Capítulo 1: La rutina

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Lana salió de casa a las 6:30 am con dirección a la escuela, la cual queda a tan solo 20 minutos de distancia caminando, por lo que, prefería caminar hasta ahí, a fin de contemplar los hermosos tonos rosados que toma el cielo al alba. 

Iba vestida con una blusa manga larga, entallada de corte en V color blanco, igual que sus zapatos bajos, y una falda rosa pálido, que al ser rosada por el ulular del viento matutino, daba como resultado el efecto de que giraba entorno a sus piernas.

Por su parte, Jean, que vive a 30 minutos de la escuela y puede trasladarse en su automóvil, llegó un par de minutos antes que Lana, como siempre.

En cuanto ella llegó, se paró frente a la puerta del conductor del Ibiza rojo, al momento en que Jean salía, la tomaba de la mano y le daba un pequeño beso en los labios, después, juntos, tomados de la mano, caminaban hasta la entrada del ENC Collage para señoritas y la despedía mientras él regresaba a su auto, haciendo que las demás chicas murieran de envidia, todas excepto Valerie y Hanna, que pensaban que Lana era mucho para él.

Después de un día de escuela, ella salía con sus amigas siguiéndola, se despedía de ellas con un gesto de la mano, se dirigía hasta el Ibiza donde Jean la esperaba, dándole un abrazo que le rodeaba los hombros, un beso y se encaminaban a casa de él: era un departamento de paredes con pintura café del tono al papel kraft, con sólo una habitación, un baño, una cocina y una estancia. El decorado era escaso, pues solo tenía fotografías de amigos y familiares de él sin orden ni concierto en la pared, unos instrumentos musicales -de la banda- frente al único sofá de un color beige. La habitación de Jean, por el contrario, era blanca, sin ninguna foto y con un gran espejo que reflejaba la grande y espaciosa cama con colcha azul claro y almohadas azul rey -del mismo tono del tapete ubicado a los pies de la cama-, justo de lado derecho a la cama, un armario de piso a techo, donde, pegado a la pared de lado izquierdo, había seis cajones, en medio y hasta arriba, un tubo que unía los cajones con los compartimientos de la derecha; en el tubo, Jean colgaba su variedad de chamarras, chalecos, suéteres, sudaderas y hasta sus corbatas; más o menos en medio del piso y techo, otro tubo resguardaba las pocas camisas que Jean poseía, la mayoría blancas y negras. Ya en el suelo, justo debajo de sus camisas, se hallaban sus múltiples zapatos, tenis, botas de montaña -Jean realiza excursiones al bosque con sus 3 hermanos cada fin de mes- y por último, sus pantuflas: unas eran de cocodrilo, otras de tiburón, otras parecían patas de oso pardo, las que tenían una cara enorme de zombie en donde los pies se metían justo en la boca, entre otras. Y en los copartimientos de la derecha -cinco para ser exactos- él guardaba bien dobladas sus playeras, camisetas, pantalones, pants y shorts multicolores.


-¿Qué tal tú día?- preguntó Lana, como siempre

-Oh, genial, escribí una nueva canción y ya quiero enseñársela a los chicos

-¿Vendrán a la casa? -preguntó de nuevo

-Ya están arriba. ¡Vamos!


La tomó de la mano, impaciente, y subieron las escaleras. Antes de entrar, ya se oía todo el escándalo de los chicos.


-¡Volví!- saludó Jean

-Tardaste mucho- dijo Kellan, el baterista -¡Qué hay, Lana!

-Hola- contestó ella, sonriendo -¿Ya comieron?

-No, pero la pizza viene en camino


Lana se sentó en el sofá y observó a los chicos, quienes componían la música para la letra, todos acostados boca abajo en el suelo.

A las 4:00 pm sacó su carpeta y dio inicio con sus tareas escolares, y a las 7:00 pm se fueron los chicos.


-Y... ¿Qué dices? ¿Te gustó la canción?- preguntó Jean mientras se dejaba caer en el sofá, junto a ella

-¡Claro! La letra es genial


Lana tenía la ilusión de que algún día, su novio, le compusiera una a ella.

Cenaron lo poco que había en el refrigerador y en punto de las 8:00 pm, llegó a su casa. Él se bajó del auto, le abrió la puerta y le tendió la mano para ayudarla. Una vez abajo, la dejó en la puerta de su casa, le dio un pequeño beso en los labios y se fue. 


Only learned bad thingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora