II. Llanto de deslumbro

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Serpenteantes, los destellos pintan una etérea luminiscencia en el vacío y oscuro lienzo que llamé alguna vez cielo.

Se me escapan torpemente los versos, caen recostados sobre el concreto. Solo sonrió nerviosamente y miro hacia arriba.

Claro. Magia encerrada no irradia luz. Tapé mis esferas con mis creatividades, en busca de la solución a mis incógnitas de medianoche.

Y me regó la paz, deslízase desde la punta de mi nariz, cosquilleando por mi vientre hasta verterse por el concreto, inundando mis pies en un inocente charquito. Se ahogaron mis versos, y mis creatividades no los ayudaron, ni me dejaron verlos. Será señal de que me mantuviese inmóvil, síncope por dentro y serena por fuera. Aunque eso digo yo. Tal vez las esferas de alguna libélula vagando por allí hayan presenciado otro escenario.

No quise descortinar mis esferas, precisé el simple acto de pacificación en la que la Luna me bañó, fui envidiada por los destellos.

Cansadamente, se lloraron estrellas, dejando como rastro un laberinto digno de atisbar. Maliciosamente, dejé espiar por entre rejas.

Te ví. Apaciguada. Eras todo. Te volví a ver luego, tímidamente, dejando al fin caer mis manos. Seguí sonriendo, ¿pues quién podría decaer a tu par?
Mis labios se unieron a un mohín. Eras llanto de deslumbro, tal vez explique así tu retrechero ser. Y por una vez por todas, lo valía. Me hiciste valer. Sin importar si dejaba de ser asoleada. Dejaría de solejar si fuera ser por verte.

Reincorporada al fin, me agaché para recojer los ahora susurros, empapados, que se desvanecieron entre mis rejas como arena. Entonces me rendí. Callé y paseé mis últimas fuerzas de mis esferas por tu silueta, tratando de no caer lívida y exhausta al suelo.

Desde ese día, le agradecí a la Luna. Díjese nunca dejé de hacerlo. Eras mi mejor regalo creciente en las sombras que imponía el caer del Sol. Eres bendición de medianoche. Y el día que seas solo un recuerdo, esperaría a que me lloren los destellos a mí también, e irme contigo, pero siempre a tu par, tal vez con los ojos destapados esta vez, o las oraciones ordenadas. Sabe Dios a dónde.

Créditos a Lloviendoestrellas por la gran inspiración, GRAN.

Dedicado a mi "esposa". Sofía, ojalá no leas esto.

ㅤ𝘣𝘳𝘢𝘨𝘨𝘢𝘥𝘰𝘤𝘪𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora