Una historia en donde la protagonista nace en una familia llena de pasados hombres espadachines será obligada a seguir los pasos de sus ancestros, en su camino hacia el intento de acabar con la existencia de los demonios conocerá a los hashiras y de...
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Narración en primera persona.
...Veía negro...
Empiezo a moverme y abro los ojos. Estaba en el suelo tirada con algunas heridas y mi ropa de entrenamiento rasgado. Enfrente mío se encontraba mi padre con cara seria mientras mi mamá estaba atrás de él con mirada preocupada. Mi madre biológica murió en su labor así que padre se casó con mamá.
Padre: ¿Piensas que desmallándote cada que entrenamos hará que seas la mejor espadachín de esta generación? Que decepción.
Susu: P-padre...Yo lo lame-
Padre: ¡CALLATE! ¡A este paso solo dejarás en vergüenza nuestro apellido! ¡Maldita sea!
Mire a mí padre, él lanzó su katana de madera al suelo y se fue enfadado del patio de entrenamiento mientras mamá me miraba preocupada y se acercó a mí. Siento como me carga hasta casa y me dejo en mi futón para salir de casa.
Dirán, ¿qué paso? Fácil, provengo de una familia en donde el primer hijo debía ser hombre y así ser el espadachín más fuerte o estar en el top 3 de los espadachines más fuertes de su generación.
Por primera vez en todo el clan Yamagawa nació una chica como primera hija y no un chico, cosa que creó un caos porque de alguna manera se pensaba que hasta ahí llego nuestro legado de proteger a los demás humanos.
Así que mi padre encargó de que pasara toda mi infancia entrenando en el patio de casa mientras mis demás hermanos salían a jugar con sus amigos o hacer lo que fuese. Hoy volví de la selección final. Padre se enfadó porque según él maté muy pocos demonios así que se encargó de entrenarme más tiempo de lo normal como castigo.
De tanto pensar empecé a sentir mis ojos cansados y los cerré para adentrarme en el mundo de los sueños. Respiraba de manera lenta mientras sentía como mis músculos se relajaban de tal arduo entrenamiento.
Al día siguiente me desperté y me senté en el futón para quedarme a ver una pierna mía mientras pensaba en nada, me levante y me acerqué a mi cajón de ropa para agarrar un kimono, me quité la ropa después de haberme asegurado que la puerta de mi cuarto estaba cerrada. Agarro mi kit de primeros auxilios y saco unas vendas junto con algodón y un poco de alcohol, me quitó las vendas de ayer y las cambio por unas nuevas y limpias.
Veo a mi gorrión acercarse y entra por la ventana de mi pequeño cuarto. Mi gorrión es un gorrión de garganta blanca pequeño. Es grande con cola larga. El pecho marrón grisáceo uniforme sin estrías contrasta con la garganta blanca. Con pico grisáceo y tiene amarillo en frente del ojo.
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Susu: ¿Qué paso Akari? ¿Nueva misión?
Akari: Chu chu.
Asiento y me levanto para cambiarme por mi traje de cazadora que consta de una camisa arriba color azul tirando a negro, con el pecho cerrado y en la parte de atrás de que rango soy, una falda dos dedos arriba de mis rodillas con un cinturón en la cintura de color blanco, botas blancas con plataforma baja(estilo Kanao). Un haori azul marino con estampado de estrellas y una luna en la parte superior derecha y un sol en el otro lado(en el hombro izquierdo por atrás la luna y en el hombro derecho el sol).
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Salí de casa hace unos minutos, avise a mi mamá para que no se preocupara y emprendí mi viaje. Bajaba la montaña de manera lenta ya que recién subió el sol y miraba el paisaje de manera serena.
No tenía prisa, puesto que la misión que tenía era supervisar una ciudad en ruinas, las personas que vivían ahí ya fueron salvados, yo solo iría a ver si quedaba algún demonio vivo sabiendo que las posibilidades eran pocas, pero mejor asegurarse que acabar mal.
Seguí caminando y caminando mientras en mi hombro tenía a Akari que estaba durmiendo. Al llegar a la parte baja de la montaña empecé a caminar por las calles mientras saludaba a algunas personas que me conocían. Llegué al final de mi pueblo, por lo que me dijo Akari me falta caminar un pueblo más y ya.
Después un tiempo llegué al centro del pueblo vecino y me senté a comer en un puesto de mochi a comer. A lo lejos veo como dos mujeres se estaban burlando de una mujer, me gire a ver hacia la mujer que humillaban y vi que estaba callada, cosa que me no me gusto porque no se defendía. La mujer era una chica algo alta, con un traje de cazadores y haori blanco, pelo rosa degradado a verde y ojos verdes.
xx: Jajaja, mírala, tiene pinta de prostituta, me encanta cuando dice que gracias a ellas seguimos vivas.
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