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Seguiste caminando por la acera mientras buscabas la mencionada intersección. Te preguntabas por qué Chiara era tan imprecisa con las direcciones cuando conocías el camino.

Conocías bien esa ciudad después de todo y sabías, perfectamente, que el puesto del que hablaba era una florería.

—Ah, Violeta, estábamos esperándote.—

—¡Hola Bea, Martin!— Saludaste a tus amigos que salieron de la tienda. Aunque era invierno,
la dependienta seguía recibiendo a la gente con maravillosas flores que cultivaba en su invernadero. Sus coloridos productos definitivamente le dan vida al invierno.

—Hoy es tu cumpleaños, Vio— dijo Martin amablemente aún sin echarte un vistazo. Estaba ocupado observando un ramo mientras te hablaba.

—Así es. No me molestaría si me regalaras un beso, Martin.— Dijiste mientras lo mirabas curiosamente.

—Eso no pasará Violeta— el menor procedió a darte el ramo que estuvo observando todo este tiempo.

Aceptaste el frágil regalo con agradecimiento.

—¡Gracias, Martin!— Examinaste el ramo y encontraste gladiolos amarillos y claveles rosados. Tocaste los suaves pétalos, sonreíste.
Rara vez recibías flores tan hermosas. Sin embargo, en medio de todos los colores, notaste un pequeño tono azul.

Prefiriendo no suponer qué eran esas flores azules, le preguntaste a Bea. —Ehm... Bea,
¿qué son estas flores azules?—

Bea simplemente sonrió, divertida —Me sorprende que no las conozcas, Violeta. Son Myosotis. Mejor conocidas como "Nomeolvides".—

—Oh... ya veo.— Parpadeaste tontamente.

De todas las flores por olvidar...

—Debo decir que Chiara tiene un gusto peculiar en flores— dijo Martin antes de darte un pedazo de papel.

—¿Chiara...?—

—Ella las escogió, Vio.—

Desdoblaste el papel que te dieron.

"Presiona: Play -Chiara"

—Ahora corre, Violeta— Te dijo Martin con una mirada de complicidad. —Disfruta tu cumpleaños, ¿sí?—

Agradeciste y te despediste de ambos antes de volverte a poner los audífonos. No podías quitar tus ojos del ramo mientras presionabas Play.

—"Te estás sonrojando ¿cierto?"

Parpadeaste y sentiste que la sangre llegaba a tu rostro. Ahora que preguntó si estabas halagada, tu cuerpo recordó que debías estar sonrojándote porque de repente recibiste flores.

Flores de ella.

—"Ojalá pudiera verte, Vio. Debes estar tan linda justo ahora, tomando ese lindo ramo."

Estabas muy tentada a golpear el Walkman pero no lo hiciste. Sólo era una grabación. Y, además, las bromas sólo eran un pequeño precio por ese borroso sentimiento que te abrigaba en este frío día.

—"Espero que sepas que significan esas flores, pero bueno... estamos llegando al final de este cassette también. Tu siguiente anfitriona debería estar por ahí. Le dije que estuviera visible pero, conociéndola, probablemente se distraiga. Por suerte no la envié sola. Pero te aseguro que ya están ahí, si no, recibirán unos buenos regaños cuando vuelva''

Con eso, sabías perfectamente que estaba hablando de Ruslana, y con su eterna compañía;
Juanjo.

¿Quiénes más podrían ser...?

Presiona: PlayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora