Las hojas de otoño caían suavemente por la delicada brisa del viento, las madres intentaban preparar la comida y cuidar al mismo tiempo a los niños más pequeños que querían explorar y jugar por todo el lugar, los ancianos apreciaban en silencio la belleza de la naturaleza sin preocupaciones por otra parte muchos de los aldeanos recogían algunas frutas de temporada y otros arreglaban la tierra para después sembrar después del invierno. Shippo y Kirara se divertían saltando sobre los pequeños montículos de hojas de color rojo y naranja intentaban atraparse entre si, mientras tanto Miroku seguía coqueteando con las mujeres del pueblo tratando de captar de esa forma la atención de Sango resultando el efecto contrario de lo que él quería, en lugar de acercarse ella solo se recostó en el tronco de un árbol desviando la mirada con enojo y un deje de celos, por otra parte Inuyasha estaba paseando por el bosque a la espera de su amada Kikyo, vario meses atrás ellos decidieron encontrarse en secreto cada cinco días, ahí podrían hablar libremente, besarse y entregarse el uno al otro. Lo mantuvieron en secreto para evitar confrontaciones con los demás y acordaron que esperarían hasta acabar con Naraku para contarles a todos su decisión de estar juntos, en cada encuentro se aseguraban de que no les siguieran y tampoco dejaban huellas, aparte de algunos chupetones en sus cuellos, ocultaban muy bien sus apasionados encuentros, nadie tenía la menor idea de que ellos se estaban viendo, bueno nadie excepto Aome que los descubrió al ver pasar una noche a las serpientes de Kikyo, no dijo nada a los demás por qué al fin y al cabo era la vida de Inuyasha y sus decisiones eran problema suyo, si quería ir al infierno por su amada ¿Quién era para impedirlo? Nunca lo admitiría en voz alta pero esperaba ansiosa ese momento, cuando llegará podría estar en libertad por fin ya sin las ataduras que sentía con el hanyou, no tendría que preocuparse si se encontraba bien, si estaba triste o enojado, si necesitaba ayuda con sus heridas o si le preocupaba algo, en el instante en que él se fuera su lastimado corazón se curaría por completo.
El fin de Naraku le traería su vida la normalidad tanto anhelaba, ya no habría demonios que derrotar ni fragmentos que buscar, sería una chica normal de 17 años aunque... al pensar en eso su interior comenzaba un conflicto que todavía no podía resolver, una parte de ella deseaba mucho todo que el pozo siguiera abierto para ver a sus amigos que ya prácticamente ahora eran miembros de su familia pero otra parte deseaba que ese pozo se sellará para siempre y así olvidar el dolor que le causó por tanto tiempo, desde el comienzo de su viaje encontró infinidad de momentos tristes todo gracias al amor que alguna vez sintió por Inuyasha, este amor que había crecido con el paso de los días y se derrumbó en solo un instante, intentaba por todos los medios no sentir odio ni rencor en su corazón sin embargo le era muy difícil por que siempre estaba rondando sobre ella la odiosa sombra de Kikyo, la sacerdotisa perfecta, al principio cuando llegó a la aldea era un poquito divertido que la compararán con ella luego fue incómodo y luego fue desesperante; en la mayoría de las aldeas que visitaban confundían su nombre por el de Kikyo y eso le dolía ¿No podían ver qué ella era Aome y no Kikyo? Lo peor era los insensibles comentarios que le lanzaba el hanyou hacia su persona cuando cometía algún error o no estaba a la altura de sus expectativas, si bien no derramó lágrimas antes fue solo por que se había prometido así misma ser fuerte ante esa situación pero su pobre corazón no soportaba el trato injusto que recibía del hanyou, lloraba por las noches al recordar todas y cada una de las palabras hirientes de Inuyasha le decía y eso lograba abrir viejas heridas incluso conseguía crear otras nuevas y estás tardaban mucho más tiempo en sanar, su consuelo cuando eso pasaba eran sus amigos que la apoyaban y le brindaban su amor incondicional... lamentablemente no era suficiente. Con los acontecimientos que habían ocurrido esos largos meses se volvió experta en fingir una sonrisa alegre y actuar de forma normal, como si nada malo estuviera ocurriendo, no quería que la vieran sufriendo, los demás trataban de que volviera a ser la antigua Aome pero cada esfuerzo era mermado por Inuyasha, intentaron dialogar con él para que comprendiera la delicada situación y así pudiera entrar en razón no obstante el hanyou hacia oidos sordos a lo que le decían, incluso les gritó por molestarlo con algo tan "absurdo" como eso, si pudiera le arrancaría la lengua por hablarle de esa forma a sus amigos o mejor podría clavarle a colmillo de acero en su pecho o quizás...
Abrió los ojos para mirar el cielo azul y alejar esos horribles pensamientos de su mente, respiró profundamente contando del uno al diez intentando ocultar en el fondo de su ser esas ideas terribles que algunas veces llegaban a perturbarla, cuando por fin pudo calmarse miró a su alrededor procurando disfrutar del paisaje para calmar sus emociones, había escogido el sitio más alejado que pudo para tener un poco de paz y tranquilidad, ahora mismo estaba recostada en la suave hierba con algunas flores de diferentes colores; vestía con el traje tradicional de sacerdotisa por qué su uniforme escolar y sus otras ropas estaban secando ya que Inuyasha tiró su ropa al río al buscar las sopas instantáneas cuando quiso recogerlas se tropezó y cayó al agua quedando completamente empapada, no le agradaba usar ese traje por desgracia no tenía otra opción. Los niños y niñas se acercaban a ella mientras daban brincos por el prado riendo con alegría, una de las niñas más pequeña tomó la mano de Aome para que fuera con ellos a divertirse, con una diminuta sonrisa accedió, no entendí muy bien la razón pero nunca a podido resistirse a la mirada inocente que tenían esos pequeños tal vez era su instinto maternal súper desarrollo o quien sabe, lo único que quería en esos momentos era olvidar sus penas así que le vendría bien distraerse con los niños y un bono extra es que aparte de disfrutar de un rato de diversión, ellos sabían diferenciar que ella era Aome y solo Aome, eso la reconfortaba.
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¿Dulce Amor o Terrible Obsesión?
FanfictionEs posible que alguien que ha matado a miles de razas y destruido a varios planetas ¿Pueda amar a un ser tan bondadoso y puro? Freezer, el temible emperador del mal, fue con su nave a la tierra para ver si valía la pena vender ese planeta o era mejo...