Capítulo IV

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Nate se levantó de un salto y corrió hacia el escritorio donde reposaba el diario rojo, el cual no había abierto desde su regreso del hospital

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Nate se levantó de un salto y corrió hacia el escritorio donde reposaba el diario rojo, el cual no había abierto desde su regreso del hospital. La urgencia por comprender la conexión entre las imágenes en el noticiero y el perturbador contenido del diario lo impulsó hacia el objeto que parecía estar en el centro de esta pesadilla.

Al llegar al escritorio, Nate notó con una sensación helada en la espina dorsal que sobre el diario rojo descansaba una foto polaroid. La imagen capturaba una masacre, pero no era una cualquiera: era la misma escena de horror que se transmitía en el noticiero en esos momentos. Las similitudes eran impactantes, como si el diario hubiera anticipado o, de alguna manera, registrado de antemano la violencia que estaba teniendo lugar.

El pulso de Nate se aceleró mientras sus ojos recorrían la fotografía, tratando de encontrar detalles que pudieran arrojar luz sobre la conexión entre el diario y los crímenes. La atmósfera en la habitación se volvió aún más opresiva, y la certeza de que el diario estaba directamente vinculado a los eventos sangrientos que se desarrollaban en la pantalla del televisor dejó a Nate aturdido y con un nudo en el estómago.

La periodista, con una expresión de pesar, se disculpaba ante la audiencia, explicando que las imágenes que acababan de ser transmitidas no debieron ser reveladas. Una falla en el sistema de cámaras y computadoras había provocado la inoportuna filtración de la impactante imagen de la masacre. Mientras la periodista intentaba tranquilizar a la audiencia, el noticiero se sumía en una pausa momentánea, dejando a Nate temblando con la foto en la mano.

El borde de la fotografía sostenida por Nate revelaba una escritura algo descuidada que añadía una capa adicional de horror: "Si aceptas la invitación, no habrá víctimas mañana."

Las palabras escritas con tinta desordenada resonaban en su mente, como un eco amenazador que reverberaba a través de la habitación. La invitación mencionada sugería que, de alguna manera, Nate estaba involucrado en este macabro juego y que su respuesta podría determinar el destino de las posibles víctimas.

Nate sollozó mientras guardaba la fotografía en el diario, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza contra su pecho. La amenazante invitación volvía a mostrarse, indicándole que debía dirigirse a la Biblioteca Central, aunque la incertidumbre de lo que le aguardaba allí lo dejaba paralizado por un momento. ¿Qué conexión tenía con estos eventos? ¿Quién estaba detrás de esta retorcida invitación y por qué él estaba involucrado?

Fue entonces cuando Nate, recién consciente del detalle, se percató de que, si la foto estaba en el diario, alguien debía haber entrado en su hogar. La idea lo estremeció. Corrió hacia la entrada y revisó el suelo de madera, empapado por la lluvia reciente. Buscó desesperadamente cualquier rastro que indicara la presencia de un intruso, pero no encontró nada. Ninguna huella, ninguna señal de que alguien hubiera ingresado.

Abrió la puerta y escudriñó a su alrededor, examinando la oscura noche con mirada ansiosa. Todo parecía estar en calma, como si la tranquilidad exterior contrastara con el caos que se desataba en su vida. La inquietud se apoderó de él mientras consideraba las implicaciones de la invasión aparentemente invisible en su hogar.

Nate mordió ansiosamente sus uñas mientras su mente giraba en un torbellino de preguntas sin respuestas. Con el diario firmemente agarrado en una mano y la mochila y el celular en la otra, salió corriendo de la casa con una urgencia impulsada por el miedo y la incertidumbre. El corazón latía desbocado en su pecho mientras atravesaba el umbral y se adentraba en la noche.

Cruzó el parque que se extendía frente a su hogar, cada paso resonando en el silencio de la noche. Las sombras se alargaban en el suelo, oscureciendo el camino que se extendía ante él. A medida que avanzaba por el sendero oscuro que llevaba hacia la biblioteca, la oscuridad parecía cerrarse a su alrededor, envolviéndolo en un abrazo gélido que aumentaba su sensación de vulnerabilidad.

Nate se aferraba al diario como a un salvavidas en medio de un océano tormentoso. No sabía qué podría encontrarse en la Biblioteca Central, aparte de libros polvorientos y silencio sepulcral, pero la amenaza escrita en las páginas del diario era real y palpable. El peligro acechaba en cada sombra, alimentando su miedo y haciéndolo sentir como si estuviera siendo observado desde las profundidades del bosque que bordeaba el sendero.

Con el corazón, aun latiendo con fuerza en su pecho, Nate subió las escalinatas que conducían a la imponente entrada de la gran biblioteca. La estructura de piedra se alzaba majestuosa ante él, proyectando una presencia imponente que parecía absorber la luz de la noche y devorar los sonidos que lo rodeaban. A pesar de que no era raro que la biblioteca estuviera desolada a esas horas de la noche, la sensación de estar solo en ese lugar aún le enviaba escalofríos por la espalda.

Una vez dentro, Nate recorrió con la mirada el vasto espacio, buscando algún indicio de presencia humana. Sin embargo, la ausencia del bibliotecario, cuya presencia solía ser una constante reconfortante en ese ambiente silencioso, solo aumentaba su inquietud. La quietud era casi palpable, envolviéndolo en un manto de tensión mientras avanzaba por los pasillos sombríos.

Tomó la tarjeta de invitación del diario entre sus dedos temblorosos y la examinó con cuidado, sintiendo la urgencia de descifrar el próximo paso en este extraño juego en el que se encontraba atrapado. Las palabras escritas en la tarjeta se aferraban a su mente, insinuando un destino incierto que lo aguardaba en algún rincón oscuro de la biblioteca. Necesitaba saber a dónde dirigirse desde ese punto, aunque la incertidumbre y el miedo lo envolvían como un abrazo gélido en la noche.

"Estantería de Misterio", rezaba la inscripción en la tarjeta de invitación, y Nate arqueó una ceja con curiosidad. Esperaba algo menos convencional, algo que no estuviera tan directamente relacionado con el género del que hablaba la tarjeta. Sin embargo, la sorpresa no fue suficiente para detenerlo en su búsqueda. Con determinación, se adentró entre las enormes estanterías que se extendían frente a él, sumergiéndose en el laberinto de libros que parecía abarcar todo el conocimiento del mundo.

A medida que avanzaba entre los pasillos, los títulos y las portadas de los libros parecían danzar ante sus ojos, ofreciéndole un abanico de historias y mundos por explorar. Romance, fantasía, ciencia ficción: todos los géneros imaginables se presentaban ante él, cada uno con sus propias promesas y secretos. Sin embargo, a pesar de la riqueza de opciones, Nate no lograba encontrar la sección de misterio.

Sus pasos resonaban en el suelo de madera mientras recorría los interminables pasillos, con la sensación de que el tiempo se dilataba a su alrededor. La falta de presencia humana y la quietud sepulcral de la biblioteca añadían una capa adicional de tensión a su búsqueda. Cada vez que se detenía para examinar una estantería, el silencio lo envolvía como una manta densa, recordándole la gravedad de la situación en la que se encontraba.

 Cada vez que se detenía para examinar una estantería, el silencio lo envolvía como una manta densa, recordándole la gravedad de la situación en la que se encontraba

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El Segador de Almas #ONC2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora