Capítulo 2

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Aquel repentino e inesperado reencuentro la había dejado descolocada, la vida de su viejo amigo estaba en peligro, peligro real. Sentía una profunda ira por las conductas riesgosas de Luffy, que sólo podía manifestarse en lágrimas que amenazaban por derramarse. Sin embargo, no podía derrumbarse, aquello sería vergonzoso además de que nadie lo entendería.

—El simplemente perdió el control del vehículo y lo siguiente fue... fue horrible—sollozo entre lágrimas la muchacha de pelo naranja.

——Tranquila, haremos todo lo posible. Usted también está herida—intento calmarla una de las enfermeras mientras la dirigía a una habitación.

Unos minutos después cuando Hancock estuvo más calmada decidió volver a entrar a la habitación del joven. Las enfermeras habían quitado en su totalidad los restos de tela y tenía vendaje en gran parte de su cuerpo. Se había planeado realizarle todo tipo de exámenes para descartar el riesgo de muerte, pero sin duda pasaría un buen tiempo antes de que pudiera ser dado de alta. Hancock no dudaba de eso, conocía la fuerte voluntad del joven.

"Viajaré por todo el mundo y obtendré todo lo que quiero"

Hancock recordó con una sonrisa corta aquellas palabras dichas por él cuando eran un par de adolescentes.

Ella extendió su mano para apartar un mechón de pelo negro del rostro del joven. La vida los había alejado y ahora se empeñaba en juntarlos nuevamente.

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El esposo de Hancock llegó por la noche a la mansión. Sin embargo, no encontró rastros de su esposa por ningún lugar. Rápidamente marcó a su número de teléfono, sin embargo las cinco llamadas realizadas se fueron inmediatamente a correo de voz.

—¿Ahora en donde demonios te metiste?—murmuró exasperado. Marcó al número del hospital.

—Buenas noches, quisiera saber si mi mujer Boa Hancock se encuentra allí todavía. Sí, soy su esposo. Entiendo, muchas gracias—El hombre se despojo de sus ropas y con molestia se acostó en la cama.

Al parecer Hancock aún tenía compromisos en el trabajo, sin embargo aquello lo inquieto, ella nunca trabajaba más de la cuenta. Además de que no le aviso de que tardaría. Aquello no podía ser, ni repetirse, buscaría una solución.

Horas después Hancock salió del quirofano, se sentía profundamente agotada, pero aliviada. Si no realizaban la operación en ese mismo día Luffy podría complicarse y eso no lo iba a permitir. Afortunadamente todo había salido bien. Y solo quedaría cuidar su recuperación.

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—¿Qué significa esto?—Hancock no entendía lo que estaba leyendo.

—Ya no tendrás que trabajar tanto, quiero que estés aquí cuando yo vuelva. En realidad no necesitas trabajar y lo sabes.

—¿Te has vuelto loco?—los ojos de Hancock miraban atónita entre el papel y el rostro del hombre, que parecía una estatua inmutable.

—Creo que es una mejor respuesta un ¿"Gracias, te amo tanto mi amor"?

—Ya basta, esto es demasiado...— Sé sirvió rápidamente un vaso de whisky—.Quiero que dejes de estar interfiriendo en mis cosas. No quería que compraras el hospital y mucho menos que despidieras al gerente y me dieras el puesto a mi.

—Boa Hancock, ¿nunca te conformas con nada, no? Intento hacernos la vida más fácil, pero nunca es suficiente para ti. Para ti nunca nada está bien, sabes que ya me estoy cansando de esto. Dime ¿que es lo que quieres? Ah, perdón no puedes responder algo que ni siquiera sabes.

—Retráctate de lo que acabas de decir—El semblante de ella decayó, ya no soportaba ver a ese hombre, mucho menos escucharlo.

—A ver si amas tanto trabajar en ese lugar de muerte te lo regalo, pero debes cumplir con tu deber de esposa. Me parece justo.

Hancock desvió sus ojos con fastidio, gesto que colmó la paciencia del hombre. La agarro fuerte del brazo empujándola hacia la habitación.

—¡Sueltame!—Intento soltarse de su agarre—¡Me estas haciendo daño!—gritó.

La tiro a la cama y se empezo a desabrochar el pantalón.

—Tendré que recordarte quien manda aquí.

—¡No te atrevas a tocarme, me das asco!—Hancock huyó de él, sin embargo él volvió  a agarrarla.

—Ya he sido demasiado complaciente contigo, al parecer esto es lo que te gusta. ¿Eres una masoquista? —El hombre le destapó sus senos, y mordiendo sus picos murmuraba—.Eres mía, este cuerpo es mio y de nadie más. ¿Lo entiendes?

Hancock respiraba con dificultad, sentía una gran humillación, ella no era un objeto para su placer.

Cuando el se alejo para separarle  las piernas, ella vio su oportunidad, con un movimiento rápido y preciso de piernas una patada impactó en la entrepierna del hombre lo suficientemente fuerte para que ella pudiera escapar. Corrió como alma que lleva el diablo, aunque sin rumbo fijo. Solo podía pensar en escapar de aquella pesadilla. No podía ni siquiera pensar regresar a ese lugar junto a ese monstruo.

Sus pasos acelerados y las lágrimas en su rostro la condujeron sin ella percatarse, hasta el hospital en el que ahora era algo así como la jefe. Las enfermeras la auxiliaron con confusion, Hancock permaneció en silencio sin embargo no podía dejar de llorar.

Cuando estuvo más tranquila se dirigió a la habitación de Luffy, el joven dormía impasible. Ella se recostó a su lado y en ese momento no le importo nada más.

—Luffy, yo... no se que hacer, tengo tanto miedo, desearía tanto que estuvieras aquí para ayudarme—sollozó—.La vida era mucho mejor antes, cuando estábamos juntos. Pero las cosas no son siempre como las soñamos. Ahora me cuestiono si perseguir nuestros sueños era el camino a la felicidad. Porque esto que siento, definitivamente es todo menos eso. Al menos me sentiria mejor al saber que tú sí eres feliz con la vida que llevas—Hancock se acurrucó entre las mantas como una niña pequeña con cuidado de no lastimar sus heridas. Aunque no era la posición más cómoda, sin duda era su lugar más seguro en ese momento.

Se preguntó si Luffy la estaría escuchando. Pero se alivio al pensar de que no fuera así. Posiblemente si el estuviera despierto no tendría la confianza de hablar aquello. De tanto llorar, la cabeza le dolía y se sentía los ojos inflamados, sus ojos se fueron cerrando poco a poco hasta caer rendida.

—Hancock...




Continuará...

Entrégame tu Amor | LuHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora