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Cuando tenía sesenta y ocho años, para Ruslana y para mí no había mayor alegría que engreír a nuestros nietos. Zachary, el mayor, amaba molestar a sus primas más pequeñas, Maddie y Kenzie. Por otro lado, el hermano pequeño de Zach, Nicolás; y la hija de Bruno, Nia, eran inseparables.

Yo, por mi parte era la abuelita tierna que presentan en todos los cuentos. Mi tiempo favorito es hornear galletas para cuando ellos llegaran de visita, y darles dinero a escondidas como si fuera droga.

Ruslana, en cambio, se consideraba una abuela más cool. Permitía a mis nietos comer el postre primero, jugar cuando llovía y les contaba historias de terror a los más grandes.

Nuestros hijos nos reprochaban por aquello, pero Ruslana y yo éramos felices con esos niños, y eso era todo lo que importaba.

Next door - Ruski TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora