"Todo irá bien"

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Jack Conway, el superintendente y gobernador de los Santos. Uno de los alfas más temidos y respetados de la ciudad, tanto por el norte, como en el sur.
Un hombre bastante serio y con una vida triste y ajetreada.
Otros alfas podrían descifrar que no tenía casi nada de aroma, seguramente por la pérdida de su anterior Omega, Julia, su difunta mujer que murió a manos de una persona a la que temía y a la que deseaba torturar y llegar a matar de las formas más atroces posibles existidas.

Pero, ¿alguien podría hacer que ese aroma de Conway volviera a surgir? ¿Alguien podría llegar a volver hacerle feliz? ¿Alguien que estuviese con él para que pudiera desahogar correctamente?

Así es, solo había una persona en la ciudad en el que vivía y ese era...

Un tal Freddy Trucazo. Otro alfa. Comisario y el segundo rango más alto. Un hombre todo lo contrario que Conway. Alegre, divertido, bromista, aunque con un gran dolor por dentro.
Trucazo era la única persona que podía hacer calmar a Conway con sus problemas, el único que hacía que el superintendente llegase a estar feliz y con una sonrisa, aunque fuese bastante leve y ladina.

El superintendente se encontraba dando vueltas en su despacho, acompañado del Comisario que lo miraba inquietante.
Llevaban un largo día de trabajo, en el que un agente II había fallecido a manos de una de las personas más temidas de la ciudad.
Conway se encontraba en un mal estado, casi llorando por aquella muerte en la que no pudo hacer absolutamente nada.

"Conway, escúchame neno" La voz del Comisario era bastante tranquila, quería tranquilizar al su superior y actual pareja, pero nada de esto le funcionaba. Así que decidió soltar un poco de su aroma, este era un chocolate amargo.

"Freddy, no aguanto más, no puedo con más muertes. He enterrado a más de cuarenta y cinco agentes...Quiero dimitir, no puedo más con esto" Su voz comenzó a quebrarse lentamente mientras se sentaba en la silla de detrás de su escritorio.

"Conway, no ha sido tu culpa, no podíamos hacer nada al respecto" Se dirigió hacia la silla del mayor lentamente, para luego situarse delante de esta, en un pequeño espacio entre el escritorio y la silla en el que se encontraba el gobernador de los Santos. "Si dimites, la ciudad se va a la putísima mierda y lo sabes, neno"

"Lo sé, pero odio tener que plegar otra bandera y enterrar a un agente..." Se levantó lentamente y cuando lo hizo, abrazó al gallego lo más rápido posible, rodeandole el comisario automáticamente con sus brazos.

"No plegarás ninguna otra bandera, hazme caso" Soltó un suspiro cuando escuchó al más alto, que en este caso era Conway que solo podía soltar leves sollozos y unas lágrimas mojaban levemente su propia camisa negra.

"No puedo más..." Susurró mientras apretaba el abrazo que tenía con el Comisario. Estaba bastante afectado por la muerte de aquel oficial, que aunque parecía que no le importaba nunca la vida de su malla, era todo lo contrario, daría su vida por ellos.

"Shh... Relájate, neno, relájate..." Comenzó a acariciarle la cabeza lentamente con una de sus manos, notando como el aroma de Conway se hacía levemente presente, un aroma a café que estaba demostrando que estaba algo más tranquilo.

"Soy nuclear, Freddy, toda persona a la que toco o me rodea le acaba pasando algo. Dime que a tí no te pasará nada, Trucazo, dime que estarás siempre ahí..." Alejó levemente su cabeza del hombro del Comisario y lo comenzó a mirar fijamente con una vista completamente nublada por las lágrimas que ocupaban todos sus ojos.

"No me pasará nada. Todo estará bien." Respondió a lo que le dijo el superintendente con bastante seguridad, algo que en realidad no sentía ya que no podía afirmar algo que no sabía si en verdad podía llegar a pasar. "Siempre estaré ahí para tí"

"¿Me lo juras, Freddy?" Murmuró mientras veía a su pareja fijamente con una mirada apagada. 

"Te lo juro pituquiño. Solo recuerda, Valbuena está en un lugar mejor, descansando junto a Ivanov, Gonetti, Torrente, Leopoldo, Leónidas y Albertito" El gallego esbozó una sonrisa tranquilizadora, que fue efectiva en Jack.

Conway le dió un beso a Freddy en la frente para después separarse lentamente del abrazo y llegar a mirarlo fijamente. Se limpiaba lenta y cuidadosamente los ojos con ambas manos, quitando así las finas y pequeñas lágrimas que estaban por caer de sus ojos con un recorrido hacia sus mejillas.

"¿Ves, neno? Todo va a ir genial. Ahora te traigo un vaso de agua y solucionado"

El gallego comenzó a caminar hacia la puerta del despacho del Superintendente con la intención de salir a por el susodicho vaso de agua. Salió del despacho lentamente, cerrando la puerta para que nadie viese al americano y gobernador de Los Santos llorar como un crio.

"Pues ascendió como Albertito, al cielo" Susurró Freddy con una sonrisa ladina y algo burlona mientras agarraba un vaso de plástico y lo rellenaba del agua que se encontraba en un dispensador de agua.

Al parecer a Freddy no le importaba en lo más mínimo si moría alguno de los policías de su malla, como si fuesen de alto rango, no le importaba. Solo le importaba la vida de su actual pareja y jefe de trabajo. Si Conway moría, una parte de Trucazo también lo haría.

"Toma, neno, para tí" Exclamó el gallego mientras le tendía a su jefe cuando ya entró en el despacho el vaso de agua algo fría para que el contrario la bebiese y se tranquilizase para después poder estar tranquilo patrullando o ambos tumbados en la cama.

"Gracias Freddy" Bebió lentamente el agua algo fría que contenía el vaso que tenía en una de sus manos.

"No es nada, pituquiño. Venga, ahora vámonos a casa a descansar, que te mereces un descanso después de tantas horas" Cuando dijo aquello Freddy ladeó levemente la cabeza y sonrió.

Ahora ambos se encontraban en la casa que compartían, tumbados en una cama. Freddy tenía la cabeza acurrucada en el pecho descubierto de Conway mientras acariciaba con su dedo pulgar las muchas cicatrices que tenía este por el pecho, tanto del machetazo que su hijo le dió en una iglesia, de bala o quemaduras.

"Te quiero Freddy" Susurró el mayor mientras le acariciaba la cabeza al que recientemente había mencionado con una de sus manos lentamente, con cuidado de no tirarle del cabello.

Al parecer el intendente se estaba quedando dormido por culpa del cansancio acumulado en más de tres días en el que intentaron secuestrar a ese mismo agente, no había llegado a dormir nada por culpa de los nervios y miedo porque le pasará algo. Luego de unos minutos cayó rendido.

"Yo también Conway" Levantó la cabeza levemente para ver si este se había quedado dormido, cosa en la que había aceptado completamente para después sonreír y volver a apoyar su cabeza en el pecho del estadounidense. "Todo irá bien..."

Ahí se encontraban los dos rangos más altos de la Policía durmiendo en una habitación con un aroma algo intenso a café por parte del superintendente, uno acurrucado encima del otro, después un largo y duro día de trabajo en el que murió un agente. Aunque ese día no fue nada bien, siempre entre ellos todo lo irá.

-FanFics Fredway-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora