En nuestra vida tenemos personas y momentos que nos han marcado, tanto para bien como para mal. En mi caso, puedo afirmar que la mayoría de personas que me han rodeado, me han aportado más cariño y momentos felices que tristes, pero como suele suceder, los peores momentos son los que más nos marcan y los que, en gran parte, definen y crean inseguridades que nos acompañarán el resto de nuestra vida.
Me llamo Ágatha y, para que podáis entender por qué mi vida ha estado cargada de deseos, primero tendréis que conocer a aquellos que me rodean, a quiénes siempre les deseo y desearé lo mejor. A todos los que han estado, estuvieron y estarán. Empezando desde los más cercanos, hasta aquellos que no llevan mi sangre pero si tienen un pedacito de mi corazón.
Mis padres han sido personas muy importantes en mi vida, me han acompañado siempre, de alguna manera u otra. A mi padre lo he visto menos veces de las que me gustaría. En ocasiones, me siento triste porque, siendo realista, es mi padre pero muchas veces me parece otro familiar cualquiera. Nuestra relación es muy buena pero creo que nos conocemos menos de lo que padre e hija deberían conocerse. Suelo preguntarme si sabrá cuáles son mis cosas preferidas, mi color, mi comida, mi música... y reconozco que me da miedo conocer la respuesta. Pero, a pesar de ello, siempre ha intentado estar presente y para mí, es lo más importante, poder contar con él siempre que lo he necesitado, sabiendo que era muy improbable que me fallara. Siendo una de las personas a las que más quiero.
Con mi madre la relación ahora es mejor que nunca. Como veréis más adelante, no siempre la he sentido cerca, durante muchos años me sentí abandonada por ella, sintiendo un gran rencor. Me costó mucho entender que su ausencia en algunos de los peores momentos de mi vida, se debían a su propio miedo, a no tener la fuerza para ser valiente y sumirse en el temor a ciertas represalias. No ha sido fácil darme cuenta ni perdonarla del todo, pero lo he hecho. Desde hace un tiempo hasta ahora, la he sentido más madre que nunca, acudiendo cada vez que la he necesitado, dejándose la piel por mí. Le estaré siempre agradecida por permitir que nuestra relación haya cambiado tantísimo, queriéndonos como nunca. Tengo la certeza de qué, de ahora en adelante, todo será mejor. A diferencia de cuando era más pequeña, ahora siento que tengo una madre de verdad, una que daría todo por mí.
Dos personas muy importantes en mi vida son mis hermanas pequeñas. Por un lado, mi hermana mediana, la que ha compartido conmigo los peores momentos que hemos llegado a vivir y que hemos tenido que afrontar solas, con la que, hasta hace poco, siempre había podido contar y con quien más secretos he compartido. Nada nos separaba ni se entrometía entre nosotras, unidas le pudimos hacer frente a todo lo que se nos presentaba. Hoy en día, la siento como una persona lejana, ausente en mi vida. Me alegra saber que ya no me necesita, que sea independiente, pero me entristece que seamos casi extrañas.
Mi hermana más pequeña es una de mis mayores alegrías. Cada vez que la veo me dan ganas de llorar, principalmente de orgullo. Está creciendo a la velocidad de la luz y solo puedo pedir que el tiempo se ralentice, que nos deje disfrutar un poco más de ella antes de que se vuelva una persona adulta que no nos necesite para nada y quiera alejarse. Pero la realidad es que, probablemente, sea la persona de la que más orgullosa estoy. Ha tenido que sufrir mucho, pasar por cosas que nadie a su edad debería y aún así no se le borra la sonrisa de la cara, es capaz de ser feliz. Además, es la persona que más intensamente quiere a los demás, toda persona debería tener a alguien que le quiera como hace mi hermana. Es una suerte tenerla, ojalá nunca nada ni nadie nos separe.
Mis padrinos son dos personas que siempre han estado para mí. Mi padrino, mi tío, una persona con la que siempre he podido contar, que me ha dado todo lo que ha podido y más, lo quiero mucho. A simple vista, cualquiera podría pensar que es una persona seria e incluso cascarrabias, pero la realidad es que daría todo por los suyos, sin siquiera pensarlo, su familia siempre es lo primero.
Mi madrina, mi tía, mi segunda madre. A cientos de kilómetros pero a una simple llamada de tenerla cerca. La persona con la que probablemente más me he reído y con la que más sentimientos he compartido, con quien he podido hablar de todo y que más escuchada me ha hecho sentir. Ojalá con ella todo pudiera volver a ser como antes, reuniéndonos todas juntas y riendo como nunca. Una persona que ha sufrido tantísimo y aún así no duda en darlo todo por los demás.
Mi abuela, una persona que siempre nos ha cuidado, que ha velado por mi hermana mediana y por mí como nadie. Un ejemplo de constancia, de esfuerzo. Una persona que mantiene reunida a la familia, por la que todos se desviven.
Mis amigos, los que están y los que no, pero que me han permitido vivir momentos increíbles, con los que he reído y llorado, a quienes les he confiado mis mayores secretos, con quienes he aprendido y crecido.
Mi gran amor, mi primer y único amor. La persona con la que más años llevo aprendiendo lo que es querer. Una parte de mí que deseo que nunca me falte. Me ha dado todo, ha permanecido a mi lado a pesar de los contratiempos, a pesar de las dificultades. Nunca me ha abandonado.
Por último, mi conejita, mi más fiel amiga, quien me quiere sin condiciones, quien me da alegrías sin saberlo ni intentarlo, mi apoyo incondicional.
Todas estas personas serán importantes para entender un poco más mis deseos, para saber todo lo que me han aportado a lo largo de mi vida, no siempre para bien. A todos ellos les deseo lo mejor.
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Si tuviera que pedir un deseo
RomanceÁgatha ha tenido una vida cargada de situaciones que han condicionado su forma de ser, de vivir, de querer. No le ha sido fácil conseguir llegar a donde ha llegado y, ahora, quiere contarle al mundo, desde el principio, como se formó su vida.