sonrió de lado y se acercó al auto meneando las caderas escuchándose el ruido de sus tacones. -Hola guapo. Solo vendo droga para uso sexual, pero si me comprar algo de mercancía y luego pagas un dinero extra podría hacerte una mamada. Tengo que vender varias pastillas esta noche.-

El de ojos celestes sonrió de lado y estiró una mano para tomar la del menor. -Y cuánto debo pagar para tenerte gimiendo en mi cama mientras saltas sobre mi pene?-

El menor abrió los ojos como platos y rió nervioso apartándose de un saltito. -Jaja! Eso sí que no lo hago! Mi culo es intocable! Anda, que quieres comprar? Cualquier droga cuesta cien dólares y mi boca ciento cincuenta dólares.-

El hombre sin cabello sonrió de lado y abrió la puerta del acompañante. -Hoy ganarás doscientos cincuenta dólares hermoso.-

Douma sonrió de lado y entró al asiento, viendo sorprendido como el mayor sostenía sus muñecas y lo esposaba. -Jaja! No sabía que tenías esos fetiches!-

El mayor sonrió de lado y sacó del bolsillo de su pantalón una placa. -Douma Loyola, estás arrestado por venta de drogas y prostitución.- Abrió la guantera y sacó unas luces de policía. -Tienes derecho a guardar silencio, todo lo que digas será usado en tu contra.-

El ojiarcoíris se puso pálido, no solo la placa y luces se veían reales, también sabía su nombre y apellido. -Mierda era un encubierto.- Pensó y bajó la mirada a las esposas haciendo un puchero.


-Douma Loyola, por los cargos de venta de drogas y prostitución te condeno a pasar seis años en la prisión estatal contra narcotraficantes y prostitutos. Solo podrá salir a los cuatro años si tiene buena conducta, sino deberá pasar los seis años encerrado.- Sentenció el juez.


El peliplata suspiró frustrado entrando a su celda, su compañero era de piel bronceada, cabello castaño y ojos verdes.

-Hola precioso~ Al fin carne fresca~- Sonrió perversamente el ojiverde viendo como el menor se sentaba en la cama de abajo, por lo que fácilmente se bajó de un salto de su cama de arriba y sujetó el mentón del menor. -Oye, te estoy hablando puta. Cuál es tu nombre?-

Pero Douma no quiso responder, solo hizo la cabeza hacia atrás safándose de su agarre y volteó para recostarse de costado viendo hacia la pared.

-HABLA DE UNA VEZ MALDITA ZORRA!- gritó furioso el castaño al ser ignorado.

-M-Me llamó Douma. No quiero tener problemas, si? No te preocupes, no te molestaré.- Murmuró mientras cerraba los ojos, solo quería dormir y que al despertar ya hayan pasado los cuatro años.

-Vez cómo puedes ser una buena zorra? Yo soy Leonard.- Sonrió de lado y se sentó en el borde de la cama junto al menor. -No voy a darte problemas, y no me molestarás. Pero ya llevo un año aquí y me siento muy solitario.- Estira una mano y acaricia delicadamente el cabello rubio del menor. -No me vendría nada mal un poco de compañía. Además...- Se inclina y le susurra roncamente al oído. -Ahora soy tu compañero de celda, me metieron por traficar por coca, pero no saben que me violé a mi cuñado. Así que yo que tu mejor coopero, o podrías terminar teniendo el mismo destino que el.-

El cuerpo de Douma tiembla de miedo al escuchar aquello, iba a decirle que no quería tener relaciones sexuales cuando un guardia gritando desde el pasillo hacia todos los detenidos lo asustó.

-HORA DE RECREACIÓN! TODOS VAYAN AL PATIO AHORA!- Ordenó y luego de escuchar una chicharra las rejas de todas las celdas se abrieron.

-Vaya, salvado por la campana.- Sonrió travieso el mayor y se puso de pié observando fijamente el cuerpo de Douma, comiéndoselo con la mirada. -Te veo en el patio, pequeño Douma. Disfruta estas dos horas libre, porque hasta la hora de la cena te voy a coger.- Le guiñó un ojo coqueto y salió de la celda.

Douma tembló asustado y se resignó. Levantándose de la cama para seguir a su compañero de celda al patio.

Cuando llegó al aire libre se sentó en un lugar apartado bajo la sombra de un árbol, pero no faltó nada para que Leonard y seis presos más lo rodearan y empezaran a decirle guarradas y hacer gestos obscenos.

-Qué pasa? Otra vez consiguieron un contrabando de revistas porno o drogas?- Preguntó con el ceño fruncido un pelinegro de ojos rojos afilados sentado en su trono de brazos y piernas cruzadas.

-Debe ser que ya llegó el nuevo.- Murmuró un pelinegro de coleta sentado en el suelo a su lado. -Tal vez el trajo cosas escondidas.-

-Tsk. Recién llegado y ya está armando un escándalo en mi fortaleza, tráelo ante mi, Michikatsu.- Ordenó el de piel pálida.

-Sí Muzan-sama.- Asintió el menor haciendo una pequeña reverencia con la cabeza y fue a buscar al nuevo.

Preso de tus brazos [MuzDou]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora