Capítulo IX. Rango S, Equipo Obligatorio.

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Capítulo IX. Rango S, Equipo Obligatorio.

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     Con una sonrisa en el rostro, acaricié el cuello de mi compañero, sintiendo la conexión entre nosotros crecer con cada caricia. Aegis, el nombre resonaba en mi mente con un sentido de propósito renovado. Era más que un simple título; era un pacto entre nosotros, un símbolo de nuestra unión en este viaje incierto.

—Así que serás Aegis, ¿Eh amigo?,— murmuré, dejando que el nombre se deslizara suavemente de mis labios. Sentí una respuesta vibrante en su energía, como si mi compañero equino estuviera de acuerdo con la elección. Era como si hubiéramos encontrado un punto de entendimiento entre ambos, una comunión que trascendía las palabras.

Con Aegis a mi lado, me sentí más confiado, más seguro de que juntos podríamos enfrentar cualquier desafío que se nos presentara. Montando sobre su lomo, me dejé llevar por la sensación de libertad que solo un jinete y su caballo pueden experimentar.

Mientras avanzábamos por el paisaje completamente nevado de la tierra de la espada, dejé que mis pensamientos se perdieran en la vastedad del horizonte. Aegis y yo éramos un equipo, unidos por lazos que iban más allá de la comprensión humana. Juntos, enfrentaríamos los peligros y desafíos que el destino nos deparara.

Con el sol brillando sobre nosotros, pero sin ser capaz de calentar siquiera uno de nuestros cabellos y el viento acariciando nuestras mejillas, nos adentramos en lo desconocido, listos para escribir nuestro propio destino en las páginas de la historia. Zephyr y Aegis, unidos en un vínculo inquebrantable, cablgando hacia el horizonte, listos para enfrentar lo que sea que el futuro tuviera reservado para nosotros.

—Solo espero que el futuro por fin sea brillante,— susurré en voz baja, dejando que las palabras se perdieran en el viento que barría la tierra de la espada. Era un deseo simple, pero cargado de significado, una esperanza que había estado latente en lo más profundo de mi ser durante tanto tiempo.

Con Aegis a mi lado y el horizonte extendiéndose ante nosotros, me permití creer que quizás, solo quizás, el mañana nos traería la luz que tanto anhelábamos. Con cada paso que dábamos, avanzamos hacia un destino incierto, pero lo hacíamos juntos, armados con determinación y el vínculo indestructible que compartimos.

Y así, con la promesa del mañana brillando en nuestros corazones, continuamos nuestro viaje, listos para enfrentar lo que sea que el destino nos tuviera reservado. Porque mientras tuviera a Aegis a mi lado, sabía que siempre habría esperanza, siempre habría una luz que nos guiaría en la oscuridad.

Mientras cabalgábamos a un ritmo tranquilo, aproveché un momento de calma para tomar la espada que había venido a recuperar. Con cuidado, deslicé la hoja de su funda, sintiendo el peso familiar en mis manos. A pesar de ser más grande, más fuerte, el peso de la hoja era perfecto para mi, su longitud también lo era, en definitiva, está espada en verdad fue hecha para mi. Aunque confiaba en que Ghislaine había cuidado de ella durante mi ausencia, sentí la necesidad de asegurarme por mí mismo.

Con atención meticulosa, pasé los dedos por la hoja, examinando cada centímetro en busca de cualquier daño o irregularidad. Para mi alivio, la espada se encontraba en perfectas condiciones, tan afilada y reluciente como la recordaba. Una sensación de gratitud llenó mi corazón, tanto hacia Ghislaine por su cuidado como hacia la propia espada por haber sobrevivido al paso del tiempo.

Mushoku Tensei: Empezar de Cero. (Vol. 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora