Capítulo 1. Mundos desconocidos.

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Kevin:


Los seres humanos buscamos la felicidad en lugares y corazones equivocados, a todos los besos llamamos amor cuando, en realidad, nos estamos conformando con las migajas que elegimos de la vida. Con el paso de los años y la experiencia, creemos que esas migajas son las que realmente merecemos y no nos damos cuenta que ahí fuera hay un mundo de posibilidades para encontrar el amor de nuestra vida, nuestra alma gemela, esa persona que está reservando besos y caricias para nosotros.

El problema, como mencioné antes, es que nos conformamos y no nos damos cuenta que poseemos una luz tan hermosa que puede iluminar cualquier oscuridad. Esa luz es capaz de iluminar el camino para encontrar a la persona correcta.

Mientras miraba como caían esas gotas de lluvia por la ventana, casi podía ver mis lágrimas en ellas, pero suspiré y me puse a limpiar el desorden que tenía en mi habitación. Hojas con poemas dedicados a la nada, libros a medio leer, ropa limpia mezclada con la sucia, etc. La verdad era que no disponía de tiempo para ordenar las cosas porque casi siempre llegaba muy cansado o simplemente tenía flojera.
Eran las 10:30 p.m cuando, por fin, me paré de aquel viejo escritorio de madera que poco le faltaba para caerse del peso que tenía. Suspiré nuevamente y comencé a mirar la habitación para saber por dónde empezar. Vivía en un edificio cuyos departamentos eran de diferentes  tamaños; yo vivía en el más pequeño, tan solo tenía una habitación pequeña y una sala del tamaño de la habitación. Lo que más me gustaba de aquel departamento, era el balcón, ya que daba la mejor vista panorámica de la ciudad de México.

Estaba casi todo listo cuando se me dio por mirar el teléfono y no podía imaginar lo intensa que llegaba a ser mi mejor amiga Shannon. No solo era mi mejor amiga, sino que también la dueña de la editorial Space, una editorial dedicada al crecimiento de los escritores con talentos y escritores con larga trayectoria.

Yo pertenecía al grupo de los nuevos escritores y también hacia trabajos administrativos gracias a Shannon, quien vio un talento en mí que yo no veía y me animó a escribir mi libro “Sombras” que recién salía a la venta. Muchos mensajes que había en aquel teléfono era de ella, pero yo solo los ignoré pues no tenía muchas ganas de hablar con Shannon. El teléfono sonaba insistentemente, hasta el punto en el que no me dejó otra que contestarle.

--Hola Shannon ¿Qué ocurre?—. Dije en cuanto tomé la llamada, con un deje de fastidio en mi voz.

-- ¡MOCOSO! – Gritaba ella del otro lado de la línea.  Mocoso era como ella solía llamarme desde que nos conocimos en la universidad.

-- Shannon, estaba trabajando en el material que debo entregarte mañana y me has sacado de mi concentración – Ella se carcajeó del otro lado de la línea.

-- Vamos Kev, olvida el trabajo de mañana y date un respiro, por Dios. Necesito que me acompañes a la librería de Freddy, además ahí estará el representante nuestro escritor o escritora anónima, Kowalski y si, mal no recuerdo, tu le admiras ¿No?—.

Sabía que Shannon me usaría de excusa para que su amigo de toda la vida, Freddy Olmos, no pensara que ella iba a robarse a sus escritores. Mantenían esa rivalidad desde la universidad. Por lo que sabía, sus familias eran muy amigas, aparte de tener negocios en común.

--Si te digo que si ¿Dejarás de darme la lata? – Dije, acabando por reír a tanta emoción de su parte. Ella reía porque una vez más se salía con la suya.

--Pasa por mi a las 9:30, así desayunamos juntos algo suya y de paso veo si ya no tienes ojeras. Kevin debes descansar. – Eso ultimo lo dijo con voz suave y no podía resistirme a su voz; siempre terminaba por caer ante su voluntad.

Después de colgar aquella llamada con mi mejor amiga, fui a la ducha, donde me di un largo baño; al terminar, me puse el pijama que Shannon y yo habíamos comprado a juego, el cual era de dinosaurios, motivo por el que nos solíamos decir los chicos dino. Me acosté en la cama para intentar dormir, pero debo decir que me costó mucho hacerlo. Había algo que extrañaba mucho y era ese mundo donde solía perderme durante horas. Parecía que mi vida era ese grandioso mundo llamado Rol. Vivir la vida real era algo absorbente para mí, pero interpretar a un personaje mediante escrito, me hacía sentir mas vivo que nunca ¿Cuándo regresaría aquel mundo?

Hace unos años se había creado el mundo del Roleplay con el fin de desarrollar temática, hacer las cosas que no podías hacer en la vida real, enfocarte como escritor, interactuar con miles de personas alrededor del mundo y llegabas a enamorarte o acababas odiando a tu compañero de rol. Ciertamente era o es un juego para todo tipo de edades, sin embargo, casi siempre son adultos los que estamos en este mundo. Se acabó cuando Facebook borraba las cuentas porque el algoritmo creía que suplantaba la identidad de una figura pública solo por usar sus fotos, pero un grupo de desarrolladores decidieron crear una página especial para rolear.

Mientras dormía, mi móvil sonó con una notificación, despertándome a las tres de la madrugada con un mensaje que decía:

--Queridos usuarios, hacemos un llamado para que vuelvan sus personajes a la vida porque el servidor beta se inaugurará pronto. El mundo desconocido para muchos y conocido para otros está a punto de abrir sus puertas. Necesitamos de su colaboración monetaria mensual para sostener el servidor—

Muchos comenzaron a enojarse y reclamar el pago de usar la plataforma, por lo que escribí algo que se que los calmaría. Owen Olsen era un chico popular en ese mundo y si él les hablaba y animaba estaba seguro de que no se negarían.

--Oh vamos, gastamos dinero en tonterías ¿No creen que vale la pena volver? Los espero para levantar este mundo y volvernos imparables. – Dicho esto, los chicos se animaron al ver a alguien conocido; otros lo pensaron, pero al final acabaron aceptando.

Me quedé pensando todo lo que haría para mi nueva cuenta y buscando avatares, así como escribiendo la historia de Owen Olsen. No me di cuenta de que iban a ser las 7:00 a.m. Di un sobre salto y fui a la ducha para estar listo. Puse la comida de mi gata Petunia y mi perro Antares para después irme en mi bicicleta hasta la casa de Shannon, que en cuanto me vio dijo:

--¡Tienes cara de no haber dormido nada! - 
--Calma vas a tener que controlar tus gritos o acabarás envejeciendo – Dije mientras la abrazaba y dejaba un beso en su frente.

Llegada la hora, fuimos hasta la librería de Freddy. Debo decir que ese lugar me encantaba porque estaba lleno de libros, tanto antiguos como actuales. Las estanterías de roble hacían juego con el lugar, además de que podías sentarte en cualquier rincón a leer. Sin duda daba gusto estar ahí.

Me sorprendió mucho ver una de las mesas con mi nombre, Kevin Palmer, escritor de Sombras. Vi cuando Shannon se acercaba a mí con esa sonrisa y esa mirada que parecía que cargaba una pena.

--Mocoso, veamos cómo te va en tu primera entrega. Recuerda que no siempre el primer libro es el exitoso. -Dijo, dándome un abrazo y yo solo pude decir gracias.

Shannon era muy hermosa. Tenía los ojos verdes, cabello castaño claro, piel bronceada, delgada y si mal no recuerdo creo que medía 1,65 de estatura. Su rostro era de una mujer de carácter, pero una vez la conocías quedabas encantado con su personalidad.

Cuando estaba por sentarme en mi stand vi llegar al representante de la joya de la editorial Space. Esperaba poder hacerle llegar un mensaje, así que tomé uno de mis libros y lo autografié para después llevárselo a aquel representante.

Me acerqué a aquel hombre que aparentaba unos treinta años más o menos. Era un hombre bastante atractivo. Las chicas se lo quedaban viendo con cara de tontas.

--Buenas, mi nombre es Kevin Palmer Villareal, so… -- El hombre me interrumpió con una sonrisa amable.

--El escritor de Sombras. Se quién eres. Es un placer ¿En qué puedo ayudarte? -Dijo él con esa amabilidad tan sincera que solía tener.

--En primer lugar, obsequiarle mi libro a su escritor o escritora. Dígale que ahí le envío mi correo y unas preguntas. No me interesa saber su identidad, solo dígale que ha hecho un excelente libro. Como siempre, sus libros dan de que hablar—.

Aquel hombre me miró con mucho interés. Al parecer le había sorprendido el modo en que le había hablado y con una sonrisa asintió dándome las gracias. Yo me marché de ahí pues, debía regresar a mi lugar donde debía estar por si alguien le gustaba mi libro. Al llegar, me puse a acomodar mis libros, eran pocos, y la verdad que pocas personas llegaban a mi stand, pero era lo que yo esperaba. No ocurría nada interesante para mi, salvo una notificación que me hizo sonreír.

--Queridos amigos, el servidor esta activo. Pueden ingresar sus cuentas y hacer la ficha de su personaje. Bienvenido al mundo del Rol. Recuerden que la meta es divertirse. –

Una vez leí el mensaje con la indicación y me registré, generé el pago correspondiente, activé todo y regresé a mi mundo desconocido, sumergiéndome en aquella vida. Solo firmé siete libros. En cuanto terminé, desaparecí y agradecí que Shannon estuviera besándose con Freddy en las estanterías mas lejanas para poder irme a mi casa sin ser visto.

Como cada otoño, la lluvia sobre la ciudad caía con fuerza, por lo que me fui bajo el agua en mi bicicleta. Disfrutaba de lo hermoso que era la lluvia y sentir aquello cubriendo mi piel y mi cara era sentir la libertad a plenitud. Al llegar a casa encendí el ordenador y, mientras este encendía, me preparaba algo ligero para comer. Sentí cuando mi teléfono sonó con una notificación de correo electrónico pero no le puse atención en el momento pues, pensé que era publicidad.

Al poco rato, me acerqué al móvil, mirando la notificación y mis ojos no daban crédito a lo que veían. Intenté sentarme en la silla del escritorio, pero resbalé porque no me di cuenta que estaba mal ubicado al sentarme. Miré el mensaje que decía lo siguiente:

--Muy valiente para querer saber de mí cuando yo lo sé todo de ti, Owen Olsen-

--¡La madre que me parió! – Grité de dolor por el golpe y por la impresión de leer aquello.

¿Cómo rayos saben de mí?  ¿Acaso es hacker?  Apague el teléfono y lo tiré por la aquello, asegurándome que cayera al suelo y de inmediato apagué el ordenador. Respiré profundamente, pues tenía que pensar con claridad aquello.

Sombras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora