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Te iba a dejar por dos semanas.

Empezando el día de tu cumpleaños.

¿Cómo se atrevió?

—¡Lo siento! Realmente no pude opinar al respecto.— Chiara retrocedió levemente para alejarse de tu ira.

Te quejaste.

La adorable Suzete intervino para romper la creciente tensión. —No deberías ser tan dura con Chiara, Violeta.—

—Sí, sí, Violeta. Chiara dijo que no tiene elección.— Dijo Ruslana después de comer un poco de su pollo frito.

—Por alguna razón, que Ruslana me defienda no me hace sentir nada segura.— La chica de ojos azules/grisáceos del grupo hizo un mohín mientras miraba dudosamente a su amiga.

Tus cejas se fruncieron al escuchar el automático quejido de Ruslana.

—Pero juro que te protegeré.—

—Sí, Sí...—

—Creo que Suzete tiene razón, Vio— Suzete no pudo ni terminar su oración cuando la miraste.

—¡Ahh, Violeta! ¡No seas mala con mi Suzete!—
La mirada fija en tu rostro se suavizó. —¿Acaso tú, Violeta, la miembro más amorosa del grupo, miraste con furia a Suzete?—

La chica de cabellos negros y piel oscura se veía un poco deprimida por la penetrante mirada que le habías mostrado.

—L-lo siento, Suzete.— Tartamudeaste, sintiéndote culpable por hacer sentir mal a la otra del grupo.

—Ahora ya sabes con qué tipo de mirada tengo
que lidi—

—Nos estamos yendo del tema de nuevo, Chiara.— Interrumpiste y cruzaste tus brazos. Estabas más enfadada que desde... la semana pasada. Era dificil no verte alterada con Chiara y Ruslana juntas. En especial cuando se abrazaban o miraban demasiado. —¿Desde hace cuánto sabías que te ibas?—

—Ehm... ¿Cómo una semana?— Alcanzó a decir Chiara.

—¿Y no nos lo dijiste?—

—¡Estaba ocupada!— La chica de cabello negro gritó impotentemente, despeinando su cabello con frustración.

—¿Por qué no dejamos a Chiara un momento en paz?— Dijo Denna tratando de calmar las cosas.

Hmm..

Decidiste interrogarla un poco más.

—¿Ocupada con qué exactamente? Incluso te libramos de los ensayos la semana pasada.—

Hasta agregaste un tono molesto a esas palabras.
Las demás chicas permanecieron en silencio.
Conocían tu lado diva y sabían que no debían intervenir.

—Estaba... haciendo algo.— De repente Chiara se quedó extrañamente en silencio, mirando a nadie más que a ti.

—¿Haciendo algo...?—

—Sí. ¡Pronto lo descubrirás así que deja de insistir!— Frustrada y sin energía, la menorquina se dejó caer en la mesa.

Te sentiste triunfante por su derrota pero eso no alivió tu molestia.

Chiara jamás se había perdido ninguno de tus cumpleaños desde que se conocieron.

—Bien.— Dijiste con tono de molestia una vez más y tomaste una lata de refresco que tenías enfrente para tomar del líquido vigorizante que vagamente olía bien. Esperando que eso aliviara tu hipertensión.
—Te lo recompensaré. Te lo prometo, cielo.—

Te ahogaste con la Coca-Cola que estabas bebiendo, pues no esperabas que tu amiga se dirigiera así hacia ti. Miraste a Chiara sólo para ver que tenía esa astuta sonrisa.

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