Parte 2

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Chiara

El mundo se paraba cuando estábamos juntas. Entrábamos en nuestro safe space y todo fluía de una forma increíble. Era muy fácil olvidarnos de las cámaras, y aunque ambas lo habíamos evitado, después de los 235481 ensayos de IKAG (y fueron pocos) dejarnos llevar era casi natural, pero hasta entonces no nos habíamos besado de aquella manera. 

Y ahí estaba Violeta queriendo dejarme todo bien clarito antes de irse (aunque pensarlo no solo me partía el corazón si no que me ofendía sobremanera que no valoraran suficiente lo artistaza que es) y... she definitely did!

Estar entre sus brazos era como sentirse en casa, así que cuando la vi en la terraza no pude más que lanzarme a ellos. Sabía que solo así me calmaría. El olor de su perfume me embriagó y el calor de su cuerpo relajó el mío...hasta cierto punto, porque el susurro en mi oído, sus palabras y ese roce de labios me dejó casi a la deriva. Cerré los ojos para simplemente sentir. Si íbamos a besarnos no pensaba detenerla. Esto no era un ensayo, no era una provocación divertida entre nosotras o para el fandom. Violeta iba con todo, y yo simplemente me dejé arrastrar...

Sentirla en mi boca me desató. Violeta olvidaba que yo era la que solía tomar la iniciativa, asique luché por dominar ese beso y desarmarla. La agarré por la cintura pegándola a mi cuerpo y la giré para acercarla hasta la cristalera donde empotrarla. El gemido que se escapó de sus labios me hizo sonreír, sin duda no se lo esperaba. Pero no había terminado, mi siguiente movimiento fue mi gran obra maestra. Bajé los besos a su cuello antes de subir a su oído y cantarle bajito la letra por la que más de una perdería los estribos.

Porque en mi caaaaaaaama, pago lo que debo y tú eres mi invitada

Violeta

Fue muy inocente por mi parte pensar que el besazo que le di no desataría un huracán llamado Chiara Oliver. Porque tras el impacto inicial, la Kiki decidió que no pensaba dejarme mandar, su lengua encontró la mía y aquello pasó a ser una guerra. Me abracé a su cuello mientras me guiaba hasta empotrarme contra la cristalera. Aquello me encendió más y no pude evitar que se me escapara un gemido en su boca. La vi sonreír de esa forma inocente de quién va hacer una travesura. Distraída por las mil sensaciones de sus besos en mi piel, no vi venir su sentencia final. Que me cantara aquel fragmento de la canción al oído fue lo más sensual y excitante que me habían hecho en la vida. Con esa voz tan particular suya, el poder de su canto, la letra...por suerte estaba sujeta a la cristalera por su cuerpo porque las piernas me flojearon. Estaba demasiado encendida y necesitaba sentirla más, así que con la voz ronca dije "ven conmigo" para que me dejara un segundo de tregua y así cogerla de la mano y guiarla al asiento, donde la empujé para poder colocarme sobre ella. Me dedicó una mirada retadora antes de volver a sucumbir a sus labios, mientras sus manos se colaban bajo mi ropa arañando ligeramente mi espalda.

Chiara

Claramente conseguí mi objetivo, ella me había plantado guerra y yo pensaba ganarla. Su empujón en el asiento me pareció muy provocador, pero no por ello me dejé arrasar, si quería besarme lo haría cuando yo quisiera. Cuando se aproximó pasé la lengua por sus labios mientras arañaba su espalda, haciendo que un "jodeh Kiki" se escapara de su boca. Resultaba muy excitante provocarla, pero no podía negar que deseaba volver a gobernar su boca, así que tiré de su labio inferior para atraerla de nuevo.

Hacía mucho calor, la ropa sobraba. Con cuidado empecé a subir su sudadera hasta que se dio cuenta y se incorporó para quitársela ella misma tirándola a un lado. Verla así, sobre mí, estando en tirantes (aunque llevara sujetador), con el pelo revuelto y mordiéndose el labio, parecía una fantasía. Sin dejar de mirarme con mucha intensidad, se colocó el cabello a un lado antes de acercarse de nuevo directa a mi cuello. Fue entonces cuando intenté un movimiento para cambiar de posición...no nos compenetramos y fruto del reducido espacio, ambas terminamos en el suelo con gran estruendo y unos "¡Ay!" que llamaron la atención de la casa. La suerte quiso que la que se asomara primero fuese Ruslana, cuya cara pasó de la curiosidad a la pillería en unos segundos.

—¿Ahora también voy a ser la policía guardaespaldas? Ya no puedo dejaros solas —dijo fingiendo molestia, haciéndonos reír mientras se cruzaba de brazos.

Violeta y yo nos levantamos algo doloridas, pero sobre todo rojas como un tomate de la vergüenza. Nos colocamos la ropa y el pelo ante la atenta mirada de Ruslana.

—¡Qué suerte tenéis de que esa cámara esté apagada! —dijo guiñándonos un ojo antes de regresar al interior para frenar al resto de compis que se acercaron —No os preocupéis, ha sido Violeta que se ha vuelto a tropezarse y casi se mata —comentó antes de volver a mirar atrás

—Gracias—le dije, a la vez que Violeta se disculpaba con la mano

Como respuesta, Ruslana nos sacó un dedo antes de marcharse riendo. Dejándonos de nuevo a solas. A solas...

Un segundo, dos segundos, tres segundos...

Nos miramos.

Sonreímos.

Nuestras manos se buscaron.

Las entrelazamos.

Y volvimos a entrar en nuestro mundo.

—Te quiero—susurré con necesidad, como tantas otras veces, pero con más significado que nunca.

Violeta se acercó mirando furtivamente mis labios, conteniéndose para llegar a juntar nuestras frentes. De nuevo cerramos los ojos y entrelazamos también la otra mano libre.

Nuestras respiraciones se acompasaron.

Nuestros latidos también.

Violeta

—Te quiero—dije antes de rozar su nariz con cariño.

Y aquel fue sin duda uno de los más importantes, de los tantos que nos habíamos dicho en aquel lugar, aquella Academia, a la que no pude entrar años atrás, porque debía hacerlo más tarde, para poder conocerte Kiki.

¿Quién me iba a decir, que todo empezaría con "Tú no ereh de aquí no?"?

La reportera y la guiri.

El resto ya es historia.

La unión entre tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora