01. girls and boys in the same school.

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LA CASA DE ELÉONORE no era la más silenciosa cuando se trataba de las mañanas y muchos menos cuando tenían una pastelería en el piso de abajo

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LA CASA DE ELÉONORE no era la más silenciosa cuando se trataba de las mañanas y muchos menos cuando tenían una pastelería en el piso de abajo.

Los gritos de su madre histérica por sacar la masa del horno, la desesperación al tener que terminar pedidos que se entregan esa misma mañana, y el sonido de la batidora eran el despertador de Eléonore. 

— ¡Fleur! ¿Ya estás lista? ¡Annika no tarda en estar aquí! — se escuchó el grito de su madre desde la planta baja. Causando conciencia en la mente mañanera de Eléonore. ¡Es muy tarde!

— Mierda. Mierda. Mierda. — susurro para sí misma saliendo como resorte de su cómoda cama con florecitas en las sábanas. — ¡Si madre! ¡Estoy casi lista! — mintió. Era claro que si su madre se enteraba de que ni siquiera se había cambiado, era capaz de llegar con el rodillo de masa a gritarle de su impuntualidad.

Rápidamente agarro lo que tenia preparado para ese día; el primera día de clases en una escuela mixta. Estaba nerviosa, pensar en eso le causaba náuseas y no sabía cómo le cabría el desayuno que seguramente su madre le había preparado.

Su atuendo consistía en una falda gris unos centímetros arriba de la rodilla. No era una minifalda, su madre la mataría o la encerraría por el resto de su vida si saldriera así.

La parte de arriba era una camisa de botones blanca, con detalles delicados en el cuello, junto con una suéter rosa pastel y unas zapatillas negras con un ligero tacón.

Agarro su cabello en una coleta un poco alta, dejando su copete fuera, y colocando un lazo rosa para combinar. Todo esto lo realizo en menos de 10 minutos, y agarro rápidamente su bolso de hombro café y corrió hacia la planta baja.

Vio a Annicka desayunando un croissant con café, y a su madre preparando una masa en la batidora.

— ¡Apúrate Fleur! — le exclamó su madre. — Los chicos no quieren a una chica impuntual. — volvió a hablar, ahora refiriéndose a ambas mejores amigas.

Lo único que Eléonore alcanzó comer fue una mordida del croissant de Annicka, y un sorbo de su mismo café.

Se dirigió al baño a lavarse los dientes y darse un último vistazo para luego hacer una seña a Annicka de irse, a lo que ella asintió.

— Muchas gracias por el desayuno señora Bellerose, salude a su esposo de mi parte. — Agradeció a Annicka acercándose a la puerta de salida.

— ¡Cuando gustes querida! Adiós chicas, ¡tengan un lindo día y compórtense como damas!

— ¡Si madre! ¡Adios, te amo! — ambas mejores amigas salieron de la casa por la puerta de entrada de la panadería para subirse en sus bicicletas.

— Te quedaste dormida ¿verdad? — le pregunto Annicka con una sonrisa de burla.

— ¡Si! — asintió rendida la castaña. — ¡Tenía tantas cosas por hacer en esta mañana! ¡Comer un rico desayuno, alistarme mientras escucho Elvis Presley y escribir en mi diario! — se quejó mientras hablaba rápido, era una mala costumbre que tenia Eléonore cuando sentía demasiadas emociones.

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⏰ Última actualización: Apr 08 ⏰

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my kind of woman. ── joseph descamps. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora