Capítulo 0: Tormenta inminente

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Isla Conozensa (Gulzenia)

El desorientado y pequeño mensajero llegó a lo más alto de la colina poco después de que el crepúsculo hubiese culminado con la aparición de una magnífica luna, aunque a juzgar por las negras nubes que se aproximaban amenazadoramente por el horizonte, la calma no duraría mucho tiempo. Allá abajo, al fondo de los negros precipicios costeros, las olas del mar de Gulz rompían contra los requeríos y los farellones, azotando una y otra vez las bases de los sombríos pináculos rocosos que caracterizaban aquel apartado rincón de la isla. Las plumas de su cola se erizaron al sentir el viento costero, el viento de la tormenta que se avecinaba esa noche.

Mirando a su alrededor con evidente confusión, el colorido pokémon emplumado esperaba encontrar un edificio imponente en aquel lugar, pero lo único que podía ver era un prolijo manto de hierba y aquellas monolíticas rocas negras desperdigadas sin orden aparente. Dando un brinco y revoloteando con fuerzas, el volador hizo su mejor esfuerzo para permanecer el mayor tiempo posible en el aire antes de regresar a tierra. Lo único que pudo ver fue una especie de discreta casita adosada junto al más grande de los monolitos. Fastidiado, el tipo roca rascó las escamas de su mentón con las garras de sus alas, repasando mentalmente las indicaciones que le dio su nuevo jefe, verificando que no se había equivocado de rumbo al venir a esta isla. De pronto, una sospechosa luminiscencia surgió de la nada detrás del monolito más grande, sacándole de su ensimismamiento.

—¿Hola? —preguntó el Archen caminando hacia la luz—. Disculpe, estoy buscando la sede del Gran archivo. ¿Puede decirme por dónde..?

Un inesperado objeto rectangular envuelto en una misteriosa aura púrpura apareció de la nada frente a su rostro, teniendo que evadirlo a último momento. Otro le siguió y después un tercero. Tras evadirlos todos, el Archen comprendió que los objetos levitaban en torno a algo, o mejor dicho, a alguien; se trataba de una criatura espectral de cuerpo extrañamente etéreo y cuya armazón oscura parecía contener toda esa energía espectral en forma de orbe, que de todas formas escapaba por los costados y sobretodo, por la parte superior, irradiando todo a su alrededor con esa pálida luminiscencia.

Justo parecía tener otro de esos bultos cuadriculados ante su rostro, pero con una mirada completamente ausente, con los ojos totalmente iluminados por el oscilante resplandor púrpura, al igual que los objetos. Al verlos con mayor detenimiento, el Archen se sorprendió al descubrir que se trataba de imponentes y pesados libros. Algunos incluso con cinchas y correas de cuero sosteniéndolos.

—Buenas noches —saludó tímidamente el mensajero a la criatura tipo fantasma, tratando nuevamente de llamar su atención después de recobrar la compostura—. Disculpe, siento molestar, pero tengo un mensaje que...

—Espere un segundo. Solo un poco más a que termine este capítulo... — murmuró la entidad con voz suave pero firme. Aquello fue suficiente como para darle a entender al tipo roca que la fantasma hablaba bastante en serio y decidió obedecerle. Un par de minutos de incómodo silencio después, finalmente la pokémon dio por terminada su lectura—... y listo. Un final un poco agridulce el de esta parte, me parece.

—Siento molestarla durante su lectura, señorita, pero necesito entregar un mensaje urgente para el gran cronista. ¿Podría decirme por donde llegar al Archivo?

—¿Mensaje para el gran cronista? Fusfus-fus... —la risa de aquella criatura de la noche inquietó en gran medida al Archen. No le gustaba como oscilaba la iluminación púrpura a través de su cuerpo—. ¿De parte de quién?

—De parte del gran Sabio, nada menos.

—¿Desde isla Tremante, eh? Vaya, sí que ha venido desde lejos entonces, a pesar de ser un novato.

Pokémon Ausvandel II: La brigada de la tempestadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora