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— Todo está en orden, Joven, el cuarto está completamente adaptado y con todo lo que solicitó, puede pasar a revisarlo si desea

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— Todo está en orden, Joven, el cuarto está completamente adaptado y con todo lo que solicitó, puede pasar a revisarlo si desea.

Una vez más la voz de los molestos científicos de rango bajo llegó a mis oídos, a este punto, creo que he perdido la cuenta de cuantas confirmaciones me han hecho a lo largo del día.

Llevo meses, por no decir años, planeando esto, claramente sé como ha transcurrido todo, si el más mínimo detalle sale mal, es suficiente con extender mi boca, sacar a relucir mis colmillos y arrancarle la cara al inepto que haya cometido el error.

Después de todo, tengo ese privilegio de hacer y deshacer cuando quiera, siempre y cuando se trate de algún experimento del cual esté al mando.

En especial si se trataba de mi querido, lindo, adorado y desgraciado hermano gemelo, Roier.

— Estoy al tanto. Vete. —musité, haciendo un ademán con la mano para que se largara. No necesitaba ayudantes, pero sabía que no eran solo eso.

Eran simples idiotas que solo acataban mis órdenes, supuestos ayudantes. Una gran farsa, puedo hacer todo solo, no necesito de nadie y los altos mandos lo saben, pero necesitan vigilarme de alguna manera, después de todo, también soy uno de sus experimentos.

Afortunadamente, no soy tan desastroso y problemático como ElQuackity, además, a diferencia de él soy mucho más útil. Por eso, a pesar de no salir de las instalaciones, tengo más beneficios que él.

Es eso o estar encerrado en una puta habitación blanca mientras mi hermano sale a disfrutar el mundo exterior. Siempre ha sido él quien puede interactuar con otros.

Pero ya no más, es mi turno.

La tabla entre mis manos se quebró antes de que me diera cuenta, arrugando el papel con algunas notas. El simple hecho de pensar en todo ese tema hacía que me hirviera la sangre, era desagradable.

Suspiré profundo, perdiéndome en mis propios pasos sobre la cerámica blanca, mis pies se movían en automático, pero ya sabía a dónde iba.

Bastó con ingresar el código y escanear mi huella dactilar para abrir aquella puerta, ingresando al lugar. Una celda, dos camas, varias ratas, una única y compleja maquina externa a las de los signos vitales. Di un paso tras otro recorriendo el lugar, a pesar de que había echado a perder la perfección de la hoja plana, empecé a chulear las cosas que estaban bien, dibujando una palomita en cada una de estas.

Antes de terminar, no pude evitar distraerme con una carpeta en específico que estaba junto a una de las camillas, el nombre y la foto estaban claros y grandes, las letras daban igual, pero podía ver la estúpida cara de Roier allí pintada, sonriente, como si no tuviera preocupaciones. Era la foto que le habían tomado para ser registrado como habitante de la isla.

¿Lo odiaba? No estaba seguro de ello, ¿Odiaba que tuviera todo lo que yo no? Sí, definitivamente.

Era un dolor de cabeza, pero pronto tendría mi libertad, con eso no habría nada que envidiar.

little bear | fake spiderbearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora