Capitulo 2

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*La dé multimedia es Anne Simon (Crystal Reed)* *Por cierto Anne se pronuncia \An\ y Simon se pronuncia \Saimon\💕*
Narra Anne:
Sentí que alguien había tomado mi mano, era él, estaba más qué segura.
-¿Se te ofrece algo?-pregunte y me estremecí con su tacto
- Necesito hablar contigo- dijo Max al mismo tiempo en el que me volteaba para después mirarme a los ojos
- ¡JA! Suerte que yo no- dije irónicamente
- Annie, por favor- me suplicaba con la mirada, hace mucho tiempo que no me llamaban Annie, así solía llamarme mi madre antes de morir. Y esos ojos azules, no podía resistirme.
- Esta bien, pero que sea rápido- dije sin más, estaba emocionada y trataba de disimularlo mientras fruncía el ceño. El tiro el cigarrillo y lo pisó, aún quedando la mitad de éste.
- Yo... yo... lo siento... no sé cómo decir esto... sabes...-Max estaba tartamudeando y eso me confundía ¿será que lo pongo nervioso? No lo creo
- Ah, eso, por lo de la cafetería, si, no te preocupes, no es algo nuevo para mí, ahora, si me permites- dije tratando de cortar todo contacto que hacia mis manos sudar.
- No Anne, déjame terminar- pronunció levantando un poco el tono de voz. Yo guarde silencio en señal de que prosiguiera- Yo... en verdad quiero acercarme a ti, no eres como las demás chicas, las demás son para un rato, no me interesan, en cambio, en poco tiempo, tu, y nadie más que tú, se ha vuelto mi obsesión, eres todo lo que quiero- desvíe la mirada, pues el rubor cubría mis mejillas cómo nunca antes y no quería que Max lo notara- mírame- susurro dulcemente y alzó mi barbilla de tal manera en que nuestros ojos se mantuvieran conectados- eres tan perfecta...- dijo Max, jamás creí que me diría eso, Max, mi amor platónico. Quería besarlo ahí y ahora, pero no tenía la certeza de que fuera cierto, tal vez era una simple apuesta o quería divertirse un poco.
- No te creo para nada Max, nada, no entiendo porqué todo el tiempo te he valido cacahuate, me has dicho gorda, ponerme en ridículo, insultarme e ignorarme ¡durante 6 malditos años! ¿Y ahora vienes y me dices que quieres acercarte a mi y que soy todo lo que quieres? ¿Sabes lo absurdo que suena todo eso? Apuesto a que ni tu te lo creerías.- estaba muy enfadada, ósea, ¿no tienen suficiente con lo de mi casillero? ¿Decirme gorda todos los días aunque ya no coma nada? Y ahora tenía que venir justo él, la persona que me encanta, a jugar con mis sentimientos, no sé cuanto más aguantaría.
- No, Anne esto no es así ¿ok?- me dijo Max y me sonrió dulcemente- No lo entenderías- dijo en voz baja, que apenas pude escuchar
- ¿Qué es lo que no entendería? ¡Tu no entenderías! ¡Nadie entendería!-grite desesperada- Nadie lo entiende- dije para mí misma
- ¡Yo entendería si me explicaras!- me grito y me asusté un poco
- No Max, nada funciona de está manera, ¡Y no quiero que me grites!-le grite también para desquitarme
- ¡Tu padre! ¡Tu padrastro es el problema! ¡Es un maldito!- alegaba Max con molestia
- No quiero que te expreses así de mi, ahora, padre- dije con la mandíbula apretada
- Es la verdad Anne, ¡No lo conoces!- me dijo Max
- ¿¡Qué no lo conozco!? ¡JA! ¡Vivo con él!- le contesté
- No conoces como es en realidad-dijo Max como dándose por vencido- el me ha hecho mucho daño...
- El no le haría daño a nadie...- contesté pensativa, aunque era una total incoherencia, pues el todo el tiempo me hacía daño, necesitaba a un padre de verdad. El solo me lastima a mí por lo gorda y fea que soy.
- Me lo hizo a mí, y a mi familia.- dijo Max más calmado, aunque la tristeza era palpable en su voz.
- ¿Qué pudo hacerte a "ti y a tú familia" que sea tan grave como lo que tu me has hecho a mí?- le dije, pues en verdad me sentía humillada con él
- Oh bella Annie, si tú supieras...- Max tenía lágrimas en sus ojos. Me dijo Annie. Annie. Mi madre solía llamarme así y que el lo dijera me ponía los pelos de punta.
- Es qué no lo entiendo...- dije, en verdad estaba bastante confundida
- Ven- Max estaba tomando mi mano para guiarme a su auto- te lo contaré todo, pero no aquí
- Estoy totalmente de acuerdo- le contesté con media sonrisa. Subimos a su auto y el condujo durante media hora, en silencio, pero con la radio puesta. De pronto, él detuvo el auto y miré por la ventana, estábamos en la carretera, precisamente en la sierra.
- ¿Qué hacemos aquí Max?- le pregunté con nerviosismo, pero ya no tenía miedo
- Aquí nadie nos escuchara- respondió con una sonrisa radiante y puso un mechón de cabello fuera de su lugar, detrás de mi oreja
- Entonces, comienza a hablar- exigí
- Verás, cuando tenía 14 años, yo, confiaba en tú padrastro. Todos creíamos sus falsas promesas, hasta que un día, mi hermana amaneció sin vida y violada- en ese momento su voz se quebró- tal vez no la recuerdes, ella tenía tan solo 9 años, al principio solo sospechábamos de nuestro mayordomo David, pero, cuando Gerard (padrastro de Anne) golpeó a mi madre y trató de violarla, nuestras sospechas cambiaron drásticamente. Había sido el, no había duda alguna. Pusimos una demanda, pero nadie nos creyó, aún así lo despojamos de todo lo importante para el, pero al parecer no sirvió de nada, se casó con tu madre y al poco tiempo amaneció muerta ¿coincidencia? No lo creo. No trato de culparlo y que te pongas en contra de el, pero yo tengo mis sospechas. Y lo peor de todo es que el es mi padre.-finalizó Max y cuando lo vi, lágrimas corrían por sus mejillas, me sentí tan mal, rápidamente limpio sus lágrimas y forzó una sonrisa. Estoy totalmente impresionada, jamás creí que podría hacer tanto daño, pero no seguiré con el tema, mejor lo apoyaré.
- No llores, por favor- supliqué
- No estoy llorando- me contesto y trató de hacer más realista su sonrisa, pero solo lo empeoró
- Se identificarlo Max, créeme- en cuanto termine se lanzó a mis brazos y rompió a llorar y soltó un fuerte sollozo
- Perdóname Annie, perdóname por favor, nadie merece lo que te hice, el odio me cegó y no pude ver lo que en verdad eras- Max se separó de mí y me miró dulcemente a los ojos
- No te preocupes- sonreí y sin darme cuenta las lágrimas amenazaban con salir
- Perdóname- susurró y se fue acercando lentamente a mí hasta que nuestros labios se juntaron en un tierno beso.
*
Los días habían pasado y cada día estaba un poco más feliz, estaba saliendo con Max y no podía estar mejor. Todos en la escuela se habían enterado, las críticas habían aumentado, pero ahora no me importaba, porque Max me defendía y eso me hacía sentir amada, lo que hace mucho, pero mucho tiempo no sentía. Max me había llevado a varias citas en diferentes lugares, pero nada de eso me gustaba, prefería quedarme en casa, cuando no estaba mi padre, para ver películas, jugar un juego de mesa, contar historias, abrazarnos, etc. No había bajado nada de peso, al contrario, al lado de Max comía más, Max había notado algo raro en mi alimentación y cuando estábamos juntos, me hacía comer algo, pero lo que el no sabia era que cada vez que "iba al baño" lo desechaba todo. Me sentía mal conmigo misma por hacer eso, pero ya se había vuelto una costumbre para mí. Esta noche le tocaba elegir a él, nos habían invitado a una fiesta del instituto, y por "nos" me refería a que lo habían invitado a él, pero el siempre me decía que si a el lo invitaban, a mi también, así que yo hacia cómo si le creía. Llevaba un vestido negro hasta las rodillas, un tanto flojo para que no se notaran mis lonjas. Estaba ligeramente maquillada, yo no me maquillaba, solo utilizo el maquillaje para cubrirme un granito o una imperfección, ya saben. Escuche el claxon de Max y sonreí al instante <<Max>> suspiré, sin borrar mi sonrisa.
Baje corriendo las escaleras y Gerard, estaba tirado con una botella en la mano, estaba durmiendo, así que no hice ruido con mis tenis negros igualmente. Salí con paso apresurado y cuando salí choque con Max y por poco caigo si no hubiese sido porqué Max me atrapó justo antes de estrellarme en el suelo.
-Mi bella damisela, ¡os he salvado!-dijo fingiendo ser español, por lo cuál me reí, nos quedamos mucho tiempo mirándonos fijamente a los ojos, para el era muy cómodo, pero para mí no, mi respiración esta entrecortada y mis piernas flaquean
-Max... creo que sería mejor que nos vayamos, se hará tarde- dije para enderezarme y soltarme de su agarre.
- Pero no te me escaparás de esta- dijo antes de plantar un rápido beso en mis labios. Sonreí y agache mi cabeza sonrojada.
Cuando estábamos por llegar, nos estacionamos unas 4 cuadras antes de el lugar dónde sería la fiesta, la música se escuchaba bastante fuerte aún estando muy lejos, no quiero ni imaginarme cuando estemos ahí dentro. Caminamos hasta la casa de Vanessa tomados de la mano, y al llegar todos nos miraban asombrados y hasta con desprecio.
- Espérame aquí ¿si amor? Voy a saludar-me comunicó Max antes de plantar un simple beso, yo asentí y el se marcho. Me senté en la barra a esperarlo y veía con anhelo como todos bailaban. Admire la belleza de Max, llevaba unos vaqueros ajustados negros y una playera del mismo color, que hacían resaltar sus hermosos ojos color celeste y con esa playera eran muy notorios sus brazos musculosos.
- ¡Oye, hermosa!- me habló el barman, por lo cual yo me gire en mi asiento para poder ponerle atención- ¿no se te antoja algo de beber?-me preguntó
- Oh no, muchas gracias- me negué sonriéndole cortésmente
- ¡Vamos! No somos de esos que drogamos a las chicas para después aprovecharnos de ellas- me dijo para tranquilizarme y ofreciéndome una cálida sonrisa que no sabía si debía darme, miedo o risa, pues le faltaba un diente de enfrente al pobre rubio de cabello hasta el hombro con la camisa blanca doblada hasta los codos.
- Esta bien, una bebida no le hace daño a nadie-dije para entrar en confianza- tráeme una Coca Cola de cereza, por favor
- Sus deseos son órdenes, mi lady- me contestó antes dé voltearse. Luego de dármelo se fue a atender a una joven pelirroja medio rechonchita, me dedique a buscar a Max con la mirada y estaba con Vanessa, supongo que felicitándola, lo que no me explicaba era el porqué la estaba tomando de las manos y sonriendo mientras le hablaba, pero lo peor de todo fue cuando:
- ¡BESO! ¡BESO! ¡BESO!- todos gritaban al rededor de ellos mientras aplaudían. Él no miraba a mí, la miraba a ella sonriendo, entonces vi como se iban acercando el uno al otro y Mariana terminó lo que habían empezado cuando los juntó para unir sus labios y yo grité, bajándome de un salto de el banco en el que estaba sentada y tire accidentalmente la Coca. Me dirigí súper enfadada hacia el
- ¡Suripanta! ¡Aléjate ahora mismo de mi hombre!- grite tomándola por el pelo para separarla de Max
- ¡Hey tranquila amiga!- me trato de tranquilizar con voz calmada, un tipo que lucía una coleta baja con su cabello negro, opaco y maltratado
- ¡Tu cállate!-conteste y lo aventé
- Annie, cariño, puedo explicártelo todo- me dijo Max mientras limpiaba su boca con el dorso de su mano. Él me engaño. Aun trataba de asimilarlo. Las lágrimas ya picaban en mis ojos, y para reprimirlas me mordí el labio tan fuerte que después de unos segundos sentí el sabor metálico qué tanto me gustaba. Tenía que desquitarme, así que estrelle mi mano abierta sobre la mejilla de Max con toda la fuerza posible, pero aun no me sentía aliviada.
- No-mascullé negando con la cabeza con una sonrisa cínica- No tienes que explicar nada. Solo... solo llévame a casa y te dejaré libre para seguir besuqueándote con quien quieras, no seré tu estorbo, y espero que esta- dije refiriéndome a Vanessa- te haya pegado la sífilis
- Annie... tesoro...- exclamó Max en voz baja para después limpiar con su dedo pulgar una lágrima que por fin se escurría por mi mejilla.
- ¡Suéltame!- le grite y seguido me voltee para encaminarme hacia el coche con él detrás. Cuando subimos me fije en el reloj del auto y me percaté de que ya eran las 3:00 am. Si mi padre ya se levantó, me va a matar.
- Llegamos- Anunció Max.
- Adiós- dije sin siquiera mirarlo.
- Ya perdóname Annie, ella me besó- el muy descarado todavía se quitaba de culpas.
- No me llames Annie, soy Anne- le dije con frialdad
- Aunque sea dame un beso, que los tuyos si me gustan- hablaba Max haciendo un puchero, se veía tan lindo.
- No gracias, no me vayas a pasar la enfermedad que te pego esa tangafácil- le conteste mientras el se reía y yo me bajaba del coche y azotaba la puerta. Me adentre en la casa a toda prisa y me recargue en la puerta, para por fin poder romper en llanto y que Max no sepa que lloro por el, y solo por el. Después de mucho tiempo de lágrimas y sollozos, levanté la mirada y me di cuenta de que una silueta se aproximaba entre la oscuridad con una botella en la mano, se me heló la sangre al instante. Él estaba borracho.
- ¿Qué son horas estas de llegar?- preguntó mí padrastro, me quedé sin palabras, lo que faltaba mi padrastro esta molesto- ¡CONTÉSTAME CERDA!
- Déjame-conteste dejando de verlo para que no sepa que estaba llorando.
- Ah... ya se que hacías- exclamo reflexionando- ¡Ahora ya estas vendiendo tu cuerpo! Esperaba más de ti, pedazo de.... pedazo de.... ¡ZORRA!
- ¡YO NO HE HECHO NADA! ¿¡ME ENTIENDES!? ¡NADA!-grite eufórica
- ¡No me hables así! ¡MALPARIDA!- exclamó acercándose con paso pesado para después estrellar su botella de caguama sobre mi cabeza, solté un grito ahogado y yo me eché al suelo y los vidrios se encajaron en mi cuerpo y en mi piel semi abierta.- ¡Guárdale respeto a tu padre!- me grito pateando mi estómago y cada vez los fríos vidrios se incrustaban más y más
-¡TU NO ERES MI PADRE!- exclamé con la fuerza que me quedaba. De repente sentí como mi celular vibraba en mi pequeña bolsa de mano.
- ¿Bueno?-contesté hablando con la voz temblorosa, dé reojo mire a mi padre, el cual se dirigía a la cocina con los puños apretados.
- Annie- era el baboso de Max, sonaba preocupado. Voltee los ojos.- ¿Qué pasó? Estoy afuera de tu casa y escuche una discusión y otro gritó de tu parte- mordí mi labio inferior, no quería que el supiera lo que mi padre hacía- ¿Estas bien? Annie, contesta por favor- suplicaba Max
- Estoy bien ¿ok? No te preocupes, regrésate con la tangafácil-dije después de un rato y al instante colgué
- ¿Quién era?-preguntó mi padrastro saliendo de la cocina- ¿Tu noviecito ese?
- No te interesa-le contesté y empecé a levantarme para marcharme de una vez de ahí
- ¡PERRA!- gritó antes de golpearme fuertemente con una sartén, solté un gemido por lo bajo mientras me tomaba la cabeza apretándola para detener la hemorragia. La vista se me empezó a nublar y poco a poco perdí el conocimiento.
*
De apoco empecé a abrir los ojos, hasta mis párpados pesaban, pero ya no dolía, creo que es de esas veces en las que pasas por tantas situaciones difíciles que ya no duele, ya no siento nada, empezaba a vivir en un caparazón que con el tiempo comenzaba a crecer más y más, y eso, eso se siente bien. Me puse en cunclillas y sobe mis brazos, estaban llenos de sangre. Me levanté de a poco y mire el suelo, estaba marcada mi silueta por sangre y vidrios esparcidos por el piso de toda la sala de estar. Toque mi cabeza y rápidamente quite mis dedos de esa zona, pues me ardía, mi pelo estaba pegajoso y duro por la sangre seca de la noche anterior. Subí las escaleras lentamente pues mi cuerpo estaba tan pesado que me era difícil moverlo. Tomé una ducha de agua fría y noté que en mi cuerpo tenía encajados muchos trocitos de vidrio, intenté arrancarlos y fue muy difícil, incluso trozos de carne salían con ellos.
Terminé de bañarme, me seque y me observe en el espejo, estaba demacrada, tenía moretones y heridas abiertas por todo mi cuerpo, mi panza había crecido tanto que parecía que tenía 8 meses de embarazo y mi mirada transmite toda la tristeza que me carcome por dentro. Me vestí con unos pantalones de chandal gris para no rozar mis heridas, una sudadera negra para cubrir las heridas de mis brazos y unos tenis de botín negros. Baje las escaleras con mucho esfuerzo ya que mi cuerpo no respondía y me es difícil moverlo. Vi la entrada y seguía tal y como estaba llena de vidrios y sangre seca que se esta volviendo café.
- Limpia tu porquería- me ordenó Gerard, no volverá a llamarlo padre
- ¿De que hablas?-pregunte haciéndome la tonta
- De tu asquerosa sangre ensuciando mi bello piso- habló con tranquilidad. Me dirigí a la cocina por un trapeador, cuando regrese a limpiar Gerard estaba sentado en el sofá observándome tan detalladamente que me incomodaba, empecé a limpiar y cuando termine me dispuse a irme.
- Anne, ven para acá- me llamó Gerard, me acerqué lentamente a él.
- ¿Se te ofrece algo?-cuestioné
- ¿Tienes novio?-me preguntó
- No te importa- contesté indiferente a la vez que veía mis uñas maltratas
- Tienes razón, él no me importa, pero tu si- afirmó Gerard a la vez que se empezaba a acercárseme
- ¿Qué insinúas?- pregunte poniéndome cada vez más nerviosa
- Anne, no te hagas la difícil, sé que me deseas tanto como yo- contestó mientras pasaba su sucia mano por mi muslo subiendo y bajando, pero luego subió demasiado y me asusté ¿Qué pretende este hombre?
- No me toques, ¡basura!- le grité
- ¿¡Qué tiene él que no tenga yo!? ¡DIME! ¡Te amo Anne, me casé con tu madre por ti! Y es mejor sin ella ahora, puedo tener lo que siempre quise, la mujer más bella eres tu-dijo Gerard y me pego a la pared para acorralarme, pego su cuerpo al mío y con sus manos agarro mi cabeza fuertemente y pego su frente a la mía- Quiero que seas mía ¡y de nadie mas!-dijo con la respiración agitada en su cuello, antes de atrapar mis labios en un beso que casi me hace vomitar, estaba tan desesperada, no se que hacer para quitarme este viejo de encima, ¡Lo tengo! Patee muy fuerte su entrepierna asquerosa y el rápidamente se quitó para sobarse y soltar un alarido.
- ¡Adiós viejo rabo verde!-le hable antes de marcharme corriendo de ahí para llegar al instituto.

Antes de que todo esté perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora