Capítulo VIII

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Al llegar a los últimos pisos del hotel, el recepcionista guio a Nate hacia uno de los lujosos ascensores

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Al llegar a los últimos pisos del hotel, el recepcionista guio a Nate hacia uno de los lujosos ascensores. Nate, con la llave en la mano, se sintió como si estuviera caminando hacia lo desconocido, con cada paso que daba, la ansiedad crecía en su pecho.

Finalmente, el recepcionista detuvo el ascensor en el piso adecuado y Nate le entregó la llave, sintiendo una mezcla de nerviosismo y curiosidad. El recepcionista tomó la llave con elegancia y deslizó la tarjeta por el lector, abriendo la puerta de la suite.

Al ingresar, Nate se quedó sin aliento ante la magnificencia de la habitación. Era como si hubiera entrado en un mundo de fantasía, lejos de la realidad que conocía. La suite era espaciosa y luminosa, con enormes ventanales que ofrecían vistas panorámicas de la ciudad iluminada por la noche.

Los muebles eran de diseño elegante y moderno, con detalles lujosos en cada rincón. Un sofá grande y acogedor ocupaba el centro de la sala de estar, junto a una mesa de centro de cristal y una chimenea de mármol que emanaba un calor reconfortante.

La decoración era exquisita, con obras de arte en las paredes y adornos cuidadosamente seleccionados en cada estantería y mesa auxiliar. Nate se sentía como si estuviera en un palacio de cuento de hadas, rodeado de lujo y opulencia.

Sin embargo, a pesar de la belleza deslumbrante de la habitación, Nate no pudo evitar sentir una ligera jaqueca al contemplar tanta grandiosidad. Era como si la magnitud del lugar fuera abrumadora para su mente, acostumbrada a una vida mucho más sencilla y modesta.

El recepcionista sonrió con amabilidad mientras extendía una tarjeta roja resplandeciente hacia Nate, quien la recibió con cierta incredulidad. La tarjeta estaba adornada con un diamante real incrustado, lo que le otorgaba un brillo deslumbrante.

—Si gusta adquirir atuendos para las diversas fiestas que se hacen aquí, use esto —dijo el recepcionista con un tono cortés y profesional—. Es suya y es sin límite alguno. Puede comprar lo que quiera.

Nate observó la tarjeta con asombro, sin poder creer lo que estaba escuchando.

—¿Esta tarjeta sin límite? —preguntó, buscando confirmación.

El recepcionista asintió con una sonrisa tranquilizadora.

—Sí, ha quedado bajo mi cuidado, mientras usted regresaba, Rey de Diamantes —respondió el joven con orgullo, como si fuera un honor servir a alguien de tan alta categoría en el hotel.

Nate se quedó perplejo ante la generosidad de la oferta y se preguntó cuál sería el verdadero propósito detrás de todo esto. Aunque la idea de tener una tarjeta de crédito ilimitada era tentadora, también despertaba sus sospechas sobre las verdaderas intenciones del hotel y de aquellos que estaban detrás de su misteriosa membresía como "Rey de Diamantes"

Nate se quedó parado frente a la imponente puerta de su suite, observando el reluciente pasillo del hotel mientras el recepcionista descendía en los ascensores nuevamente. Una vez que estuvo a solas, Nate inhaló profundamente y giró el pomo de la puerta, ingresando al lujoso refugio que se le había asignado.

La habitación era una obra maestra de la elegancia y el confort, con detalles cuidadosamente seleccionados que emanaban un aura de opulencia y refinamiento. La luz suave de las lámparas creaba una atmósfera cálida y acogedora, haciendo que cada rincón de la suite pareciera aún más acogedor.

Nate cerró la puerta con cuidado detrás de sí, sintiéndose un poco abrumado por la magnitud del lugar. Dejó su mochila en el suelo y comenzó a vagar por la amplitud de la suite, maravillado por cada detalle que descubría a medida que exploraba.

Los muebles eran de la más alta calidad, con tapicería suave y acabados elegantes que reflejaban la exquisitez del diseño. Una enorme cama king-size ocupaba el centro del dormitorio, con sábanas de seda y almohadas mullidas que invitaban a sumergirse en un sueño profundo y reparador.

El área de estar, estaba equipada con cómodos sofás y sillones, dispuestos alrededor de una mesa de centro de cristal, perfecta para relajarse y disfrutar de las vistas panorámicas que ofrecían las ventanas del piso al techo.

Nate se detuvo frente a uno de los ventanales y contempló el resplandor de las luces de la ciudad que se extendían ante él, sintiéndose como si estuviera en otro mundo. Ni siquiera sabía cómo había terminado con una habitación tan lujosa solo para él, pero decidió no cuestionarlo por el momento.

Nate se acercó cautelosamente a la cama, observando con admiración la magnífica pieza de mobiliario que dominaba el centro de la habitación. La cama parecía más grande que cualquier otra en la que había dormido antes, con sábanas de seda que reflejaban la luz suavemente, invitándolo a sumergirse en su lujoso abrazo.

Con curiosidad, Nate levantó una de las almohadas y encontró una sorpresa debajo: otra invitación, esta vez para un evento en el propio hotel. La tarjeta rezaba "Hazte con un Rey", una frase enigmática que despertó más preguntas en la mente de Nate.

¿Cómo podría hacerse con un Rey si acababa de llegar a ese lugar? ¿Y quiénes eran las personas capaces de costearse una suite tan grande y única como la suya? Las dudas inundaban su mente, pero Nate decidió posponer las preguntas por el momento

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¿Cómo podría hacerse con un Rey si acababa de llegar a ese lugar? ¿Y quiénes eran las personas capaces de costearse una suite tan grande y única como la suya? Las dudas inundaban su mente, pero Nate decidió posponer las preguntas por el momento.

Se sentó con cuidado en el borde de la cama, sintiendo la comodidad única que emanaba de las mantas de seda. Era como si pudiera estar allí para siempre, alejado de todas sus preocupaciones y problemas.

Finalmente, se tumbó en la cama y se dejó envolver por la suavidad de las sábanas, cerrando los ojos con la sensación de que nada más importaba en ese momento. La tranquilidad y el confort lo envolvieron, y en cuestión de segundos, se sumergió en un sueño profundo y reparador, dejando atrás todas las incógnitas y dudas que lo habían acosado desde su llegada al misterioso Hotel Póker VIP.

 La tranquilidad y el confort lo envolvieron, y en cuestión de segundos, se sumergió en un sueño profundo y reparador, dejando atrás todas las incógnitas y dudas que lo habían acosado desde su llegada al misterioso Hotel Póker VIP

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