Tres promesas,

Capitulo 1

Steve Roger

Cuando desperté todavía continuado volando. Creí  que había dormido más, aunque el vuelo no era tan largo. Me interrumpió el sueño  la misma pesadilla de siempre, que me  ase abrir los ojos empapado de sudor y con una taquicardia que dura varios minutos.

En mi sueño tengo seis años y me encuentro en el asiento trasero del coche. Algo acaba de suceder, algo que mantiene el trafico parado a media carretera. Mamá esta asustada. Papá baja del coche y ofrece su ayuda. Me deslumbra una luz roja y blanca que me proviene de una ambulancia que alcanzo a distinguir a lo legos. Mamá esta ten preocupada que no se da cuenta que me acabo de escapar, aun cuando me prohibieron que bajara del auto. Camino a escondidas entre el resto de automóviles  que conforman una fila interminable.

Entonces llego hasta un espacio abierto donde se encuentra un vehículo  totalmente destrozado, como si aquello fuera una función de circo. Hay restos de cristal por todos lados y el olor a gasolina es insoportable

En mi sueño me escabullo hasta acercarme al los restos del coche y entones es cuando lo veo: el cuerpo de una mujer sin vida, cubierta de sangre, que tiene los ojos fijos en mi. Aterrorizado , me quedo paralizado y no recupero la movilidad hasta después de unos segundos. Tan pronto como puedo,  escapo de allí y voy en busca de mis padres. Pero, en lugar de llegar a nuestro coche, me topo con la ambulancia que  minutos antes me cegada.

Me siento perdido y , por un segundo, considero la posibilidad de no poder volver a casa. Entonces mis ojos descubren el rostro más tierno y dulce que jamás han visto, a pesar de que su mirada se esconde detrás de la tristeza. De pronto, todo alrededor desaparece.

Me encuentro en un espacio oscuro e infinito. Se apodero de mí una ansiedad que me roba un grito de desesperación, ni siquiera mi voz existe. ¿O será que en mi sueño soy mudo? Entonces un latido en la ceja derecha, que luego se convierte en dolor, me saca inmediatamente del sueño; es tan real que al despertar parece que que  aun lo siento.

Siempre he tenido claro que las imágenes de mis sueños son más que eso. En realidad, son recuerdos de una tragedia que sucedió hace muchos años y que mis subconsciente jamás ha podido olvidar. Ni aunque intenté  recordarlo podría hacerlo con tanto detalle como en mis sueños. Respiré profundamente tres veces y sequé mi frente con servilleta de los cacahuates. La señora del asiento a un lado de mi me miro como si yo fuera portador de un virus contagioso y todo el avión estuviera condenado.

Faltaba muy poco para descender, pero el tiempo se me  hacía eterno, y más porque sabía que Sharon estaría esperándome en el aeropuerto. Sin duda alguna, fue lo que más me costo dejar atrás durante lo dos años en Londres.