《unique》

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Mi vida es complicada, siempre lo fue

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Mi vida es complicada, siempre lo fue. 

Todo comenzó el 30 de diciembre de 1995, ese día donde nací y finalmente llegué al mundo, en un hospital como la mayoría. Mi madre, Kim HyunAh me llevó en sus brazos días después hasta mi hogar, tan feliz como mi padre Kim HyoJong de que nada malo hubiera ocurrido en el parto.

Crecí feliz, rodeado de amor y educación. Mis padres me amaban mucho y yo a ellos. 

Siempre tuve problemas para hacer amigos, asíque ellos decidieron que tuviera un hermanito con quien jugar e interactuar. 

Iba a tenerlo, porque nunca nació. No sabemos cuál fue el problema pero mamá tuvo un aborto espontáneo. A mis tres años no estaba enterado de nada, pero ese dolor que tuvieron mis padres al saber la noticia nunca los dejó en paz, y por eso no lo volvieron a intentar sin importar cuánto lo quisieran.

Ellos se aferraron a mí, era su única fuente de energía. Un niño alegre y juguetón que apenas llegaba a sus vidas formando una familia. No sería la más grande pero el amor era real. Sí, lo era.

Cumplí mis seis años. Había ingresado al colegio finalmente. Recuerdo el orgullo de mis padres latente en sus ojos, animándome con sus palabras, y yo me prometía no decepcionarlos nunca con mis notas, mi aprendizaje, y si era posible, con mi sociabilidad. 

Prometía mejorar en todo lo posible para ser el hijo perfecto. Y lo fui por un tiempo.

Recuerdo el 11 de abril con pequeños flashbacks, pero aún así, logran sacarme lágrimas cada que me encierro en mí mismo. Ese miserable día fue cuando mi vida dio un giro inesperado, algo que no se supone que ocurriría. Pero mi padre falleció.

Un alegre Kim HyoJong solamente caminaba en la noche, sin hacerle daño a nadie. Lo asaltaron y le dispararon con un arma. No sufrió, dicen los doctores, él no. Nosotros sí. 

Lo perdí desde muy pequeño, a veces se siente la diferencia, su ausencia. No han encontrado a los culpables.

Mi madre se deprimió, claro que lo hizo, pero no dejó que cayéramos los dos y comenzó a trabajar. No la veía mucho pero sabía que se esforzaba por ambos para tener dinero además de la pensión que se nos era pagada.

Yo continué mis estudios. Ahora solo éramos ella y yo contra el mundo, contra nuestra propia tristeza y soledad. Aún así, siempre me dio lo que necesité.

Llegué a mis 11 años, la edad donde comenzaba a cambiar mi perspectiva del mundo y efectivamente mi ánimo comenzó a cambiar. No solo mi cuerpo.

Comencé a caer en cuenta sobre lo que llevaba de vida, todos los acontecimientos que pasaron. Sentía que me estaba autodestruyendo por dentro. Cómo el peso del pasado me pasaba malas jugadas. Y lo que menos quería era dejar a mi madre luchar sola. Pero mi mente siempre intentaba mantenerme en la depresión.

NO te aferres | VHopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora