II

6 0 0
                                    

El rostro de Mizake había quedado impregnado  en mi mente de tal forma que me desconocía a mí mismo.

Al día siguiente de haberla conocido, sucedería lo inimaginable.

Me levanté temprano como de costumbre para ir al consultorio. Me alisté, dejé servida la comida de mi perrito y salí rápidamente.
La puntualidad me caracterizaba desde siempre.

Me encontraba afuera de mi casa esperando un taxi por aplicativo, cuando de pronto recibí una llamada de un número no registrado.

—Hola buenos días, con el doctor Álvaro  Valer?.— preguntó una voz femenina y misteriosa.
—Sí soy yo. ¿Con quién hablo?— respondí.
—Mi nombre es Francia Alva, soy representante de Glow Mining Company. Mi compañía tiene un convenio con la clínica en la usted labora, por ende me otorgaron su número.
Me gustaría ofrecerle una propuesta de trabajo muy peculiar a las afueras de la ciudad.
—Dígame de qué se trata.— consulté.
—En una de nuestras operaciones se ha reportado un brote masivo de alguna extraña afección a la piel en nuestro personal. Hace algún tiempo improvisamos un campamento médico, sin embargo no contamos con ningún dermatólogo.
—Me gustaría ayudar pero no puedo dejar mi trabajo en la clínica.— argumenté.
—Un médico suplente ocuparía su lugar hasta que usted vuelva y no perdería su empleo, yo misma hablé con el director de la clínica.

En ese momento no lo podía creer, me estaban reclutando para una misión donde estaba en juego la salud de muchas personas al mismo tiempo. La señorita Francia me dijo que querían al mejor especialista en la materia y estaban dispuestos a pagar lo que se apor tenerme.

En mi relativamente corta trayectoria como médico dermatólogo nunca antes me habían considerado así.

Acepté la propuesta.

Acepté sin pensar mucho más, no pregunté dónde era la operación minera, ni siquiera las condiciones en las que haría mi trabajo.
Mi espíritu por querer ayudar y un llamado hacia la aventura en las afueras de la ciudad primarían en aquel momento.

Francia me citó en la tarde a su oficina.
Ese día trabajé solo hasta el mediodía y luego llegó el médico suplente.

La curiosidad por mi paciente del día anterior, Mizake, seguía presente en todo momento. Me preguntaba si volvería a verla.

¿Qué pasaría si ella vuelve a consulta y me ve de encontrarme a mí encuentra a otro médico?
Mi oportunidad para conocerla se desvanecería.

Ya en la tarde, fui a la oficina de Francia para acordar los por menores de mi nueva labor.

Al llegar, me recibió muy amablemente y me invitó a tomar asiento mientras esperábamos a la Jefa de seguridad industrial y salud ocupacional.

—No tarda en llegar, ella será su supervisora durante toda su estadía en la mina.— avisó.
—Está bien, señorita.— respondí.

Al cabo de unos dos minutos, el sonido de los pasos acercándose a la puerta activaron mis sentidos, volteé ligeramente la cabeza en dirección hacia esta y pude observar el ingreso de una dama elegantemente vestida que era.... ¿!Mizake!?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 03 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

RosáceaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora