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PARTE ÚNICA.
La ocupada vida de un adulto se va llenando de responsabilidades y problemas inoportunos que forma parte del juego devastador, ascendiendo de nivel. No hay manera de perder en él, en cambio se sufre en el camino atropellos y tropiezos constantes sin cesar, es un enfrentamiento o una rendición al no poseer las capacidades necesarias.
El ritmo de vida está muy acomodado a la conocida frase de «Unos nacen con estrellas y otros nacen estrellados» es la realidad de tantos definida en una línea.
Choi Jongho tan pronto terminó los estudios en la universidad las responsabilidades laborales y familiares cayeron en sus hombros, sobrecargado, como la responsabilidad juntada de tres generaciones sin trabajar, así lo sintió. Abrupto.
Se levantó tras la breve recaída sufrida por su mente ante el momento desesperante, los esfuerzos y sus capacidades relucieron en su máximo brillo opacando sin piedad a su alrededor, inclusive a las capacidades adquiridas de su padre un hombre experimentado en el mundo de los negocios.
Pero, como una condena a su escandaloso brillo fue apresado en cadenas invisibles a simple vista ante la concentración del trabajo, a un breve vistazo de su percepción periférica y central no hubo cambio. Sin embargo, el tamaño para cambiar el rumbo de su vida era pequeño, abarcando la anchura de su dedo, un tamaño ideal para amarrar su libertad desprevenida a las redes de la mujer más pretenciosa, adinerada y con complejo de reina que llegó para sentarse en su reinado.
Una diosa, una oportunidad de oro, la mujer de los sueños y demás tonterías se alzaron llamándose halagos de envidia, por dentro Jongho era el más envidioso de la soltería de tantos en su matrimonio y por supuesto estaba cabreado, queriendo arrancarle la sonrisa pícara y burlona a Kang Yeosang.
El primero en congratular su matrimonio arreglado, como un ideal para su personalidad, detrás de esa incesante discurso de envidia, echaba en burla de que su ahora bella y encantadora dama le queda como anillo al dedo.
Por otro lado, Kang Yeosang llevó a fin su soltería unos meses después de ser realizada la ceremonia de Jongho, la diferencia detonante se mostró evidente, Yeosang organizó una ceremonía privada, tan privada que apenas hubo un testigo al firmar los papeles de su matrimonio junto a su esposa. No hubo familiares ni amigos presentes, una firma fue el pacto y evidencia de su unión, su esposa era la personificación perfecta de desinterés y él le guarda cariño por eso.
Hizo su vida en parte fácil.
De hecho, las oportunidades garantizadas por esa actitud despreocupada se apilaron junto a la ruma de libros polvorientos en su estantería, al igual que los libros Yeosang poco dio un vistazo a su mujer.
Eran distantes.
Eran unos esposos sin precedentes, unidos por la conveniencia y la infidelidad callada por el bien común. En el fondo se conocen, son dos infieles incapaces de sacar las cartas sobre la mesa, nunca conseguirían a otra pareja que hace ojos a ciegos a su atrevimiento desmoral y lo aceptará por su adecuado silencio.
