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Llegó a casa apresuradamente, tenia menos de una hora antes de que llegara su

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Llegó a casa apresuradamente, tenia menos de una hora antes de que llegara su... Pareja amorosa.

Cambió toda su cómoda ropa por prendas que no eran suyas, prendas que eran más grandes que él, impregnadas en una colonia que el simple olor lo hacia estremecer y dudar hasta de su propia existencia.

Dejó todo tal y como estaba, nervioso de haber olvidado hasta el mas mínimo detalle, nervioso con miedo de que su pareja descubriera que había estado fuera de casa, usando sus propias prendas, hablando con extraños sentados en una banca en el centro comercial, hablando por lo que parecían horas.

Notando que aquellos ojos oscuros parecían brillar como el ónix, a comparación de los de él, que brillaban en odio, color a sangre y putrefacción.

Sacó aquella idea de su cabeza, fue hacia la cocina y la encontró totalmente vacía, sintiéndose lo más inútil de la vida al olvidarse de algo tan cotidiano como ingerir alimentos, estando justamente en el centro comercial.

Si, tampoco tenia dinero, pero si los gatos y perros pueden comer de la basura, ¿Por qué él no?

Su estomago empezó a gruñir mostrando su interés en cualquier cosa que lo llenara, caminó inclusive hasta la basura para encontrarla totalmente vacía, los muebles, todo, todo estaba totalmente vacía mientras su estomago enfurecía.

Suspiró, sus hombros cayeron rendidos mientras se dirigía hacia el fregadero tomando un vaso de vidrio y llenándolo de agua.

Cerró la corriente y llevó el vaso hacia sus labios bebiendo todo de un solo trago.

"Una vez leí que si bebes cierta cantidad de agua, puedes morir..." Murmuraba mientras volvía a llenar aquel vaso y beber nuevamente de un solo trago.

Sus brazos dolían, apenas tenían fuerza, estaba delgado, magullado, su cuerpo estaba desesperado por algo de paz.

Lágrimas empezaron a caer desde la comisura de sus ojos, cayendo delicadamente por sus hermosas mejillas, sus manos temblaron y aquel vaso cayó directo al suelo.

Pedazos de cristal fueron desparramados junto a el agua aun contenida dentro de este, el piso ahora mojado y lleno de vidrio corto-punzante lo llamaba, necesitaba limpiar antes de que su pareja llegase, necesitaba tener todo en perfecto estado.

Pero el vidrio sobre sus muñecas, el vidrio sobre su piel, el vidrio siendo enterrado entre su carne le parecía llamativo.

Tan, tan llamativo.

Poco a poco se empezó a acercar a aquel cristal, lo tocó y tan solo al tacto un fino hilo de sangre empezó a caer por sus dedos.

"¿Qué haces?"

Abrió sus ojos como platos, levantó la mirada tan fuerte y vio rojo.

Rojos ojos que lo miraban con desprecio, rojos ojos que lo hacían temblar de pánico. No sabe cuando entró, no escuchó la puerta en ningún momento, no escuchó pasos, solo lo vio ahí, parado, observándolo con odio.

𝑷𝒆𝒑𝒑𝒆𝒓𝒐𝒏𝒊 𝒆𝒙𝒕𝒓𝒂, 𝒑𝒐𝒓 𝒇𝒂𝒗𝒐𝒓 🍕 𝑺𝒆𝒐𝒏𝒈𝒋𝒐𝒐𝒏𝒈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora