𝑷𝒓𝒐́𝒍𝒐𝒈𝒐

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Hace mucho en la antigua China, la familia Hoshi gobernaban la ciudad de Gongmen, una enorme y pacífica metrópolis localizada en algún lugar de la costa del sur de China quienes tenían como emblema a los Pavo Reales, trajeron enorme felicidad y prosperidad a la ciudad pues habían inventado los hermosos fuegos artificiales llevando la felicidad a toda China. Los gobernantes de Gongmen tuvieron a su heredero al trono, lo llamaron Shen.

Shen era el heredero al trono de su padre por lo que una gran responsabilidad caía sobre él, fue criado con la más alta educación he instruido desde pequeño en el arte de la guerra para que estuviera preparado para gobernar y proteger a su pueblo. Shen siempre quiso estar a la altura de su legado, ganarse un lugar en el reino y obtener la aprobación de sus padres. Con el paso de los años el joven príncipe comenzó a estudiar y experimentar con los fuegos artificiales hasta que descubrió su poder siniestro, lo que había traído color y alegría también podía traer oscuridad y destrucción, fue entonces que se le ocurrió diseñar y fabricar armas que lanzaran proyectiles con este poder. Si conseguía armar a todo un ejército nadie en china podría rivalizar contra él, le sería fácil conquistar y gobernar a todos.

Preocupados por la oscuridad que crecía en su hijo, los padres de Shen consultaron a una adivina, ella predijo que si Shen continuaba por ese camino de sombras seria vencido por un niño nacido en Gongmen, crecerá hasta volverse un guerrero y en un futuro se convertirá en su mayor tormento; Shen escucho esta situación, se sintió herido al enterarse que sus padres no aprobaban sus planes mucho menos que ellos trataran de evitar el futuro del que estaba destinado a ser derrotado o peor de ser asesinado, la ira y el odio de apoderaron de su alma. El joven Shen se dispuso a cambiar su destino, pero lo que hizo entonces......Solamente lo sello.

Junto a la mitad de su ejército para que lo apoyaran en su búsqueda, esa noche la ciudad de Gongmen ardió incluyendo los pueblos cercanos, el príncipe evitaría a toda costa que un simple niño lo desafiara así que ataco a su propio pueblo por sorpresa masacrando a niños, bebes incluso mujeres embarazadas, no le importo asesinar a familias enteras, toda su vida el creyó que estaba destinado a la grandeza y nada se interpondría en su camino incluso si era necesario hacer todo un genocidio.

Completamente desquiciado tras cometer casi un genocidio, Shen regreso al palacio festejando su victoria, desafío al destino, nada se interpondría en sus planes, llego a la alcoba real de sus padres lleno de orgullo, pero en sus rostros solo vio dibujado horror; él no podía comprender el desprecio de sus padres ¿no lo amaban? ¿Qué no un padre haría cualquier cosa por su hijo? Realmente Shen no estaba consciente de sus atroces actos.

Fue desterrado para siempre de la ciudad junto a sus seguidores, Shen juró vengarse, algún día regresaría y toda China se inclinaría ante sus pies.

𝐓𝐡𝐞 𝐁𝐚𝐭𝐭𝐥𝐞 𝐟𝐨𝐫 𝐂𝐡𝐢𝐧𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora