Única parte

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Jisung ha estado planeando durante un tiempo la cena de su aniversario con Minho, muy emocionado compró los implementos para preparar la comida favorita de el mayor, se puso un vestuario nuevo sólo para lucirlo frente a sus ojos, y una diminuta lencería para cerrar la noche con broche de oro, ¿Pero qué hizo el mayor? Cancelar la pequeña sorpresa de el que aún no era partícipe dejando a el moreno con los crespos hechos y todo la sorpresa para alguien que le toma más importancia a su trabajo que a su vida misma.

— Lo siento mucho cariño, no podré llegar a tiempo para la cena, por favor no me esperes, ¡Te amo!

Fue lo que dijo para después escuchar unas cuantas risas y colgar.

¿Ni siquiera se acordó de su cuarto aniversario?

¿Qué era más importante que celebrar con su novio una fecha tan importante?

Jisung suspiró pesadamente apretando el aparato entre su dedos soltando cantidad de maldiciones al aire desquitándose con la nada.

Sabe que su novio mantiene una agenda muy ocupada, hubiese podido hacerse de la vista gorda ante la cancelación de la cena y celebrarlo otro día, pero no. Lo que más la tenía con los pelos de punta era el maldito hecho de no haberse acordado de su aniversario, de no haber recordado un día tan especial para ambos

— Esto no se va a quedar así, Lee Minho.

***

El reloj marcaba las 9:00 en punto.

Jisung escuchó la puerta ser abierta para posterior oír resonar los zapatos de el mayor dentro de la casa con cada paso que daba. Se quedó justo dentro de la habitacion que ambos compartían esperando el ingreso del mayor a ella pero no daba rastro.

El departamento estaba en total oscuridad, en silencio absoluto. Minho suspiró decepcionado al no encontrar a el moreno en el sofá viendo alguna serie o película en Netflix cómo solía hallarlo cada que llegaba del trabajo.

Se quitó los zapatos, dejó su bolso sobre la mesa y se recostó sobre el sofá dejándose vencer por el sueño.

«Átame como si no lo supiera, es un juego de roles y yo llevo puesto un disfraz.»

Jisung mentiría si dijera que no estaba orgulloso al ver que la primera fase de su plan había concluido con éxito, fue cómo un juego infantil haberse escondido a tiempo para que Minho no notara su presencia en casa. Caminó silenciosamente hacía la sala de estar llegando justo al frente de el pelinegro de puntillas donde dejó caer la bata de la pequeña lencería de encaje que llevaba puesta. Se agachó hasta quedar a la altura del rostro de Minho, sonrió en sus adentros cuando el contrario soltó un pequeño ronquido, suele tener el sueño pesado cuando está cansado, pero el moreno se aseguraría que esta noche estuviese más que despierto, en especial un gran amigo de el mayor.

— Había estado esperando el momento perfecto para esto, pero lo arruinaste mi amor — murmuró besando suavemente los labios del pelinegro —, Espero que disfrutes esta tortura tanto cómo yo lo haré.

Tomó las esposas que traía consigo y ató las manos del mayor al igual que sus pies al nivelador del sofá juntos dejándolo completamente inmóvil.

Se alejó cuando el más alto comenzó a moverse incómodo por la aprensión en sus extremidades, despertando lentamente se alarmó al darse cuenta de que estaba atado mientras una silueta delgada se movía a su alrededor. Se removió en un intento de zafarse de las ataduras pero fue en vano porque terminó lastimándose. Soltó un bufido exasperado y se quedó quieto esperando el siguiente movimiento de la silueta misteriosa.

Sintió un peso sobre sus piernas y un pequeño roce sobre su pelvis por la zona casi descubierta de la otra persona, y unas manos deslizarse dentro de su camisa arañando su piel.

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