Killer acaba de empezar su nueva vida en la preparatoria Grand Line. Las cosas parecen ir bien los primeros días. Hasta que su camino se entrelaza con el de alguien más, después de eso las cosas empiezan a cambiar en su vida.
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Después de alejarse del carro, Kid y Killer avanzaron hacia la entrada del parque, intercambiando miradas emocionadas. Las risas y los gritos de los visitantes resonaban a lo lejos.
A medida que se acercaban, sus ojos se posaron en el imponente cartel adornado con luces brillantes que anunciaba el nombre del lugar: "Long Ring Long Land".
Killer dejó escapar un suspiro de asombro y levantó su celular para tomar una foto antes de entrar. Satisfecho, lo guardó en el bolsillo.
Se dirigieron a las taquillas para comprar las entradas.
Killer iba a sacar su billetera, pero Kid lo detuvo. —No te preocupes, yo pagaré esta vez —dijo con una sonrisa.
—¿Estás seguro? No quiero que gastes demasiado —respondió Killer con duda, mordiéndose el labio mientras miraba a su amigo.
Kid agitó la mano con una sonrisa tranquilizadora. —No te preocupes por eso —añadió, sacando su billetera y entregando el dinero al empleado.
Con los boletos en mano, se adentraron en el parque, ansiosos por comenzar su cita.
La música alegre resonaba a su alrededor, acompañada por el vibrante sonido de las atracciones en movimiento. El aroma a algodón de azúcar y palomitas se mezclaba con el aire, haciéndolos sentir como niños.
De repente, Killer se detuvo, sorprendido por la belleza del lugar. Movió la cabeza lentamente de un lado a otro, como si estuviera grabando cada detalle en su memoria. Sus labios se separaron ligeramente, formando una expresión de asombro.
Nunca antes había tenido la oportunidad de visitar un parque de atracciones, y la magnitud de Long Ring Long Land lo dejó sin palabras.
Kid, al notar la expresión de Killer, sonrió con ternura. Sus ojos se suavizaron mientras lo observaba. —¿Te gusta? —preguntó con suavidad.
—¡Me encanta! Nunca imaginé que sería tan increíble —exclamó Killer con una sonrisa deslumbrante. Se volvió hacia Kid y lo miró con gratitud. —Gracias por invitarme.
El pelirrojo sintió una cálida sensación en el pecho. —No hay de qué —respondió con una modesta sonrisa, dándole una suave palmada en la espalda—. Sabía que te gustaría —añadió, orgulloso.
Killer asintió con entusiasmo. —¿Por dónde empezamos? —preguntó, mirando en todas direcciones, como un niño en una tienda de dulces.
—Qué bueno que preguntes porque... —la sonrisa de Kid se amplió mientras se preparaba para revelar la primera parte de su plan.
Sin embargo, antes de que pudiera continuar, Killer lo interrumpió, tomando su mano y tirando de él con entusiasmo hacia una máquina de garra cercana.
—¡Mira eso! —exclamó Killer emocionado, señalando con entusiasmo hacia la máquina—. ¡Son los nuevos peluches de One Piece! —dijo con ilusión, susurrando, deseoso de capturar uno de esos premios.