Narra Anne:
Desperté, con un terrible dolor de cabeza, ¿qué pasó anoche? No recuerdo nada. Un escalofrío recorrió mi columna vertebral, quizás sea por el hecho de que estaba tendida en el suelo de lo que parecía ser mi habitación. Un vago recuerdo vino a mi mente. Lo intenté, pero de nuevo fallé ¿Por qué? Dios mío, ¿por qué?, mis lágrimas comenzaban a caer por todo mi rostro, llegando hasta el ensangrentado piso lleno de pastillas para dormir. Solté un gemido sin siquiera darme cuenta, me levante y entre en la ducha dejando mi habitación tal y como estaba. El agua estaba recorriendo mi cuerpo desde la cabeza hasta los pies, el agua quemaba en mi piel abierta. ¿Por qué lo había hecho esta vez? Ni yo lo sé. Estoy tan cansada, cansada de todo y ya no puedo más. Aunque una razón en concreto no recuerdo. Salí de la ducha y me envolví en una toalla negra. Me vi en mi espejo, para ver la chica que tanto asco me daba ver. Estaba cada vez más y más gorda que casi me dan ganas de vomitar, tenía unas ojeras que cubrían casi por completo toda mi cara y mostré una sonrisa lo más realista que pude, pero era en vano, solo podía hacer una simple mueca que hasta a mí me daba miedo. Tenía mucho miedo de salir. Tal vez ya habría llegado él. No quería verlo, ya no podía. A dónde quiera que vaya me maltratarán, y eso lo tengo muy claro. Pero cuando el lo hacia, dolía más que nunca. Salí cautelosamente de mi habitación, quería algo de comer, mi estómago rugía como mil infiernos, no quería comer, pero a veces mi voluntad era débil. Baje las escaleras, me encamine a la cocina y abrí la heladera y me encontré con un apetitoso pastel de chocolate. Se me derretía la boca. Me serví una rebanada bastante gruesa por cierto y me la metí más rápido de lo que esperaba. Cuando termine me sentí súper mal. Era una cerda. Una vil ballena. No merecía vivir. Me dieron náuseas de tan solo volver a pensar en todo el chocolate que comí. Con razón Max en la escuela no paraba de llamarme obesa. Salí de la cocina a paso apresurado para poder desechar la grasa que se impregnaba a mí cuerpo en cuestión de segundos.
- ¡Mira quién viene aquí! ¡La puerca de la casa!-dijo mí padrastro en cuanto me vio salir de la cocina. Probablemente mi boca destilaba chocolate
- Yo... No...-intentaba hablar, pero el nudo en mí garganta era más fuerte
- ¿¡Dónde estás cuando te necesito!?-preguntó con serenidad en su voz, no podía responder, ni siquiera moverme- ¡contesta de una buena vez!- alzo la voz y yo retrocedí tocando con mi espalda la puerta de la cocina
- Yo he estado aquí- dije con la voz temblándome
- Ven aquí tesoro-dijo suavizando su voz. Con pasos temblorosos me fui acercando hasta quedar frente a el, me miraba dulcemente, quizás ya cambió
- Pa...pi- dije tartamudeando, en eso su mirada sé endureció y una estruendosa cachetada aterrizó sobre mí mejilla. Caí de rodillas al suelo golpeándome muy fuerte. Mis ojos comenzaron a aguarse, quería llorar, golpearlo, pero no quería ser débil frente a él. Ya no. Además mis golpes serían en vano.
-¿Te sigues cortando? Niñita inmadura, jamás serás como tu madre- un nudo comenzaba a formarse en mí garganta- si tanto quieres hacerte daño, te lo hago yo y los dos nos sentimos satisfechos.
- Yo... yo te odio-mascullé en voz baja
-JAJAJA mira cuanto me hieren tus palabras, ¡ZORRA!- me gritó
- ¡BASTA!-grite y subí corriendo a mi habitación, puse candado en la puerta y me deslice por ella hasta quedar en posición fetal. Lloré y lloré, ni siquiera me di cuenta cuando caí dormida. A la mañana siguiente abrí los ojos de a poco, no los podía abrir bien por el hecho de que estaban "pegados" por las lagañas que tenía. Me levanté con un dolor inmenso por todo el cuerpo. Me metí a la ducha de nuevo para ir a la carcel (escuela) no quería volver ahí, todos se burlaban de lo gorda que era. Y Max, oh Max, tan guapo siempre...jamás me haría caso, siempre que le dedicaba una sonrisa o le guiñaba un ojo, el me miraba con asco y eso dolía demasiado, he estado enamorada de él desde sexto de primaria y durante estos largos 6 años jamás se ha fijado en mi, ni lo hará. Lo supe en el baile de graduación de sexto.
*Flashback*
- Bueno niños, como sabemos, pronto será su graduación de primaria y yo me librare de ustedes monstruos-dijo la maestra Sdene y lo último lo susurro, pero todos alcanzamos a oírla perfectamente- así que haré las parejas para el vals, primeramente, Mariana Lomeli con Santiago Reyes, Vanessa Martínez con Dante Herrera- siguió hablando hasta qué oí mí nombre- Anne Simon con Max Crowell-me emocioné al oír eso, estaba emocionada de verdad. Después nos pusimos a ensayar tomando nuestras posiciones, todos los demás se agarraron con cariño, y Max ni siquiera me tocaba, su mirada hacia mi era de disgusto, sin embargo al mirar a Mariana Lomeli era con deseo y lujuria. Tomé sus manos y las puse sobre mi cintura, pero rápidamente el las aparto de mi e hizo un gesto de asco y disgusto que me dolió
- ¡No me toques albóndiga mantecosa!- eso rompió mi corazón en mil pedazos
- Pero Max... Yo te quiero, de verdad...-quería decirle lo que sentía aunque el no me correspondiera. Tomé su mano, pero el la apartó rápidamente
- ¡No me toques cerda asquerosa!- gritó muy fuerte, tanto que todos nos voltearon a ver y yo me avergoncé de verdad
- ¿¡Qué hiciste Anne!?- me gritó la maestra Sdene, yo sólo agache la cabeza
- ¡Me trató de besar miss! ¡Esta lagartona!- dijo Max y todo el salón rompió en una estruendosa carcajada
- ¡Ven para acá mocosa malcriada! ¡Cada vez te pareces mas al zángano de tu padre!- me dijo con frialdad en su voz, yo salí corriendo del salón hacia los baños. Me mire en el espejo, me vi gorda, como jamás lo había hecho, me di asco y entre al retrete y expulsé todo lo que traía dentro, con fuertes arcadas. Así fue como comenzó todo.
*Fin del Flashback*
Me cepillé el cabello hasta la cintura, mientras estaba en ropa interior. Me lave los dientes, no quería desayunar, ya que desgraciadamente no pude desechar lo de anoche. Me puse unos leggins negros con encaje en los laterales de las piernas, una polera negra suelta de Nirvana y unos vans negros igualmente, me delineé los ojos por abajo y ligeramente por arriba. Baje las escaleras, tomé las llaves de mi moto y me encaminé al instituto. Cuando llegue entre al instituto todos me miraban y susurraban entre ellos. Decidí no hacerles caso.
La escuela, la misma mierda de siempre, las mismas personas, todo era monotonía, lo único bueno es que nadie me dirigía la palabra, bola de superficiales, ¿que hay de malo en mí?, talvez no uso tacones, ropa de marca ni carteras costosas, como las demás chicas, pero valgo mas que eso, yo estaba en esa escuela por que había ganado una beca, y era mi ultimo año en la preparatoria, lo único que anhelaba era que terminara el año escolar y no volver a ver a nadie, siguieron pasando los días, ninguna novedad, nada interesante, me seguía cortando aveces inconscientemente, como si fuera una droga o una necesidad, me sentía tan sola que me consumía el dolor, mi padrastro me golpea, todo el tiempo está borracho y me pone a hacer trabajos difíciles, nada diferente, nada.
*
Un día me desperté a dolorida del cuerpo y me salia sangre de la nariz, me asuste y corrí al baño, me mire y me di cuenta que cada vez estaba mas flaca mis pómulos se marcaban tanto y me pregunte ¿como llegue a esto?,siempre había sido una ballena, e incluso llegue a creer que era mi imaginación, me sentía terrible, no tenia ganas de ir a la escuela, me sentía tan mal, pero tenía que hacerlo, había un examen final y no podía faltar, entre a la ducha el agua recorrió todo mi cuerpo lentamente, las gotas las sentía como si fueran pequeños alfileres que cortaban mi espalda, mis lagrimas empezaron a salir de la nada, me vestí y me fui sin siquiera desayunar.
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Antes de que todo esté perdido
Teen FictionAnne Simon. Ella había caído en la bulimia, otra víctima más. Todos buscamos un culpable: Un padrastro, nuestros compañeros de clase, el chico que nos atrae... Pero como dicen, cada quien escribe su propia historia conforme a sus decisiones. Y eso f...