1.

424 39 21
                                    

Charlie era la joven más deslumbrante de todo el pequeño pueblo de New Orleans en los años 50. Con una estatura delicada que no superaba el metro sesenta y cinco, su figura esbelta destacaba entre la multitud. Con una piel pálida como la porcelana resplandecía bajo el sol sureño, mientras que su cabello rubio caía en suaves ondas hasta rozar sus delicados hombros. Pero lo más cautivador eran sus ojos azules, profundos como el océano y llenos de misterio, que contrastaban con sus mejillas rosadas como las rosas en primavera.

Charlie había decidido quedarse a vivir en aquel pueblo tras la trágica pérdida de sus padres, quienes le habían dejado toda su fortuna. Lejos del bullicio de la gran ciudad, anhelaba encontrar paz y tranquilidad en aquel rincón del mundo. Fue así como conoció a Alastor Leroux, el famoso presentador de radio cuyo carisma y encanto eran legendarios en la región.

Desde el primer momento en que sus miradas se cruzaron, Charlie supo que había encontrado algo especial en aquel hombre apuesto y carismático. Con el tiempo, su amistad se convirtió en amor, y juntos construyeron un hogar lleno de risas, amor y complicidad en una hermosa casa de madera cerca del bosque, en donde ambos por fin se sentían a salvo.

— Querida ya estoy en casa — Alastor llegó a su hogar después de un día agotador en la estación de radio, con el corazón lleno de amor y el aroma de las rosas impregnando el aire a su alrededor— Charlie — Llamó suavemente a su esposa, quien asomó la cabeza desde la cocina, donde estaba ocupada preparando el almuerzo. Al ver a su marido entrar con un ramo de rosas en la mano, su rostro se iluminó con sorpresa y alegría.

— Oh Al, no debiste, ya tengo muchas rosas tuyas llenando la entrada de la casa — explicó señalando a través de su ventana el hermoso jardín adornado de rosas de distintos colores que cada semana su esposo traía.

Sin dudarlo un instante, apagó la estufa y se dirigió hacia él con paso ligero, dejando atrás las tareas del hogar para recibirlo con un cálido abrazo.

— Llegaste a tiempo, el almuerzo esta listo — Charlie se separó suavemente de su esposo y se encaminó de regreso hacia la cocina, seguida de cerca por Alastor, quien no quería perderse ni un momento de estar a su lado.

— Yo sirvo la comida — Con una sonrisa cálida, Alastor ofreció su ayuda para preparar la mesa, consciente del esfuerzo y el cariño que su esposa ponía en cada detalle — veo que preparaste la carne que traje querida, huele espectacular

— Así es Alastor, tal y como a ti te gusta — Respondió feliz

— ¿No quieres comer un poco de carne querida?

— Gracias Al, pero bien sabes que no me gusta — Contesto mientras miraba a su marido con ternura

— Oh querida, no me canso de decir lo hermosa que te ves todos los días

— Al basta — con un sonrojó en sus mejillas soltó una risita mientras Alastor tocaba su mejilla

El ambiente tranquilo y apacible se vio interrumpido por un repentino cambio en la atmósfera. Las risas y conversaciones animadas se desvanecieron, reemplazadas por sollozos angustiados y un silencio pesado. Charlie, que momentos antes compartía risas y chistes con su amado esposo, ahora se encontraba frente al cuerpo inerte de Alastor, su rostro bañado en lágrimas.

— Oh mi Alastor, ¿Qué te han hecho? — Exclamo tocando con delicadeza el frío rostros de su esposo. Alastor yacía pálido en su ataúd, su figura apacible contrastaba con la crudeza de las heridas que marcaban su cuerpo. Una herida de bala marcaba su frente, una cruel interrupción en su rostro antes tan sereno. Otras dos heridas más se extendían en su pecho y estómago.

El dolor de la pérdida se apoderaba de ella, abrumándola con una sensación de vacío y desolación. Todo parecía detenerse en ese momento, el tiempo se congelaba mientras Charlie enfrentaba la realidad abrumadora de la ausencia de su compañero de vida.

Viuda +18 [Charlastor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora