El sonido de la bisagra sonó más fuerte de lo normal.¿Qué carajos? Oí un pitido y mi vista se nubló unos segundos.
—Mierda...
Solía suceder pero, restarle importancia era lo mejor. Abrí una puerta de la alacena y tomé uno de esos blísteres para el dolor muscular. Metí una pastilla en mi boca y la tragué con el agua fría y penetrante del lavabo. Volví a la cama y tomé mi bolso y llaves para salir de ese cómodo departamento viejo.
Caminé por las calles de la ciudad hasta frenar ante el semáforo en rojo. Los autos pasaban rápido frente a mi y mis ojos solo me mostraban lo que pasaría si daba un solo paso al frente. Una fría mano se posó en mi nuca tomándome con delicadeza, volteó mi cabeza y todo mi cuerpo para estampar sus labios con los míos. Este hijo de... Rápido golpee su pecho para alejarme un poco.
—¡Hizashi!-Mencioné como un cariñoso regaño.
—Te vi muy seria, y qué mejor que un beso-Sus manos hicieron un gesto para mostrar que lo que decía era obvio. Idiota...
Rodé los ojos para voltear y cruzar con el semáforo a mi favor. No era la primera vez que lo hacía, desde que nos comprometimos ha hecho esas cosas más seguido.
–Algún día vas a lograr que te golpee el rostro del susto—Dije enojada.
-Recibiré el golpe con gusto- guiñó un ojo bromeando a mi lado.
Típico de él...
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No tenía encargos pendientes ni nada, solo un día libre. Que mierda... Siempre me gustó vivir en mi pequeño departamento, sola, sin preocuparme por hacer cosas molestas o algo, tener mis tiempos, mi tranquilidad y desde que Hizashi me dijo de vivir juntos en su gigante departamento, ya no es tan cómodo. No es que no me guste su compañía, pero nunca me gustó hablar de mis cosas o planear algo y que no sea como yo quiero. Mi madre siempre me dijo que soy muy independiente pero que no sé vivir en sociedad. Esto causa peleas, pero Hizashi no dura mucho enojado. Como ahora...
Estaba acostada en nuestra cama matrimonial, sobre las suaves mantas que Hizashi eligió. Un camisón de seda negro cubría mi figura, junto con una de las mil chaquetas de cuero de "Mic". Observaba mi anillo de compromiso como si fuera algo extraordinario mientras pensaba en lo que sea.
Esta vez él se quejó de mí, dijo que debía decirle siempre cuanto tiempo no viva a estar o si estaba viva al menos. Siempre que tengo encargos de pinturas vuelvo a mi estudio, mi viejo departamento, y me quedo días trabajando. Suelo olvidar que hay una persona que me tiene siempre en su cabeza, yo no me suelo preocupar más de lo necesario. La semana pasada la pasé encerrada en ese lugar, pintando un gran lienzo para el muro de un café. No llamé ni avisé a Hizashi y al volver y entrar por la puerta de nuestro departamento, me abrazó como si no me hubiera visto en años, mas en la mañana me sacó en cara todo. Arruinó mi mañana y mis ánimos de salir, no por mucho debido a que él salió a dar sus clases en la U.A.
