revelación.

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— ¿Puedo?— susurró

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— ¿Puedo?— susurró.

Lisa asintió, y la mayor avanzó para darle un beso. Todo lo contrario a lo que acababan de hacer, compartieron un dulce juego de labios, disfrutando del sabor de la otra. Rosé tomó el control y la besó con la mayor ternura que pudo, con la esperanza de que su cuerpo transmita todo lo que estaba pasando por su mente y su corazón. Probar nuevamente a Lisa se sentía como tocar el cielo, y se esforzó en ser lo más tierna posible, tanto como aquella vez que le robó un beso en la puerta de su casa antes de irse a Australia.

La falta de aire hizo que Lalisa retroceda. Se separó tan solo un par de centímetros, con nada de ganas de alejarse de Roseanne. Había movido todas sus emociones, justo como temía. Aunque en parte le pareció divertido hacerla rogar, había demorado tanto en regalarle el esperado beso porque tenía miedo. El último que compartieron antes de separarse le había hecho descubrir que en realidad estaba enamorada de ella, y que todo ese tiempo había forzado en encerrar sus sentimientos porque sabía que lo suyo tenía fecha de vencimiento, le guste o no. No pudo olvidar ese beso por semanas, las cuales se las pasó en su mayoría llorando y encerrada en su cuarto. A la mierda el sexo, no le importaba más. Estaba dispuesta a renunciar a eso de por vida si es que a cambio podía tener a Roseanne. Lo único quería era que ella la quisiera, y no haber sido solo una amiga para follar. El tiempo pasó y la herida sanó, pero el recuerdo de ese dulce beso de despedida nunca dejó su mente, y la duda de qué había motivado a Park a hacerlo con pura ternura la última vez.

Es por eso que tenía miedo de besarla de nuevo. Ese día, apenas la vio, supo que a la mayor no le iba a resultar muy difícil tenerla nuevamente a sus pies. Cuando descubrió que era incluso más encantadora que antes, su corazón comenzó a acelerarse. Los sentimientos dormidos amenazaron con despertar, y Lisa estaba segura de que si la besaba otra vez, se engancharía y no habría vuelta atrás. Tenía miedo de descubrir que en realidad Rosé nunca la había querido de verdad, y volver a terminar con el corazón roto.

Ninguna de las dos dijo nada. Seguían con los ojos cerrados, respirando juntas. Roseanne aún estaba procesando que finalmente había vuelto a probar a Lalisa Manoban, y que sí se sentía como lo mejor que le había pasado en la vida, no era algo que su imaginación había creado. Cuando se despidió de ella con quiso decirle toda la verdad, pero al verla tan radiante, tan bonita y con todo el mundo por delante, no fue capaz de atarla de algún modo. Ella tenía que irse y no quería ser ninguna restricción para Lisa. Se merecía conocer más cosas, experimentar, quizá enamorarse de alguien que pueda darle todo de si. Rosé estaba más que dispuesta a hacerlo, pero desde pequeña supo que su madre quería que estudie la universidad en Australia, tenía una buena oportunidad ahí, y no tenía más opción. Es por eso que antes de decir adiós le robó un beso con el que intentó transmitirle todo lo que sentía por ella, y esperaba que aunque sea en lo más mínimo, Lisa lo hubiera notado.

Con la intención de distraer su mente, llevó sus labios al cuello de la menor y comenzó a succionar como a ella le gustaba. A pesar del pequeño momento dulce, la calentura de ambas no había disminuido, y Rosé pensaba que la humedad entre sus piernas estaba comenzando a ser incómoda. Intentó preparar a Lisa para más, y sintió que lo estaba logrando al escuchar pequeños gemidos retenidos, pero a los pocos segundos fue interrumpida.

teenage dream ✧ chaelisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora