Su omega aullaba de dolor, se hacía un ovillo en su lugar cubriendo protectoramente su ya notable vientre. Intentaba comunicarse con su alfa mediante el lazo, pero este no respondía, lo único que podía transmitir era angustia por su pobre lado humano que no dejaba de llorar y vomitar en el frío piso.
No eran más de las dos de la mañana cuando Rose sintió comezón en su marca, dando señal que estaba siendo traicionado por su pareja. A causa de esto su estómago se revolvió, obligándolo a correr al baño y devolver toda su cena.
Su garganta ardía, feromonas de tristeza comenzaron a inundar el cuarto mientras lloraba desolado. Acariciaba su vientre temblando, culpándose de no haber hablado con su esposa antes para que se enterara de su estado, pero es que Jisoo se hizo tan lejana este último mes que solo lo vio solo un par de veces.
Le besó en los labios y destacó que olía rico, pero no durmió en su habitación. Como las últimas semanas donde su bebito comenzaba a hacerse notar.
Tiró la cadena del retrete, se puso en pie lentamente para poder llegar al lavamanos y poder limpiar su boca. Odiaba el sabor a vómito, odiaba sentirse solo.
Su único soporte era el pequeño cachorro en su vientre, según el médico él venía sano y si seguía consumiendo sus vitaminas y alimentándose correctamente, nacería un fuerte cachorro.— Solo quiero tenerte en mis brazos, pequeñito — musitó con la voz rota, dibujando círculos en su vientre bajo.
Levantó su mirada hasta dar con el espejo y sollozó ante su imagen; estaba enfermo. Pálido, con ojeras, su cabello estaba perdiendo el brillo y sus rechonchas mejillas comenzaban a desaparecer.
Un mareo le hizo cerrar los ojos por unos instantes, su lazo se iba estirando cada vez más. Sollozó más fuerte y golpeó con su puño el lavabo, desesperado por no poder comunicarse con su alfa para que lo reconfortara.
Se dejó caer al suelo y gateó lentamente hasta la habitación buscando el perchero donde Jisoo dejaba sus abrigos. Cogió uno y se lo llevó a su rostro para olerlo, tratando de no hacer más sufrimiento a su omega por la falta de olor de su pareja.
Y en medio del llanto, sintió como si un pecesito se moviera en su interior. Era su cachorro, su hijo estaba haciendo acto de presencia. Acarició su barriga y mordió su labio, temblando.
"Alfa, vuelve a mi, por favor"