Capítulo III: "Aferrarme a cosas innecesarias"

14 3 1
                                    

En mis sueños, la luz del alba se filtraba por el ventanal de la habitación. Grande y hermosa, sin embargo, desconocida para mí. Tallé mis ojos con delicadeza y suspiré, dándome la vuelta para intentar volver a dormir cuando el rostro de Louis se encuentra a pocos centímetros del mío, con la mejilla sobre el suave edredón. Fruncí el ceño, extrañada, y cerré los ojos con fuerza para asegurarme de que no era más que una pesadilla.

-Alison, despierta -Murmuró el oji-azul con dulzura. Colocó sus delicadas manos sobre mis hombros para sacudirme con levedad -Vamos, tienes que levantarte.

El volumen de la voz de Louis aumenta cada vez más hasta ser casi un grito, y segundos luego me doy cuenta de que se trata de la voz de Harry. Las manos sobre mis hombros me sacuden sin tanta delicadeza como Louis lo hacía segundos antes y, antes de poder descifrar qué estaba sucediendo, despierto. 

-¡Alison, despierta! Son las 6:30 a.m., tienes que despertar.

De un segundo a otro abrí mis ojos, asustada, y encontré a Harry de pie a un lado de mi cama con sus grandes manos sobre mis hombros en su intento por despertarme. No tardé en soltar un grito ahogado por la sorpresa, antes de dar un pequeño brinco para sentarme.

-¿¡Qué diablos crees que haces!? -Grité, apoyando mi espalda en en el respaldo de la cama en busca de algo de soporte.

-Te quiero en la cocina en diez minutos -Se limitó a responder, encaminándose hacia la puerta -No me hagas ir por el agua fría.

Cuando su mata castaña salió de mi habitación, sentía mis mejillas arder de rabia y verguenza. ¿Quién se creía para entrar a mi habitación sin permiso y despertarme como si fuera un perrito de la calle? De repente, despertar con Louis a mi lado lucía como el lado bueno de las cosas.

Quité las mantas de sobre mi cuerpo y me apresuré a la puerta en un costado de mi habitación, la que daba a mi baño. Un pequeño suspiro de frustración se escapó de mis labios al observar mi reflejo... Lucía fatal. Bueno, más que de costumbre, lo cual era bastante decir.

Cepillé mis dientes con mi cepillo usual y enjuagué con el té frío de menta sobre el lavabo que alguna de las sirvientas había dejado allí, al igual que todas las mañanas. Me pregunté si valía la pena llamar a Adele o Elizabeth para peinarme pero al final desistí y recogí mi cabello con un lazo en una coleta.

Luego de vestirme, me apresuré a través del castillo hasta la cocina, donde la única persona presente era Harry sentado sobre el mesón de cocina. Sostenía una manzana entre sus manos, la cual cortaba en trozos con su pequeña daga para pincharlos y llevarlos a su boca. Bastante extraño, debo admitir.

-Al fin llegas -Dijo, sin quitar la vista de la manzana -Te hice un té, aunque ya debe estar frío.

Tomé asiento en la pequeña mesa de la cocina y di un pequeño trago al té. No estaba mal.

-No tienes permiso alguno para entrar en mi habitación de esa forma -Le recordé, de forma calmada.

-En realidad, si. Tu padre me concedió el permiso.

No me encontraba molesta. En realidad, todo aquello me resultó gracioso por alguna razón, y no evité soltar una carcajada que inundó el pacífico ambiente de la cocina.

-¿Qué eres? ¿Mi nuevo niñero?

 A pesar de la pesadilla y la forma en que había despertado, me sentía de buen humor, algo poco usual en mí. Oí a Harry reír pero mantuve la vista fija en el fondo de la taza.

-Algo así, no le digas a tu padre -Bromeó, y su risa y la mía se unieron en el aire por pocos segundos.

Y fue hermoso.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 30, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Blood runs cold (If you love like that)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora