A la mañana siguiente, los primeros rayos del sol acariciaron la habitación, mientras Félix se despertaba lentamente Al abrir los ojos, se sorprendió al ver a su madrina sonriéndole desde una silla cercana, como si estuviera esperando pacientemente a que se despertara.
— ¿Dormiste bien, mi pequeño bebé? —preguntó Mariana, con una sonrisa cálida que iluminaba su rostro.
Félix, aún adormilado, asintió suavemente antes de preguntar, un poco desconcertado:
— ¿No se suponía que solo sería tu bebé por un día, ósea ayer? ¿Por qué sigues tratándome así?
Mariana le explicó con dulzura que el acuerdo era ser su bebé por un día entero, y como empezaron ayer por la tarde, aún le quedaba el resto de la mañana, hasta el almuerzo, para completar el trato.
— Está bien, supongo que no hay problema. Solo faltan unas horas más —aceptó Félix, resignado, pero con una chispa de curiosidad en los ojos.
— Sabes, Félix, has demostrado una valentía y cariño admirable al aceptar ser mi "bebé" por un día. Creo que te mereces un premio por eso. Después del almuerzo, nos iremos al parque a jugar y luego te compraré un helado. Y no te preocupes, podrás usar tu ropa normal y comportarte como cualquier niño de tu edad, tal como habíamos acordado —anunció Mariana, con una mezcla de entusiasmo y ternura.
— ¡Me encanta la idea! ¡Muchas gracias! —dijo Félix emocionado, con una sonrisa radiante iluminando su rostro.
Después de esa agradable conversación, Mariana indicó que era hora de cambiarle la ropa y ponerle un pañal limpio.
— ¿Listo para el cambio, cariño? —preguntó Mariana con una sonrisa tranquilizadora, mientras se dirigía hacia el armario para buscar la ropa de Félix.
Félix asintió con una sonrisa nerviosa, consciente de que esta vez había ensuciado mucho el pañal.
— Sí, madrina. Estoy listo —respondió Félix, tratando de ocultar su nerviosismo bajo una aparente calma.
Luego Mariana se acercó a Félix y procedió a quitarle la pijama, comenzando por la parte inferior. Sin embargo, al notar el pañal abultado y percibir un olor peculiar, sospechó que este cambio podría resultar más vergonzoso para Félix que los anteriores.
—¡Oh, vaya...! —exclamó Mariana con una mezcla de sorpresa y comprensión al descubrir que el pañal estaba sucio. ¿Hiciste popó, mi pequeño bebé? —preguntó mientras abría el pañal y confirmaba sus sospechas al observar el contenido, percibiendo el aroma que emanaba, una combinación de sorpresa y comprensión se reflejaba en sus ojos.
Félix bajó la mirada, sintiéndose avergonzado, sus mejillas se tornaron levemente rosadas por la incomodidad. Podía sentir el rubor extendiéndose por su rostro, y el olor desagradable le provocaba un nudo en el estómago.
—Lo siento, madrina. Traté de aguantar hasta que el juego acabara, pero no pude —se disculpó, visiblemente incómodo por la situación, su voz reflejando la vergüenza que sentía.
Mariana le dedicó una sonrisa suave y tranquilizadora, sus ojos brillaban con ternura.
—No tienes de qué disculparte, Félix. Es natural que no puedas aguantar más de un día sin hacerlo. De hecho, debería ser yo quien se disculpe por haberte propuesto este juego sin pensar en cómo te sentirías —expresó con sinceridad, transmitiendo su arrepentimiento y comprensión hacia su ahijado, su mano acarició suavemente su cabello rizado en un gesto reconfortante.
Félix levantó la mirada, sorprendido por las palabras de su madrina, sus ojos brillaban con gratitud y sorpresa.
—No tienes por qué sentirte mal, madrina. Valió la pena hacerlo si eso te hizo feliz y a cambio recibí el mismo cariño y atención que solía recibir de mis padres —respondió con honestidad, su voz transmitiendo una mezcla de aprecio y reconocimiento.
ESTÁS LEYENDO
Bajo el Cuidado de Mariana: Entre la Regresión y la Sanación
Short StoryEsta es una historia que te sumerge en una conmovedora travesía donde el amor y la compasión se entrelazan para sanar heridas profundas. Cuando Félix, un niño de ocho años, se convierte en el refugio emocional de su madrina Mariana, quien atraviesa...