CAP 23

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Tiene lágrimas en los ojos y definitivamente no sé que expresión estoy haciendo yo porque Sergio se echa a reír y me abraza en cuanto me pongo sobre él. Entrecierra los ojos, diciendo cosas tiernas con la voz de un hombre tímido. Besando mis mejillas, mi boca y mis oídos. Dice después de un rato:

—¿Estás seguro de que eres virgen? —Y continuó casi sin aliento— Sé amable conmigo, ¿Sí?

Por favor, elógiame más. ¡Porque soy un virgen que lleva aguantando tus increíbles reacciones por horas sin tener un maldito infarto! Lo que es más, me dijo que fuera gentil pero juro que me estoy volviendo loco con toda esta situación. Agarro sus muslos con ambas manos, lo levanto y lo extiendo sobre la cama. Con todo expuesto, Sergio vuelve su cara hacia un lado como si se hubiera vuelto increíblemente tímido de pronto.

Cuando acercó la punta, Sérgio me ayuda a guiarme para que pueda entrar. Al mismo tiempo, descubro que su ano ya esta todo suelto y lindo.

La punta entra...

—Ugh...

Los ojos de Sergio están cerrados con fuerza, pero no parece dolerle.

—¿Estás bien?

Pero mi cintura no se detiene. Hace calor, estoy increíblemente mareado.

—Ah, ah... Estoy  bien... Ah... ¡Ah!

Cuando entro hasta el fondo, siento que la punta de mi pene empuja por completo su pared de carne. Está temblando, con la espalda curvada y la boca toda abierta.

Esta aceptándome...

—¿Te duele?

—No lo sé.

El interior de Sergio se encoge fuertemente, se ondula. Me aprieta y me retiene en un solo lugar... ¿Es normal que se sienta así? ¿O es este terrible ajuste exquisito exclusivo de él? Intento quitarme de encima la desesperante sensación de eyaculación. Es demasiado estimulante pero no quiero parar. ¡Qué atractivo es cuando jadea de esa manera! Quiero escuchar más. Todavía más.

Definitivamente un poco más.

—Oh...¡Oh!... ¡Maxie!  Espera... ¡¡AH!!

No podría soportarlo ni un momento más, incluso si de pronto gritara que le duele terriblemente. Sergio presiona y sacude las caderas. Me atrae de una manera espeluznante. Pongo mi codo al lado de la cara de Sergio y paso mi brazo bajo su cabeza, para sostenerlo un instante. Las manos de Sergio entonces giran alrededor de mi espalda y se clavan con fuerza sobre mi piel.

Inhalo su olor mientras le beso la oreja y golpeó mis caderas contra su trasero una y otra vez. Constantemente. El sonido de la carne golpeando violentamente contra un lugar mojado reverbera de una forma descuidada por toda la habitación.

—Es... Espera un poco...

Sergio me habla cerca de los labios. Sin embargo, su voz era totalmente contraproducente si lo que intenta es que dejae de moverme. Sus palabras son lo mismo que un mal hechizo para mí.

—¿Duele?

—No... Pero siento que ya...

Sergio iba a correrse y quería que parara, pero sus piernas me envuelven como si ya me echaran de menos aunque todavía sigo allí.

EL LINDO HOMBRE QUE PUEDE QUEDAR EMBARAZADO. | CHESTAPPEN.   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora