Al escuchar aquello, Tai Lung se quedó un momento en silencio, viendo a su padre.
- ... ¿El Guerrero Dragón?
Ping asintió. Aquello cundía como toda una gran noticia a todo lo largo y ancho Del Valle de la Paz. Todos los habitantes celebrarían eufóricos por tal acontecimiento, aunque para el buen ganso, solo era una oportunidad más para publicitarse y vender fideos.
- Sí, así es. No sé a qué se deba el que lo hagan justo ahora, pero significa algo importante. Pensé qué tal vez tú... lo sabrías.-
Tai Lung trató de contener una pequeña sonrisa melancólica. Cuando era niño, había escuchado de la gran destreza que cada maestro en el Palacio de Jade poseía. El como habían sido entrenados con esmero, disciplina y fuerza. Todo lo necesario hasta volverse grandes guerreros que pudieran proteger al Valle, y por mucho tiempo, habría soñado con subir el monte para observarlos en persona, (aunque no es como si cualquiera pudiera visitarlo cuando quisiera). Sabía que uno de los maestros incluso era un tigre, un felino grande cómo el, y eso le hacía pensar que... tal vez, solo tal vez... ese podría ser un buen lugar para el.
Pero no... No.
Es decir, ¿Cuál era realmente la probabilidad de que pudiera llegar ahí? El era sólo un muchacho hecho a un lado por el pueblo. Si bien era imponente de apariencia, Tai no conocía ni el más básico de los puntos sobre Kung Fu como tal. Eso sin mencionar la influencia de su padre Ping, que nunca permitiría que su 'pequeñín' se alejara del restaurante para convertirse en el maestro de un arte marcial tan peligrosa... por mucho que a el le gustara la idea. Hacía mucho tiempo que había renunciado a cualquier acercamiento por ese motivo.
-Uhm... No. No lo sabía...- terminó por responder en tono algo alejado.- Bueno, pues pasará. ¿Te das cuenta de la gran oportunidad que es, hijo? ¡Todo el Valle de la Paz, reunido en un solo lugar? ¿Y sabes qué es lo que le gusta más a la gente que ver un espectáculo de Kung Fu?
- ... ¿Qué cosa?
- ¡Ver un espectáculo de Kung Fu mientras comen fideos calientes!-
Tai Lung no pudo evitar sonreír de medio lado al escuchar el ingenuo entusiasmo por parte de su padre Ping, quien era completamente oblivio a la nostalgia inusitada que le provocaría a el visitar el Palacio de Jade, rodeado de personajes notables con los que no podría ni compararse nunca. El ganso había tomado su lugar en el mostrador, terminando con las verduras para luego dirigirse a la masa de la pasta y empezar con lo que mejor sabía hacer. Cocinar.
- ... y, uhm... ¿Qué piensas preparar, papá?- preguntó el chico entonces, esperando distraerse con un ligero cambio en el rumbo de la conversación. descasando sus brazos sobre la tabla de la mesa.
- Oh, ¡Hay tanto que quiero hacer!- respondió Ping, revoloteando aquí y allá, tomando ollas, platos y especias de todo tipo. Como alguien que se desvivía por su restaurante, comenzó a fantasear con todo el buffet que podría armarse... - Fideos picates, sopa de Wan Tan, pollo Gong Bao, Chop suey, dumplings agridulces, Dim Sum, Chow Mein...- enumeraba soñador al entrar en la alacena, creando un pequeño eco.
Asi, a lo largo del día, Ping estuvo mareando a su hijo con todo lo que podría servir en el evento de mañana. Con los cambios y renovaciones que harían en el restaurante con el dinero ganado, y todo tipo de nuevas ideas para el menú de turno. El restaurante comenzó a llenarse mientras el buen leopardo escuchaba, sirviendo amablemente los platillos a los clientes. Los más cercanos, aunque todavía recelosos de la intimidante figura que representaba Tai Lung, le agradecían por su trabajo, y varios niños, más curiosos y no tan cohibidos como sus padres, hacían preguntas inocentemente invasivas.
'¿Qué eres?' '¡Eres demasiado alto!' '¿Por qué tienes pelaje gris con manchas?' '¿Tienes muchos dientes?' '¿Alguna vez te has comido a alguien? Mi mamá dice que sí'
Tai Lung sólo respondía con una sonrisa algo tímida, antes de que los respectivos padres decidieran callar a sus hijos por prudencia. La verdad era que ni el mismo sabía muchas veces qué contestar. Excepto tal vez al comentario sobre comerse a alguien... El definitivamente nunca lo había hecho. Su padre no lo dejaría.
Con ese tipo de pensamientos, el día terminó por pasar, cediendo a la noche que poco a poco se anunciaba con azules oscuros en el cielo, demasiado rápido para el señor Ping, que aún daba vueltas por la cocina, enloquecido por preparar todo para el gran día, auque demasiado lento para Tai Lung, quien pasaba a otro melancólico, mientras los clientes se retiraban a sus casas. No podía evitar fijarse el como cada uno parecía tener un verdadero lugar de pertenencia, con sus hijos, sus amigos... Todos con algo en común. Todos, excepto el.
Queriendo ignorar el taciturno instinto de suspirar, Tai Lung se dispuso a recoger los platos vacíos en las mesas para después llevarlos al interior de la cocina y lavarlos.
El agua de la pequeña pila era apenas reconfortante, pero lo suficiente al menos para calmar su pensar. Su expresión, aún así, dejaba entrever lo afectado que realmente solía estar.
Pero el no era el único con la cabeza turbada aquella noche.
Más arriba, justo por sobre la infinidad de escalones que llevaba al pomposo Palacio de Jade, se encontraban los grandes maestros, practicando como nunca, reparando intensamente en el momento que habían estado esperando toda su vida, prácticamente.
Uno de ellos sería el guerrero Dragón.
Batiendo sus alas, saltando ágilmente por entre los obstáculos, zigzagueando en el suelo como una zaeta... Cada uno hacía muestra de sus espléndidas habilidades, y era imposible imaginar algo más sorprendente entre uno y otro movimiento. Shifu los había entrenado bien, pero... ¿acaso sería suficiente?
Nadie lo sabía en el Valle de la Paz. Ni siquiera el personal del Palacio de Jade estaba por enterado del todo, pero... La abrupta decisión para nombrar a alguno de ellos como el protector místico, predestinado por el Universo, tenía una oscura razón de ser.
¿Por qué ahora? ¿Por qué no antes? ¿Por qué no después?
Un secreto a voces resonaba entre los muros del pulido mármol desde hacía años. Un murmullo arrollador que zarandeba la mente de aquel a quien llamaban 'maestro', tanto dentro como fuera del Dojo de entrenamiento.
Shifu no podía dormir.
- ¿Insomnio otra vez, amigo mío?- fue interrumpido de su letargo por una voz cociliadora, dulce como el canto de un arroyo. Los pasos arrastrados y lentos de la sabia tortuga Oogway anunciaron su llegada a la habitación del atormentado maestro de artes marciales.
- ... Sólo una noche más... Antes de mañana.
- Antes de mañana.- aseguró la otra voz, repitiendo como en un mantra.- ¿Y mañana qué ocurre?
Descolocado, los ojos cansados de Shifu se posaron en su maestro. ¿Acaso lo ignoraba? ¿El más que nadie sabía cuál era la raíz de su ansiedad para ese punto. Desde hacía noches... Días... Veinte años para ser exactos.
- Mañana, el... Guerrero Dragón será anunciado... Eso espero.
- Oh, sí... ¿Lo esperas mucho?
Con un suspiro resignado... exhausto, Shifu asintió.- ... Demasiado.
Oogway resintió las palabras de su alumno. No era solamente uno de sus mejores discipulos. Decirlo no haría ninguna diferencia, Shifu estaba perfectamente al tanot de sus capacidades. Sin embargo, he aquí el núcleo dorado de su dinámica. Eran amigos.
Acercándose con la cautela de un padre, un abuelo, la tortuga se hizo un espacio al lado de Shifu, que observaba el cielo estrellado como en una ensoñación, desde su ventana. No había luna esa noche.
-... Sé que te arrepientes, Shifu. A veces, el destino es cruel al enseñarnos lecciones. Por desgracia para nosotros, el remordimiento es uno de sus mejores maestros...-
El pequeño panda rojo se quedó en silencio. Parecía ser lo único que atinaba a hacer desde que las noticias de la prisión de Shogún llegaron a ellos, hacía un par de días.
- ... Amigo mío, no cambiarás nada quedándote despierto.
- Lo sé. Pero al menos así... - No pudo terminar su oración. Shifu no admitiría ni ante Oogway ni ante nadie que, la mayoría de las noches, sufría de horribles pesadillas. Malas pesadillas. No como las que dejan temblando a un niño, con monstruos en la oscuridad, con risas villanescas o alucinaciones de ese tipo, sino... verdaderas pesadillas. De esas que te hacen sudar en frío, y te recuerdan... que la vida misma puede ser... una tortura.
Con empatía infalible, solo digna de el, su maestro depositó una mano en su hombro. E su propio lenguaje, aquello era lo más cercano a un paño de lágrimas.
- La culpa es una carga pesada, Shifu... - murmulló, tratando de calmarlo.- ... No puede llevarse para siempre.
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Un Destino Diferente
Fanfic(Universo Alterno de ''Kung Fu Panda'', los personajes pertenecen a la franquicia de Dreamworks) Criar a un hijo tú solo no es nada sencillo. Eso nadie lo sabía mejor que el señor Ping, dueño de el 'mejor restaurante de Fideos de toda China', (segú...