ᴏɴᴇ

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Demasiadas formas de hundirse en la miseria, y Valentín había elegido la que era más cliché y de cornuda. Pero bueno, era lo que hacía siempre que se sentía mal.

Karina sonaba a través de los parlantes de su equipo de música. Afuera, la lluvia torrencial de ese domingo solo contribuía a lograr que se sintiera más miserable aún. Desde el viernes que no ponía un pie en la calle, y no planeaba hacerlo de todas formas.

El suelo frío del baño contra sus pies descalzos era el único cable a la realidad que tenía en ese momento. Su mirada estaba perdida en los azulejos color blanco que cubrían la habitación, haciéndola parecer más fantasmal que nunca. Comenzó a mover unos de sus pies con impaciencia cuando la ansiedad se asentó con fuerza en su pecho, y las lágrimas no tardaron en deslizarse por su rostro pálido. Estaba solo, solo en una situación en la que tendría que tener el apoyo y la contención de su pareja.

Pero Agustín no estaba, y no pensaba llamarlo ni buscarlo bajo ningún término.

Limpió las gotas saladas con furia, queriendo aparentar fortaleza y estabilidad, pero fallando al instante en el que la siguiente canción de su playlist sonó en su departamento.

Tú no te imaginas lo que siento por tí

Como me haces falta cuando estás lejos de mí

Si tú me dejaras no sabría qué hacer

Cambiaría mi vida, me podría enloquecer


Bueno, su psicóloga decía que era bueno sacar el dolor de su sistema, y que escuchar este tipo de música muchas veces era la mejor manera. Pero no estaba funcionando, para nada. Dolía más incluso, cada que las letras parecían relatar a la perfección sus pensamientos y emociones. Y la presión en su pecho, que lo venía acompañando hacía varios días, no hizo más que aumentar.

Iba a cambiar la música pero se encontró haciendo un puchero cuando al encender la pantalla, lo primero que vió fue su fondo que era una foto de él y el chico de San Lorenzo, abrazados y posando para la cámara.

Levantó su mirada al techo, inhalando profundamente para evitar la nueva tanda de lágrimas que se avecinaba. Ya le dolía la cabeza, y sus ojos no habían tenido descanso desde el sábado. Era probable que rozara la deshidratación para este punto.

Pido a dios que ese momento nunca llegue

Y que proteja nuestro amor

Como tú no existen dos

Hasta el fin del mundo te iría a buscar

De ti nada me puede separar

Cruzaría los siete mares hasta llegar a ti


De forma automática, terminó en el mismo chat que había leído de principio a fin, más de 10 veces solo en aquel fin de semana. Mordió su labio al leer de nuevo los últimos mensajes que Giay le había enviado, que a su vez, eran los últimos del chat. Porque no había dudado en bloquear al mayor cuando cayó en cuenta de que era una batalla perdida. Agustín no iba a recapacitar, y él no estaba dispuesto a soportar más de esa tortura.

La vida los había encontrado en la selección argentina Sub 15. Rostros nuevos cubiertos con el mismo brillo de emoción, sonrisas tímidas de niños inocentes cuyo único deseo es jugar a fútbol y demostrar que pueden ser grandes. Barco en particular, recuerda ese día como si hubiese sido ayer.

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⏰ Última actualización: Apr 06 ⏰

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𝑷𝒂𝒑𝒂 - 𝑮𝒊𝒂𝒍𝒆𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora