los deseos de mi amigo

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Hace un par de semanas salí de fiesta con mi grupo de amigos gays a una discoteca de ambiente de la ciudad. Dentro de el grupo hay un par de parejas y el resto somos solteros, aunque no os voy a engañar, casi todos hemos follado con los demás en algún momento, incluso una de las parejas ha hecho tríos con más de uno. Cuando yo entré a formar parte de ese grupo, ya estaban de novios las dos parejas y de los otros cinco restantes follé con uno (el que me presentó al resto), se la chupé a otros dos y con el último solo me di unos besos mientras una persona que conocimos de fiesta nos comía el culo.

El día que salimos, empezamos a beber copas en la casa de José (uno a los que se la chupé). Pusimos música, bebimos, bailamos y jugamos a varios juegos de beber para ir animándonos antes de salir de fiesta, entre ellos al “Yo nunca”. Ese juego acaba siendo una manera de sonsacar información y conocer fantasías sexuales y perversiones del grupo. Las preguntas más típicas eran “yo nunca he espiado a nadie mientras se duchaba”, “yo nunca he hecho cruising”, “yo nunca le he olido los calzones a alguien conocido” … de normal todos bebíamos porque éramos igual de guarros. Esta vez salió una nueva frase: “yo nunca he hecho rollplay sumiso-dominante”, y para nuestra sorpresa, sólo yo y Pedro (el que me presentó al grupo) lo habíamos hecho.

La fiesta en casa de José siguió hasta las 1:30 de la madrugada, cuando decidimos ir hacia la discoteca. Al llegar, nos encontramos una cola de gente bastante larga que aprovechamos para empezar a conocer gente, cruzar miradas, sonrisas… Ya en el interior, esas miradas se convirtieron acercamientos, bailes, besos, algún que otro manoseo por encima de la ropa, y alguno de mis amigos se hizo algún que otro viaje al baño para rematar.

Alrededor de las 4 de la mañana, las dos parejas ya se habían ido a sus casas, José y otro más habían ligado tenían pensado irse para poder follarse a sus presas y ya solo quedábamos Pedro, Gonzalo (con el que solo me besé) y yo. Viendo que ninguno parecía encontrar quién llevarse a la cama esa noche decidimos irnos también, estábamos algo cansados y habíamos bebido bastante. Gonzalo pidió un taxi, pero Pedro y yo fuimos hacia la parada del bus nocturno ya que vivimos cerca y así íbamos acompañados hasta casa.

Durante el trayecto se me ocurrió sacar el tema del “yo nunca”, ¿cómo podía ser que solo nosotros habíamos hecho de dom-sub? Él tampoco se lo creía y empezamos a contar nuestros fetiches más cerdos. Yo le conté que me daba mucho morbo oler ropa interior sudada, lamer axilas, que me mearan… y él que le encantaba follar gargantas hasta dejar sin aire al otro, pisotearle la cara y ponerle a lamer sus pies. Nos fuimos encendiendo poco a poco y ambos fuimos conscientes ya que no tardamos mucho en tocarnos los paquetes y comernos la boca.

Al bajarnos, me invitó a su casa, me dijo que quería repetir follar conmigo, pero esta vez haciendo realidad sus fantasías de macho dominante. Yo no pude negarme, ambos asumimos que ya estábamos dentro del roll play y que no podía decirle que no a mi macho, y la primera prueba de ello fue al llegar a su portal. Me mandó desnudarme y subir las escaleras hasta su piso a cuatro patas mientras él iba detrás dándome ligeras cachetadas en el culo.

Ya en su casa, se sentó en el sofá, se quitó las zapatillas y me las puso directamente en la nariz, apretándolas fuerte contra mi cara para que todo mi cerebro se llenase de su esencia. Al apartarlas, abrí mi boca instintivamente para inhalar aire puro y su respuesta fue soltar un gapo directo a mi lengua. Yo me lo tragué tras saborearlo y volví a abrir la boca con la lengua fuera pidiendo más, sin embargo, esta vez metió su pie de golpe en mi boca. Llevaba el calcetín todavía y pude saborear lo que había olido en las zapatillas. Comencé a oler de arriba a bajo sus calcetines, presionándolos contra mi cara y lamiendo la suela un tanto amarillenta del sudor. Mi pene estaba completamente duro, goteando precum por el prepucio, y podía ver que él estaba igual de cachondo, pues se masajeaba el rabo por encima del pantalón y se relamía a la vez que cerraba los ojos.

Los siguiente fue quitarle los calcetines cuidadosamente con la boca. Oler la planta de sus pies, lamer cada recoveco de sus dedos, nos iba encendiendo más y más. Pedro apartó sus pies de mi cara y prosiguió acariciando mi cuerpo con ellos hasta llegar a mi rabo donde lo sacudió y le dio unas ligeras patadas que hicieron que me estremeciera de placer. Seguidamente se puso en pie para quitarse la camiseta, dejándome contemplar su cuerpo. Había ganado músculo desde la primera vez que follamos, aunque mantenía un poco de tripa que le hacía muy sexy. Se masajeó los pectorales y se acariciaba todo su cuerpo mientras yo de rodillas le lamía el pie admirándole. Estaba completamente bajo su control.

Cuando volvió a sentarse, se bajó los pantalones y me hizo una seña con la mano para que me acercara a su paquete. Tenía el calzoncillo mojado de precum y se notaba un bulto bastante gordo. Le olí el calzón pasándole mi lengua, me centré sobre todo en el glande y en los huevos, notando cómo se contraían con cada lametón. Pedro ahuecó el lateral del calzón dejando fuera sus grandes huevos peludos para que los lamiera tranquilamente. Tenían un olor intenso pero agradable, me los metí en la boca, jugué con mi lengua y los dejé llenos de baba. Al cabo de un rato, me agarró del cuello y estampó mi cara en su axila izquierda, estaba depilada pero completamente sudada de toda la noche de fiesta. Olía a una mezcla entre desodorante y sudor, siendo más intenso éste segundo. Esnifé todo su olor y lamí su axila. Cuando consideró que era suficiente, me llevó hacia la otra para repetir el proceso. Mientras tanto, él aprovechó para manosearme el culo y masajear mi ano con sus dedos, haciendo que mi ano palpitara cómo si estuviese pidiendo ser reventado.

Pasado unos minutos, nos pusimos de pie y me llevó hacia el baño.

-        Ahora te toca probar mi elixir. – me dijo mientras me llevaba del cuello.

Una vez allí, me puso de rodillas y estampó mi cara contra su paquete. Lo lamí durante un instante hasta que apartó mi cara y me dijo que abriese la boca y babeara para él. En ese momento, se quitó los calzones dejando ver su gruesa polla. No era demasiado larga, unos 16cm aproximadamente, pero si gorda. No estaba circuncidado por lo que mientras se pajeaba frente a mí, dejaba a la vista un glande rosado rebosando precum que yo intentaba pillar la vuelo. De pronto, sin previo aviso, un enorme chorro de pis salió de su rapo mojando mi cara. Había empezado la lluvia dorada. Su meada empapaba todo mi cuerpo, yo empecé a pajearme con la lengua fuera para que él me usara de váter. No llegué a tragármelo, pero si pude saborear su meo. Paró por un segundo y me indicó que la miera su pie, yo me puse a cuatro patas y cumplí sus deseos, y Pedro volvió a mear sobre mí. Estaba meando todo lo que había bebido esa noche y no parecía acabar nunca.

Cuando por fin acabó de mear, puso el pie que había estado lamiendo sobre mi cabeza, empujándome hacia el suelo y comenzó a pajearse con fuerza. Yo hice lo mismo mientas alargaba mi lengua tratando de lamer la planta de su pie. Pedro siguió masturbándose con fuerza hasta que se corrió sobre mi espalda soltando varios gemidos y chorros de espesa lefa.

Parte de su corrida había caído sobre su pie y su cabello así que mientras yo me incorporaba para volver a estar de rodillas, puso su pie cercano a mi boca para que lo limpiara. Su semen sabía salado, pero con un toque dulce que, mezclado al olor de sus pies, el sudor, y el meado, hicieron una combinación perfecta para que yo me corriese sin necesidad de tocarme soltando varios gemidos ahogados al tener su pie todavía en mi boca.

Al acabar, me puse incorporé y de la nada comenzamos a reírnos, ambos éramos conscientes de lo que había pasado y teníamos una sensación entre morbo, vergüenza y complicidad. Nos metimos en la ducha donde nos limpiamos mutuamente y restregó su polla flácida contra mi culo, después, limpiamos el estropicio que habíamos hecho en el suelo y nos fuimos a dormir con la promesa de que me despertaría con su polla dentro de mi culo.

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