01 | Gargantilla

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Resumen: Max no usa gargantilla de protección y Checo decide hacerle una.

Advertencias: Omegaverse Checo alfa, Max omega, sin smut.

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Max es el omega más lindo de la parrilla, con sus preciosos ojos azules y esa marca en su labio superior, atrapa todas las miradas sin tener intención de hacerlo. Sergio lo sabe muy bien, pues ha recibido miradas celosas de otros alfas o betas cada que el omega se acerca a él con una enorme sonrisa, parloteando sobre estadísticas tan rápido que apenas puede seguirle el ritmo.

Max es lindo, es un campeón, un ganador. A veces, a su lado Sergio no se siente otra cosa más que insuficiente. Por eso tiene que aguantar su enojo al verlo convivir con otros alfas que se atreven a tomarlo del brazo o mirar más de lo debido su cuello libre de marcas, ¿quiénes se creen que son esos absolutos imbéciles para ser tan confianzudos con el omega?

Es el propio Max que le dice que a veces se siente muy incómodo y desprotegido en ciertas entrevistas hechas por alfas que lo miran como si fuera un simple pedazo de carne al cual hincarle el diente. Eso enciende una idea en la mente de Sergio que puede salir terriblemente mal o bien, todo depende de la suerte que tenga y de verdad espera no estar leyendo mal algunas señales que el omega manda, aquellas que le dicen que confía en él lo suficiente para aceptar algo así.

Con tantos viajes por hacer en tan poco tiempo, se le dificulta conseguir los materiales adecuados para elaborar una gargantilla de protección para Max. Debe ser perfecta para él, nada menos que eso. Una vez tiene reunidos todos los materiales, pasa muchas horas perdido en el proceso de cortar el resistente cuero y darle detalles bonitos, como el número uno marcado en el centro como el foco principal. Le toma dos semanas terminarla, con un fondo color negro y detalles tan azules como los ojos de Max. Es bastante linda y lo ha dejado con múltiples heridas en las manos, muchos ingenieros y un par de pilotos preguntan por ello, pero se niega a decirles la verdad.

La pone en una bonita caja de madera y al momento de entregarla, se acobarda. Ha visto otras gargantillas llenas de diamantes o piedras preciosas, con delicados diseños que aún cumplen su propósito de protección. Ha visto regalos de cortejo que un confundido Max ha rechazado en varias ocasiones, opulentos y elegantes. Comparado con lo que quiere entregar, hace que se sienta como una absoluta basura. ¿Cómo puede darle algo así a alguien como Max? Max, que se merece seda, joyas, champagne.

Su infantil entusiasmo lo abandona y ahora, cada que ve la caja lo inunda la vergüenza, no se atreve a deshacerse de la gargantilla, pero tampoco la quiere entregar, es demasiado rústica para ser merecedora de alguien como Max. Con el ánimo decaído, la temporada termina y la caja de madera permanece oculta entre sus cosas. Las críticas sobre su desempeño no se hacen esperar y, sin nada mejor que hacer hasta que deba ir a seguir grabando contenido para el descanso de invierno, los lee.

Al alfa no suelen afectarle las duras críticas que siempre recibe de periodistas, pero esta vez es diferente. La inseguridad crece en su corazón agobiando su mente, si en realidad es tan mediocre y mal conductor como dicen, ¿en qué estaba pensando al hacer una gargantilla para Max? Por supuesto que el omega va a rechazarla no solo por ser tan poca cosa, también porqué Sergio es poca cosa.

-Amigo, aquí apesta a tristeza. -Sergio se sobresalta y se le resbala el celular de la mano, por suerte se bloquea para que Max no pueda saber que estaba en X viendo videos de ellos dos juntos. Se pone de pie con movimientos torpes, muy consciente de la caja de madera colocada en el buró al lado de la cama.

-Hey, Max. -Suena tan estúpido. -¿Qué haces aquí?

-Me aburrí.

Claro, eso tiene mucho sentido. Sergio respira un poco más tranquilo, puede preguntarle a Max sobre cómo están sus gatos y el hombre hablará por dos horas seguidas. Mientras se distrae en recoger su celular y cerciorarse que todavía funciona, no nota al omega acercarse hasta el buró hasta que es demasiado tarde, pues ya abrió la caja y está viendo su contenido.

Su corazón se salta un latido cuando corre a cerrar la caja en vano, pues es más que seguro que Max ya vió su interior. Ríe nervioso, abrazándola contra su pecho. Al levantar la mirada Max tiene esa expresión vacía que lo pone de los nervios, sus ojos intensos y pesados se clavan en los suyos; es la misma cara que pone cada que Sergio le presta atención a los reporteros que lo entrevistan y el alfa aún no sabe por qué.

-¿Para quién es eso? -No es la pregunta que estaba esperando y por un segundo, no sabe qué decir. -Checo -Max insiste, avanzando un paso-, ¿para quién es esa cosa?

Se le estruja el corazón por su tono al final de la pregunta, tanto disgusto y repulsión. Cómo temía, no sería de su agrado. -No importa, hombre. No la voy a entregar.

-¿Por qué no?

-A él no va a gustarle. Solo mírala, él es... -suspira, derrotado-, él brilla mucho más que el sol y todas las estrellas juntas. Yo no creo merecerlo...

Mira la cajita en sus manos, se la ofrece a Max sin mirarlo, él la toma y vuelve a abrirla revelando la gargantilla en su interior. El alfa suspira, mantiene la vista en el piso, recuerda cada hora de trabajo que invirtió en el regalo, todavía tiene cortes en las manos por lo difícil de trabajar el material al no ser un experto. Pudo haber comprado una ya hecha, aunque se hubiera gastado miles de dólares, pero quería que fuera especial.

-No creo merecerte, Max.

Susurra su confesión y su mayor miedo, si el omega lo rechaza habrá hecho las cosas incómodas entre ambos y el resto del equipo, la habrá cagado en grande. Tampoco alberga grandes esperanzas de ser aceptado, ha visto los otros pretendientes de Max, las dudas inundan su cabeza llenándola de malos escenarios.

-¿Me ayudas a ponérmela?

Levanta la mirada con incredulidad, Max sostiene la gargantilla en sus manos esperando su ayuda. Nervioso, Sergio le ayuda a colocarla sobre su cuello, al cerrar el broche mira los ojos azules del omega que luce una encantadora sonrisa. -Es preciosa, gracias.

Sin pensarlo mucho, se pone de puntitas y toma la camisa del omega para obtener apoyo, cierra los ojos y junta sus labios contra los suyos. Max hace un ruidito de sorpresa, pero corresponde el beso al instante. Sus aromas contentos se mezclan en la habitación mientras ellos se pierden en los labios del otro.

Al separarse, Max lleva una mano a la gargantilla, acariciando el relieve con el número uno. -A mi papá le va a explotar la cabeza cuando le cuente.

Ambos ríen, Sergio lo ama.

Colección Chestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora