Adaptación

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Darice:
La doctora no me había prohibido ver a su hijo, suponía que notaba como nos comportábamos estando cerca uno del otro, además, según Bastién, su hermano sonreía más y su madre estaba feliz por eso, además de que podía verlo en sus ojos, el agradecimiento a pesar de insistir en que cualquiera lo hubiese hecho, pero en secreto agradecía haber sido yo.
- El fisioterapeuta ha dicho que puede salir a dar una vuelta por el jardín, quizás caminar un poco, por ahora en silla de ruedas ‒se había sentado, se apoya en mi hombro y se sienta en la silla, beso su cabeza y salimos del cuarto, era notoria mi felicidad absoluta, sobre todo porque pasaba 24/7 con él, claro que no lo sabían, siempre conseguía colarme por las noches y dormir abrazada a él.
- Al menos ya no tengo que ver esas horribles paredes blancas ‒rio mientras salimos del edificio.
- ¿No te ha gustado la serie que te puse? ‒saludo a unos cuantos mientras paso.
- Es extraño verlo, pero intrigante y emocionante, las personas hacen eso para vivir, es increíble ‒me gustaba escucharlo hablar tan animado de las cosas que le mostraba, me hacía feliz poder compartir cosas de este mundo, las buenas más que la mierda. Sabía por Bastién que le había pedido información de mi caso, él no había querido mostrarle pero justo en ese momento recordó cómo se usaba una computadora y lo buscó, lo que vio lo puso furioso, había costado trabajo que se calmara.
- Este será un buen lugar ‒miro el pequeño jardín, acerco la silla a una banca y con cuidado lo ayudo a sentarse, me acomodo a su lado, extiendo la manta para abrigarlo, comenzaba a hacer viento frío.
- Cualquier lugar es bueno mientras estemos juntos ‒me sonríe al tiempo que entrelaza nuestras manos, no puedo evitar derretirme ante aquello. La alza y besa el dorso, suspiro complacida, en retrospectiva podrían decir que no estaba bien ya que era un paciente, pero apegándonos a eso, yo no era ni enfermera ni doctora, él no era mi paciente y podía contar como visita, así que no había problema, ¿verdad?
- Sí ‒me recargo en su hombro, era unos diez centímetros más alto que yo, apenas nada, pero no me importaba‒. Al menos ya sabes usar una computadora, el móvil no será tan difícil, mira ‒comienzo a mostrarle, lo toma y con semblante serio comienza a maniobrar, sí que sus memorias de esta vida eran de ayuda, me alegraba que aprendiera y se adaptara.

Ekene:
Creo que lo más duro había sido la rehabilitación, sobre todo porque dolía cuando me ponía derecho, pero ella estaba a cada paso y si quería salir de este estúpido hospital y formalizar lo nuestro, tendría que echarle ganas.
Durante cuatro meses estuve en revisión, tenía terapia respiratoria dos veces por semana y chequeo cada semana, entendía la preocupación de mi madre pero era demasiado.
- Todo está perfecto ‒dice la doctora Cho, ya no me sorprendía verla vestida como doctor, había visto a muchas mujeres ocupar puestos importantes, eso me había alegrado mucho, Darice quería ser doctora y estaba seguro que sería excelente.
- Gracias Susan ‒mi madre estrecha la de la mujer antes de salir.
- ¿Ya puedo ir y venir a mi antojo madre? ‒había adoptado decirle así en lugar de mamá, porque a la mía siempre le hable así.
- Siempre que me avises y que no vuelvas a hacer lo que hiciste ‒asiento antes de abrazarla, me sentía mucho mejor‒. Ella es una buena chica, un poco grande para ti pero ha tenido un efecto positivo, sólo tómenlo con calma, ¿bien? ‒sonrío asintiendo, beso su mejilla antes de emprender la búsqueda de Darice, estaría haciendo suturas como otras veces.
- Hermano ‒siento a Bas colgarse de mí, en ese sentido ellos siempre habían sido diferentes, él más expresivo mientras que yo, más calmado‒. Escuché de Milagros que te dieron de alta, ahora podemos ir a tomar y divertirnos ‒dice animado, niego.
- En realidad necesito hacer una cosa antes de que me lleves a cualquier lado ‒me mira curioso, la verdad es que no le había resultado difícil adaptarse a esto, podía ver que extrañaba a su hermano pero entendía que sin mí, su hermano moriría, así que estaba bien, él decía que tenía a su hermano y a un amigo, dos en uno.
- Cuenta conmigo para lo que necesites ‒asiento sonriendo.
- Necesito reunir a los otros, estoy seguro que estarán encantados de ayudarme ‒me zangolotea emocionado, rio ante su entusiasmos, así daría comienzo a mi nueva vida.

No soy la villanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora