[Capítulo 1: Odd Worldd]

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Un tranquilo día nublado se marcaba como el veinticuatro de diciembre en los calendarios. Las calles de la gran Seúl eran concurridas, como siempre, humedecidas y resbalosas a causa de la incesante lluvia. La tarde comenzaba a caducar, siendo reemplazada por los tonos anaranjados del cielo al comienzo del anochecer, el viento helado sacudía los árboles como se acostumbraba en las noches de invierno. Noche Buena, no era la excepción.

Felix yacía en el sofá del cómodo departamento que compartía con su madre, abrigado y envuelto en mantas, chateando con sus mejores amigas, como era de costumbre. El olor hogareño de la comida para la cena navideña expelía de la cocina, donde su madre tarareaba alguno que otro villancico, disfrutando de la calidez de la época.

Su madre y él eran estrictos fanáticos de la Navidad. Cenas familiares junto a la chimenea y regalos en la comodidad de sus pijamas, a un lado del pino decorativo, el cual también amaban decorar en conjunto, era el mejor panorama invernal, para cerrar con broche de oro el largo año.

El pelirrubio, a sus veintidós años de edad, estudiaba en la universidad central de Seúl y cuidaba a su madre de la soledad. Era bastante feliz con su vida, y aunque, el triste fallecimiento de su progenitor haya dejado un vacío en los corazones de ambos, Lee, el salir adelante dejaba de serles difícil luego de un tiempo. Tenían una vida cómoda, y eso era lo esencial para el chico de pecas.

— Lix, cariño, ayuda a tu madre con la cena, ¿Quieres?

La señora Lee se asomó por el marco de la puerta que separaba la cocina con la sala, donde el rubio se encontraba. Este, con un asentimiento, abandonó la comodidad del sofá de un salto y se aproximó a la cocina, revisando las ollas humeantes llenas de diferentes preparaciones. Su madre le señaló la única de estas que no estaba terminada, tratándose de un ramen a medio hacer, por lo que puso manos a la obra y siguió las instrucciones indicadas por la mujer, deteniendo el paso en una indicación en específico.

— Mamá, esto lleva huevos... se terminaron hace unos días.

El rubio miró a su madre, confundido, y esta palmeó su frente con decepción. La noche estaba cayendo, cosa que complicaba un poco la situación. Dudaban en encontrar algún mercado abierto a estas horas en plenas fiestas.

— Tranquila, iré a ver si encuentro algún lugar abierto, no perdemos nada con intentar.

La mujer asintió y, luego de extenderle el dinero, dejó ir a su hijo, dispuesta a terminar todo de la cena antes de que él volviera, para así estar listos a tiempo.

Felix se despidió con una cálida sonrisa para así salir del departamento, encaminándose en las oscuras calles en busca de algún lugar abierto las veinticuatro horas. El frío viento chocaba con sus mejillas, enrojeciéndolas levemente, sus dientes castañeaban al compás de sus pisadas y el sonido de los pocos vehículos que ahora rondaban la avenida lo mantenía en paz. Caminaba con una mezcla de serenidad y precaución, abundantes nubes cubrían el cielo, dándole un toque tenebroso a la festiva noche, más las luces navideñas de las diversas terrazas lograban darle un tipo de confort al joven rubio, quien se aproximaba cada vez más a su destino, una tienda de convivencia recientemente abierta y que, para su suerte, permanecía abierta hasta media noche.

Su GPS lo indicaba por las últimas calles que debía atravesar, hasta dejarlo fuera de la puerta de cristal de una tienda de convivencia digna de película tenebrosa.

La tienda solo era iluminada por un defectuoso cartel de neón, con las palabras "Odd Worldd" brillando tenuemente, así dejándolo ver en el cristal una pequeña nota que indicaba que se encontraba abierto. Felix no se permitió pensarlo muchas veces y se acercó para así empujar la puerta y entrar al lugar, el cual, ahora iluminado por grandes lámparas de tubos fluorescentes. El estado de la tienda era cuestionable, ya que lucía un aspecto viejo y descuidado, incluso sucio.

Ignorando aquellos pensamientos, Felix se adentró más en profundidad a la tienda, recorriendo algunos pasillos sin recoger nada, dirigiéndose hasta lo que sería la caja registradora. Un amplio mesón lo recibió, este estando completamente vacío, a pesar de una registradora pequeña y cerrada con un candado. Sin indagar más la superficie, el rubio pasó del mesón, su curiosidad por el misterioso lugar, aumentando cada paso que daba, y para alimentar más esta, un largo pasillo escasamente iluminado de manera incandescente. Felix tomó un respiro profundo y se adentró a la penumbra, evitando el temblor de sus manos, y claramente, olvidando el porqué había llegado ahí.

Sus pasos no cesaron al adentrarse completamente en aquel pasillo. No había indicios de que estuviera acompañado, o al menos eso creía, ya que al seguir avanzando pudo escuchar al lo lejos una suave música electrónica, cosa que lo hizo prender alerta. No podía negarlo, sentía el miedo recorrerle de cabeza a pies, pero la curiosidad era mayor, por lo que no se detuvo, a pesar de que todos los sucesos le decían que debía escapar. Algo que no podría describir lo jalaba tal imán hacia el origen de aquel sonido.

Sin esperar mucho más, Felix se topó de frente con una suave cortina de hilos, que cubría el final de aquel pasillo, desde techo hasta suelo, sin dejar un espacio descubierto. A través se lograba apreciar una suave luz en tonos azules, destellos trataban de escaparse de la desconocida habitación, pero al parecer la suave cortina hacía muy bien su trabajo, ya que Felix no podía ver por esta, así que la opción de saciar su curiosidad sería mover la barrera y echar un pequeño vistazo dentro. Nada que temer, ¿verdad? Así que, con un último inhalo, sus manos temblorosas movieron los densos hilos de seda, revelando poco a poco más de la destellante luz.

Se adentró a la habitación luminosa, topándose, para su sorpresa, a un desconcentrado chico de cabellos azules, quien estaba produciendo la música desde una tableta, lo suficientemente grande como para abarcar ambas de las manos del chico. Este se veía de una estatura promedio, tez blanca y prolija. Sus ojos con lentes prontamente se levantaron de aquella pantalla, revelando el brillo azul en estos a Felix. El chico desconocido miró con una pizca de duda al pecoso, tratando tal vez de reconocerlo. Felix por puro impulso, siguió avanzando a pasos lentos, sin dejar de mirar al muchacho peli azul, hasta llegar frente del escritorio en el que este se encontraba. Se aclaró la garganta de manera suave para poder dirigirse al expectante chico.

— Hola...

La voz grave de Felix resonó en las paredes, hasta llegar a los oídos del peli-azul, quien no tardó en rebuscar por los cajones de aquel escritorio, hasta encontrar una pequeña lista, en la cual tan solo había unas pocas palabras escritas. Los ojos de Felix se pasearon por la lista con curiosidad, más no pudo leer lo escrito, ya que la mirada del desconocido se volvió a posar sobre él, desconcertándolo al punto de acelerar su corazón a tope. Sus pensamientos hubieran divagado de no ser por la voz que interrumpió.

— Soy Chris, Chris Bang, el encargado de aquí... es un placer tenerte aquí, Yongbok.

El ahora identificado como Chris, le señaló con el dedo índice, otra de aquella cortina que había visto anteriormente, está siendo de un suave y armonioso color rosa. La seña era claramente una invitación a seguir el camino y atravesar la cortina, y, por alguna razón desconocida, Felix solo siguió la orden sin chistar, echándole un último vistazo a Chris antes de fijarse en su nuevo objetivo. La mente revuelta en preguntas retóricas, sus manos temblorosas aun acompañándolo, pero aun así, en el fondo sabía que no podía detenerse. 

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⏰ Última actualización: Sep 28 ⏰

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