Omnisciente
—Me odia, ¿Verdad?— Souya suspiró, tratando de sacar la poca paciencia que aún reside en su pequeño ser. La verdad que tratar con su mejor amigo enamorado y, según él, con el corazón roto y hecho una magdalena, estaba sacándolo de sus casillas.
No era la primera, y supone que no será la última, ocasión en que Hakkai está mal por algo que concierne con Mitsuya. Claro está que, a pesar de ser la persona con más paciencia conocido por muchos, tiene un límite. Y ese es cuando involucra sus estudios y su futuro como tal.
Futuro el cual, en más de una situación, escuchó lo enamorado que el pelilavanda estaba de su amigo, cosa que casi todos sabían, menos él, claramente. El menor de los Shiba estaba tan perdido en su amor por Taka-chan que no se daba cuenta de que era infinitamente correspondido.
Clásico de la rosa de Guadalupe. Pensó, incluso podría hacerse millonario escribiendo un guión para una telenovela turca o coreana basada únicamente en la historia de su amigo. Pero bueno, prefería estar ahí de apoyo que ganar ceros en base a sus amistades. Él no aprovecharía la situación como el amigo de su novio, no. En cambio Koko, él si que no dudaría en hacerlo.
—¿Por qué Taka-chan me dijo que soy insoportable?— preguntó amortiguando sus sollozos en el suave almohadón perteneciente a Souya. Sus niveles de serotonina habían bajado en picada luego de haber "discutido" con Takashi a dos cuadras de la universidad, siendo su malestar peor al recibir regaños por su supervisora de modelaje cuando hacía sus prácticas de falsa pasarela—. O sea, sé que puedo llegar a ser medio pesado. Sí. Pero no creí que me afectará tanto que lo diga él.
La pequeña mano de Angry paró en sus cabellos, alborotándolos y volviéndolos a acomodar en suaves caricias.
De verdad atesoraba estos momentos con su mejor amigo del grupito Babys of the family. Souya, al igual que Mitsuya, conseguía sacar su mejor lado a flote. La atención de su mejor amigo al verlo tan desanimado valió miles cuando éste abandonó su turno en el restaurante, pidiéndole a Nahoya que se encargue del mismo, sólo para ir con él y escuchar sus lamentos.
Una amistad que para muchos valdría oro, pero para ellos, ni él precio del diamante más caro de todo el sistema solar valía tanto como para compararse al valor tan sentimental de su amistad.
Eso, incluso llegó a causar ciertos celos, "pequeños", en Haruchiyo, la pareja del Kawata menor. Quien en varias ocasiones cuando llegaba al departamento, o al restaurante de los gemelos y veía hablar muy armoniosamente al Shiba con el pequeño Angry, no dudaba en abrazar al último por la espalda, dedicándose a besarle de tal forma que dejara bien marcado el territorio que le pertenecía.
A pesar de ya saber que el dúo de bebés era solo un par de amigos con intereses en común y un sin fin de anécdotas sin sentidos no podía evitar la necesidad de recordarle al más alto (y a medio mundo), que Souya tenía la desdicha de ser su novio.
— Angry, ¿Mitsuya estará cansado de mí?— hundió su rostro
Un golpe llegó a su cabeza, causado por uno de los tantos peluches del gemelo menor. Bueno, él también tiene sus límites. Y esos son cuando su amigo se hecha la culpa a todo. Principalmente porque, en el fondo, le hace acordar a él y su época de estar deprimido por absolutamente todo, disculpándose y justificando todas las actitudes ajenas abordándolas únicamente a su dolor. Realmente no deseaba que Hakkai, su hermano de otra madre, pasara por aquello.