Abuelita

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Esa mañana César regresaba después de una semana de gira con la obra de teatro en la que estaba trabajando en ese momento.


C: ¿Victoria?

V: ¡Estoy en la ducha mi amor!


Entró al baño aprovechando que la puerta no tenia seguro y observó la silueta femenina a través del cristal de la regadera.


C: ¿Vas de salida?

V: Si, tengo que ir a recoger a la niña, los chicos van a una entrevista.


Se quitó la ropa sin hacer mucho ruido y abrió la puerta de la ducha, ella sonrió al sentir el aire colarse dentro del cubículo, sabía que él había entrado pero se quedó de espaldas.


V: Me tengo que ir.


Se acercó a ella y la rodeó por la cintura rápida y efusivamente desde la espalda.


C: Mmm... cuanto te extrañé. ¿No hay un beso para este esposo enamorado?


Giro entre sus brazos y se quedaron frente a frente, le sonrió y se colgó de su cuello para besarle los labios con dedicación, una semana de no verse para ellos era la eternidad.


El beso junto con la sensación de dos pezones duros sobre su pecho provocaron que el miembro de César despertase rápidamente y su punta rozase el estomago de Victoria.


C: Alguien se alegra de verte.

V: No me vas a dejar ir, ¿verdad?

C: Resucitaste a tite así que ahora tienes que enterrarlo.

V: Llegaré tarde por tu culpa.


Lo miró a los ojos y le pasó las manos por el cabello mojado, echándoselo hacia atrás.


V: Que guapo estas

C: Tu estas hermosa, eres una abuelita hermosa y muy sexy.


Victoria se acercó a su oído juguetona y le susurró.


V: Y caliente.

C: ¡Ah caramba!


La cargó sujetándole las nalgas y ella enrolló sus piernas alrededor del cuerpo masculino.


La recostó contra la pared y buscó su entrada con los dedos.


C: Si que estás caliente.


Ella rio moviendo sus caderas y llevó la boca a su cuello mordiéndolo con sensualidad.


V: ¿Me extrañaste?

C: Muchísimo. Estaba deseando que llegase el momento de poder besarte...

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