Era una mañana tranquila, Anabel se acababa de levantar, emocionada por cumplir sus dieseis años. La sirvienta la esperaba con el vestido nuevo, regalo por parte de sus padres por su día especial, emocionada y con ayuda se pone el vestido turquesa con diseños en dorado, la asistente la ayuda a peinar, desenreda el pelo rubio y lacio, le hace una media cola elegante.
Anabel una vez lista baja las enormes escaleras para desayunar, en el gran comedor la esperaban sus padres, su hermano menor y un hombre que ella no conocía, el padre se encontraba sentado en la esquina, la madre del lado derecho y a su lado derecho el pequeño travieso de Frederick, del lado izquierdo estaba un espacio vacío entre su padre y el hombre que, hasta ese momento, ella no sabia quien era. Ella se sentó en ese espacio.
-Buenos días. (expreso la que ahora era una mujer)
-Buenos días. (hablo el padre)
-Señor Edwards, ella es mi hija, hoy cumple su dieseis así que hoy se celebraran las dos fiestas. (dijo la madre)
-¿Qué otra fiesta se celebra madre? (pregunta curiosa Anabel)
-Tu compromiso. (expreso el padre)
-¿Cómo que compromiso? (pregunta, esperando a que no sea real)
-Acabas de cumplir dieseis, es hora de que te cases y hagas tu familia. (volvió a hablar la madre)
-Pero ni siquiera lo conozco. (expreso enojada Anabel)
-Alexander Edwards, un gusto Anabel Clark. (hablo el hombre sentado a su izquierda)
-No pueden hacerme esto padre, madre no por favor. (hablo la pequeña con lagrimas en los ojos, amenazando con salir)
-Ya arreglamos todo. (termino el padre, en un tono enojado)
Anabel se levanto de la mesa y empezó a corre para su habitación con lagrimas saliendo. Llego y se acosto en la cama llorando, hasta que alguien toco la puerta.
-¿Quién es? (dijo con la voz entre cortada)
-Alexander, ¿puedo pasar?
-Si. (dijo secándose las lagrimas)
-Entiendo tu frustración pero, vivimos en una sociedad en la cual la familia arregla el matrimonio de su hija.
-Pero yo no quiero casarme, ni siquiera lo conozco a usted.
-Lo se, bueno ahora sabe mi nombre, pero si quiere el domingo viene a mi casa con sus padres, así ambas familias se siguen conociendo y mientras ellos toman el te nosotros caminamos por el jardín.
-(suspira) Esta bien.
-(sonríe al ver que acepto su propuesta) Me alegro que hayas aceptado mi invitación.
-(lo mira a los ojos) Quiero estar sola, ¿puede retirarse?
-Por supuesto, la veo hoy a la noche mi bella Anabel.
Alexander se aleja de la puerta, Anabel se queda pensando en todo, no podía creer que a sus dieseis ya estaba comprometida. Ya no quería pensar en nada, por lo que, para distraes decidió ir a tocar el piano a la sala de estar.
Anabel mientras tocaba el piano siente una mirada desde la oficina de su padre, cuando mira de quien se trataba esa mirada era de Alexander, que tenia una sonrisa, pero también la veía su padre, con una mirada de orgullo. Ambos aplauden cuando ella termina de tocar su melodía.
-Gracias. (dice Anabel)
-Se nota que estuviste practicando, esa melodía fue impresionante, te felicito. (dice con orgullo el padre)
-Digo lo mismo que usted señor Clark, toco increíble Anabel.
Anabel sonríe a media por los halagos de ambos, se levanta y se retira del salón para prepararse para la gran fiesta de la noche.
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𝐎𝐛𝐥𝐢𝐠𝐚𝐝𝐚, 𝐩𝐞𝐫𝐨...
RomanceAnabel, una chica de 16 años, fue obligada a casarse con Alexander de 29 años, ella no quería casarse con él, lo odiaba, odiaba vivir en una sociedad en donde la mujer era obligada a hacer cosas, pero, ¿qué pasa si te digo que Alexander no la obligo...