ÉL ES EL VILLANO

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En mi pueblo había un caballero al que todos le tenían miedo, porque siempre llegaba de la nada y se llevaba a alguien con él, alguien que no volveríamos a ver.

Las madres asustadas siempre escondían a sus hijos y les decían que cuando oyeran el galope de un caballo desenfrenado y sintieran el suelo vibrar se ocultaran lo mejor posible. El caballero siempre llevaba a una persona distinta, podía ser un adulto, Pero también un niño, nunca se sabía quién sería el siguiente ni tampoco a donde se lo llevaban, solo se sabía que jamás volvíamos a verlos.

Mi madre siempre me decía que no debía esconderme, tampoco asustarme, siempre y cuando fuera una buena persona y mantuviera puro mi corazón.

Estábamos con mi amigo Ethan en el prado jugando con las mariposas que volaban entre el pasto y las flores, Pero de golpe sentimos el suelo temblar y el sonido de unos cascos furiosos que iban al galope.

Nos miramos a los ojos quedando petrificados, el caballero de armadura dorada paso a unos metros de nosotros, observamos cómo se alejaba y ni siquiera pudimos respirar de alivio, porque el caballo iba a toda prisa por el camino que llevaba al pueblo.

El camino que tomó acompañado de la furia y firmeza en la que galopaba el caballo, solo significaba una cosa... Alguien se iría.

Con Ethan corrimos lo más rápido que nuestras piernas nos permitieron hasta el pueblo, todos corrían de un lado a otro para refugiarse y asegurar que sus seres queridos estuvieran a salvo mientras el caballero se alejaba en su caballo con alguien sentado detrás de él.

- Papá... - estaba aturdido, sentí algo extraño y cuando oí a mi amigo pronunciar aquellas palabras solo podía mirarlo y me quedé congelado - ¡PAPÁ!

Ethan comenzó a correr dispuesto a seguir al hombre que se estaba llevando a su padre, Pero mi madre logro atraparlo, lo envolvió en sus brazos e intentó contenerlo mientras Ethan forcejeaba intentando escapar a la vez que gritaba al ver cómo su padre se alejaba sin que él pudiera hacer nada.

- Tranquilo cariño, tranquilo.

No entendía porque el caballero siempre se llevaba a personas tan buenas, nunca habían hecho nada, el señor Hale era un hombre muy bueno además de ser el mejor herrero, el único defecto que tenía era que bebía bastante.

Ethan pasó las siguientes seis noches con nosotros, se lo veía conmocionado, ya no iba al prado conmigo a jugar con las mariposas y en la noche se escabullía en la herrería, parecía que buscaba algo... O tal vez... A alguien...

- Cariño, ¿Dónde está Ethan?

- Creo que está en la herrería.

- Ve por él, es hora de comer.

Asentí viendo a mi madre y salí de la casa corriendo hasta encontrar a mi amigo en aquel lugar, se encontraba con la mirada perdida en una espada que había entre sus manos.

- ¿Ethan?

- La hizo mi padre... Y yo la usaré.

- ¿De qué hablas?

- Iré por el caballero y acabaré con él.

La firmeza en sus palabras me provocó miedo.

- Ethan.

- No, nada de "Ethan", el pueblo necesita un héroe y él es el villano... Alguien tiene que pararlo.

- Pero no tú.

- ¿Entonces quién?

La determinación y rabia en sus ojos me erizaba la piel, quería frenarlo, pero no sabía cómo.

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